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Mes: marzo 2018

PROCESIONES

PROCESIONES

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Todo empezó con Josué cuando el séptimo obedeció el mandato de Dios y se puso a dar siete vueltas seguidas alrededor de las murallas que rodeaban la ciudad de Jericó, para luego derrumbarlas sin esfuerzo a trompetazo limpio con el shofarim y la ayuda de Yahvé, por supuesto.

A partir de entonces le salieron imitadores por todos los rincones del planeta al profeta bíblico sucesor de Moisés, y las procesiones se impusieron en el hinduismo, judaísmo, islamismo y cristianismo, con actos a los cuales asistían personas que iban en filas de un lugar a otro con algún fin público y solemne.

El concilio de Trento, la Contrarreforma y los francisanos, sumaron el catolicismo a tales itinerarios, monopolizando su vertiente religiosa como elemento catequizador, reclamo de turistas, ocupación de cofrades, liberación de pecadores, exhibición de penitentes, satisfacción de curiosos y devoción de creyentes.

La escenografía patrocinada por una fuerte burguesía permitió exhibir ante los artistas las obras de arte de pintores y escultores, saliendo de aquellas Mandorlas los actuales Pasos procesionales que inundan estos días todas las ciudades españolas, desde Finisterre a Gata y desde Creus a Trafalgar.

En estos homenajes callejeros a Jesucristo y la Virgen, acompañados de ángeles, santos, patriarcas, apóstoles y mártires, se muestran imágenes redentoras de penas. Bellas esculturas de personas anónimas, convertidas en sagrados iconos por efecto del agua bendita derramada con el hisopo sobre cuerpos de madera policromada.

Procesiones donde pueden verse imágenes “bailando” a hombros de costaleros, ceriferarios con cirios, capataces dirigiendo, capirotes con antifaz incluido, estandartes bordados, pábilos ardiendo, coplistas ensaetados y encapuchados paseándose con cadenas en los pies, llevando cruces sobre los hombros o peregrinando descalzos por los adoquines con un cilicio en cada pierna como desagravio por el mal causado o agradeciendo un favor recibido, entre el asombro de espectadores, sorpresa de curiosos, aplauso de creyentes y abucheo de iconoclastas a penitentes, venerantes y asistentes.

YAY@FLAUTAS

YAY@FLAUTAS

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Con desprecio hablaba ayer un político en las ondas de los pensionistas que salieron a la calle pidiendo algo que no precisa demanda alguna, pues lo evidente se explica y defiende por sí solo, aunque quienes van sobrados de seguridad futura se nieguen a entenderlo, como le sucede al mandamás aludido, que tiene cubiertas las espaldas tras varios lustros mamoneando del sudor ajeno en la hucha común y dando vueltas en indeseables puertas giratorias.

Los yay@flautas deben su nombre a la aristocrática condesa de Bornos, excondesa de Murillo, Grande de España, sobrina de poeta rojo, criadora de ranas y enlazada con lazo a Lezo, pues fue ella quien calificó a los implicados en el movimiento 15M como perroflautas, inspirando así el nombre de yay@flautas con que se conoce a los ocho millones de pensionistas que luchan por la supervivencia propia y la de sus hijos en situación de marginación laboral.

Yay@flautas que tomaron la calle en 1968 reclamando la libertad que ahora disfrutamos, muchos de los cuales tienen el alma herida por el menosprecio y otros conservan en sus entumecidos cuerpos las huellas de las porras grises.

Yay@flautas que teniendo como flautas sus gargantas ayer se desgañitaron haciendo oír su voz desde Gata a Finisterre, aunque los ecos de sus gritos no llegaran a despachos oficiales insonorizados con la indiferencia.

Yay@flautas curtidos en pasadas luchas sociales, cuando la libertad se antojaba quimera inalcanzable, la represión amordazaba las bocas y el futuro se presentía más incierto que el actual presente para ellos.

Yay@flautas que ayer defendieron los derechos de todos, pues todos los trabajadores serán pensionistas algún  día, aunque ayer muchos de ellos se escondieran en espera de que quienes democratizaron el país, ahora salven sus pensiones.

Yay@flautas que seguirán luchando por mantener lo poco que tienen, sin que los espectadores políticos que vieron ayer las manifestaciones desde sus despachos, se den cuenta que quienes nada tienen que perder están dispuestos a perderlo todo.

EN TORNO AL FEMINISMO

EN TORNO AL FEMINISMO

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La huelga feminista ha venido acompañada de variopintas declaraciones a las que añado esta, expresando mi opinión discrepante de algunos juicios de valor emitidos por laringes exaltadas y plumas enardecidas, de uno y otro extremo de la polémica.

No es el feminismo que pedimos, adalid de la bondad intrínseca de las mujeres, sino exigencia de iguales derechos para todas las personas, sin diferenciar el sexo.

No es el feminismo vengativo ni justiciero, sino incluyente y defensor de una justicia social, laboral, salarial y administrativa, que no discrimine a las mujeres.

No es el feminismo adoctrinamiento mental, sino apuesta y compromiso por una educación liberadora en el marco cultural exigido por una sociedad libre, respetuosa, igualitaria y pacífica.

No es el feminismo adscripción forzada a la descreencia religiosa y desprecio a la moral, sino todo lo contrario porque la ética guía el norte de su honorable ideario.

No es el feminismo ariete contra el sexo opuesto para combatirlo y obligarle a ocupar el relegado puesto que durante siglos han ocupado las mujeres, sino mano amable para caminar juntos hacia la igualdad.

No es el feminismo patrimonio de las mujeres, sino de los feministas de ambos sexos, sin distinción de sexo, edad, raza, cultura, latitud o creencia, que luchan por la igualdad.

No es el feminismo salvoconducto para explotar sexualmente el cuerpo femenino deshumanizado, en spots publicitarios, carteles, esquinas y prostíbulos.

No es el feminismo discriminatorio en sus peticiones, porque reivindica para todos los seres humanos derechos simétricos, sin distinción alguna.

No es el feminismo clasificatorio, sectario ni etiquetador, porque no distingue categorías entre quienes luchan por la igualdad, ni establece jerarquías entre feministas, ni hace limpieza de sangre.

No es el feminismo apoyo a la discriminación positiva de las mujeres incompetentes, ineptas y mediocres que ocupan cargos de responsabilidad en instituciones, entidades y empresas, por su condición femenina.

No son feministas las personas calificadas por algunas gargantas y plumas como feminazis, porque el feminismo es respetuosa lucha por la igualdad de derechos, sin fumigar ni incinerar a los del sexo opuesto.

No es feminismo “parir y decidir” por mucho que algunas mujeres canten el conocido eslogan hasta desgañitarse, mezclando culo y témporas, porque el aborto voluntario va por otro camino.

No es el feminismo patología social ni rareza que afecta a un colectivo determinado de personas, lo raro, anómalo y extraño es que haya personas que no sean feministas y pretendan mantener la desigualdad entre hombres y mujeres.

En definitiva, el feminismo asienta su cuerpo ideológico en cuatro pilares: igualdad, libertad, respeto y empatía, con independencia de las condiciones personales de cada cual, comprometiéndose con las mujeres discriminadas y contra la violencia que sufren algunas, desde la mutilación genital femenina en temprana edad hasta la muerte violenta en manos de indeseables y despreciables cazadores de mujeres.

EL ERROR DEL MENOSPRECIO

EL ERROR DEL MENOSPRECIO

Quienes piensen que las manifestaciones de pensionistas en todas las ciudades españolas es un asunto menor, se equivocan peligrosamente demostrando una incapacidad incuestionable para el análisis y la reflexión, porque solo la ignorancia y la desmemoria pueden dictar las opiniones vertidas por algunos dirigentes políticos, voceros tertulianos y escribidores de corta pluma.

Alguien tendría que advertir a las cabezas rectoras de nuestras vidas que muchos de los pensionistas puestos en pie de guerra para defender sus intereses, son los mismos que tomaron las calles en defensa de los interés comunes de todos los españoles, cuando en la piel de toro la libertad eran quimera inalcanzable.

Alguien tendría que decirle a los líderes del auxilio que antes de salvar entidades financieras, autopistas radiales en desuso o castores abusivos, por ejemplo, hay que rescatar a los ciudadanos de la pobreza, sobre todo si los necesitados fueron quienes pelearon por las necesidades de los demás en tiempos no lejanos.

Alguien tendría que decirle a los desmemoriados y olvidadizos que quienes lucharon generosamente por todos en su juventud cuando tenían mucho que perder, no van a cejar en su empeño por defender intereses propios cuando lo tienen todo perdido.

Alguien tendría que decirle al recaudador mayor del reino que pedir un incremento salarial acorde con la subida del IPC no es nada anacrónico ni trasnochado, porque la supervivencia es un instinto humano irrenunciable que lleva a los hambrientos a jugarse la vida cuando su vida está perdida.

Alguien tendría que decirle a las especuladores de las urnas que en democracia nueve millones de ciudadanos en pie de guerra son invencibles, porque con sus votos pueden sentar en la Moncloa a quien se ocupe de salvarlos.

Alguien tendría que decirle al resto de la ciudadanía que la demanda de los pensionistas es asunto que afecta a todos, porque solo se librarán de la pensión quienes abandonen este mundo anticipadamente por indeseable designio de la vida.

Alguien tendría que decirles a los directores de la orquesta social nacional que las manifestaciones de los pensionistas en todas las ciudades españolas no son fuegos artificiales de cuatro yayoflautas despistados, recordándoles que la historia de los pueblos advierte que los ciudadanos golpeados son peores que felinos heridos, y son muchos los españoles que están mutilados y al acecho, sin que los padres de la patria se den por enterados con su autoaumento salarial, subestimando el origen y consecuencias de las revoluciones.