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Mes: marzo 2019

SINRAZÓN DE LA INCULTURA

SINRAZÓN DE LA INCULTURA

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Las matanzas indiscriminadas de vesánicos francotiradores armados, se está convirtiendo por obra y gracia de la sinrazón, el racismo, la xenofobia, el fundamentalismo y otras patologías aún por describir en el manual del buen entendimiento, en macabra moda impuesta por ciudadanos sin conexiones neuronales en su cerebro.

A la religiosidad de quienes practican el As-Salaam alei-kum enunciado por el Corán para desear la paz a sus vecinos, se ha enfrentado la locura del joven descerebrado matarife Brenton Tarrant, que metralleta en mano liquidó en diecisiete minutos a decenas de religiosos musulmanes que oraban pacíficamente en la mezquita neozelandesa de Al Noor de Christchurch.

El terrorista autor de la masacre y experto jugador de consolas violentas donde ha masacrado durante años a todo aquel que ponía a tiro virtual, ha refinado su matanza con morbosidad diabólica, grabando con técnica de consola su exterminio, como si se tratara de un videojuego practicado desde niño en la habitación de su casa, con beneplácito de sus padres y admiración de colegas, tras conseguir records en escabechinas sin esfuerzo.

Mientras los mandamases del mundo entero estén más pendientes de los balances económicos multinacionales donde muchos participan, sin dar prioridad a la educación de padres, hijos, parientes, amigos y vecinos, seguiremos viviendo en una selva con GSMs. y plasmas, aunque sin taparrabos, dispuestos a postergar disidentes, quemar libros, silenciar pensadores, despreciar pacifistas y quitarle caramelos a los huérfanos.

Sólo la cultura nos salvará de tales espectáculos funerarios. Sólo el buen uso de la inteligencia nos librará de cuentos. Sólo desempolvando la razón seremos personas. Y sólo la experiencia analítica, profunda, rica y lúcida será el camino a seguir para lograr la autonomía doctrinal y el criterio propio, que nos permita rechazar ideologías prefabricadas por quienes se benefician de ellas.

FUTBOLMANÍA

FUTBOLMANÍA

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Consideróme ciudadano futbolero normal, es decir, persona que disfruta viendo el adiestrado manejo colectivo de un cuerpo esférico hueco, manejado por un equipo de veintidós pies que tratan de burlar hábilmente a once pares de botas contrarias, ejecutando regates, controles, pases y acrobacias propias de quienes dominan el esférico con las extremidades inferiores. Pero de ahí no paso.

Quedarme en esa antesala no solo me facilita gozar siempre del espectáculo, sino que además me protege de risas y llantos; abrazos y reproches; celebraciones y silencios; fiestas y funerales; al no cruzar la línea roja de compromiso con un club concreto, pues mi contrato es con el fútbol-espectáculo como deporte complaciente cuando es bien practicado por un equipo cualquiera, sin tener en cuenta los colores del mismo, ni la localidad que le da nombre, ni la nacionalidad, ni aspecto alguno que apellide al club,

Ello me evita los disgustos adicionales que contemplo en amigos y amigas partidarios de una escudería concreta. Y me reafirma en la convicción de que quienes tienen que gozar o sufrir con los resultados son los beneficiarios del negocio: jugadores, entrenadores, directivos y periodistas afines que se dejan la garganta en las televisiones y los dedos en el teclado del ordenador, escribiendo con dolor o satisfacción la crónica de lo sucedido en la pradera de juego.

La futbolmanía que se apodera de fanáticos seguidores abducidos por camisetas de diferentes colores, conduce a inhumanos ataques de violencia física que se están prodigando como hongos otoñales en difentes palestras futboleras, donde unos descerebrados espectadores, directivos y/o jugadores se transforman por obra y gracia de un pitido y/o del resultado, en verdugos de quienes silban contra su voluntad, meten goles o aplauden jugadas de la cuadrilla opuesta.

Espectaculo lamentable de abducción futbolera, que provoca aplausos de los aficionados a balompedistas defraudadores en la puerta de los juzgados; enajenación mental transitoria que induce a dirigentes futboleros a noquear en el campo a miembros de la pandilla opuesta; matonismo que faculta a mafiosos para exhibir revólveres en la cintura sobre la hierba donde deberían estar pastando; y demencia colectiva de aficionados que se agreden mutuamente, destrozan mobiliario urbano, humillan a los mendigos y provocan a los pacientes y resignados policías con gestos e insultos merecedores de cargas que los espantaran allende las fronteras de la civilidad y el deporte.

DESPOTISMO ILETRADO

DESPOTISMO ILETRADO

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El despotismo ilustrado que dio algunos frutos en el siglo XVIII con monarquías absolutas en el trono, se miró en el espejo de la Ilustración tratando de conseguir que las decisiones políticas estuvieran guiadas por la razón y sin factores contaminantes, como sucede actualmente en nuestra pseudocracia donde no acaba de hacerse realidad la soberanía del pueblo y el derecho a elegir sus gobernantes, porque la omnipotente partitocracia se niega a dejar abiertas las listas electorales, obligándonos a votar candidatos de su preferencia interna, por razones que todos sabemos y ningún líder de partido se atreve a confesar.

El actual despotismo abusivo no muestra preferencia por color alguno y se mueve a sus anchas en todo el arco parlamentario desde el rojo al azul pasando por el amarillo y violeta, disfrazado con formas legales para conseguir que la virtualidad de sus vidas tenga poco que ver con la realidad ciudadana, insatisfecha con decisiones, complicidades, mentiras y jergas que no comparte.

El moderno cesarismo no presenta la misma cara que tuvo en las monarquías aludidas, pero ahí sigue. Es menos ilustrado que el reconocido históricamente, pero continúa a nuestro lado, disfrazado ahora con urnas, papeletas y leyes que todo lo justifican, con objeto de confundir a los ingenuos.

Se ha maquillado, ha pasado por el quirófano de la estética política, se ha camuflado, sonríe, saluda y seduce a los incondicionales seguidores, porque el actual despotismo es como ese vecino abusón que soportamos a diario sin poder hacer nada para echarlo de la comunidad, aunque hayamos sufrido  todos los vecinos sus excesos.

Actualmente se ha colegiado para ocultar los intereses y caprichos personales de los mandamases, con ficticia preocupación por el bienestar del pueblo. Hoy los déspotas se han agremiado el partidos políticos, amparados en la legalidad para despistar a quienes aplauden la forma de actuar de su correspondiente bandería, sin darse cuenta que tanto unos como otros representan un despotismo que no beneficia a la mayoría, por mucho que tales oligarquías se escondan detrás de siglas políticas de diferente pelaje.

Sabed, pues, que el actual despotismo es incoloro como el aire e insípido como agua, pero huele a mentira desde media legua y despide el mismo hedor que una fosa séptica; padece fotofobia, porque detesta la luz, claridad y transparencia; aborrece los taquígrafos porque su argumento es la censura que hace opaco el envoltorio. Y prefiere las órdenes, a las razones; las imposiciones, a las sugerencias; las direcciones obligatorias, al campo abierto; y la adulación a la crítica.