Huyen emigrantes sureños hacia opulentas y sobradas tierras prometidas del norte, con la cruz a cuestas, un martillo en la mano derecha y clavos en la izquierda, crucificándose para intentar salir de la pobreza que los aniquila, entre peligros imprevistos, ríos turbulentos, mares agitados, calurosos desiertos y concertinas aceradas, para salir del hambre, la pobreza, el desprecio y la soledad.