POPULGOGIA
La falta de concreción académica sobre el término “populismo”, ausente del diccionario elaborado por los responsables de dar brillo a nuestra lengua, propicia que políticos y sociólogos utilicen esa palabra con demagógico significado para insultar a los oponentes, sin percibir que ellos forman parte del lote, contraviniendo el criterio de evitar que lo definido entre en la definición.
Eliminamos, pues, la vertiente positiva del populismo como movimiento político que pretende otorgar el poder democrático al pueblo, en contra de la selecta élite dominante, llamada con desprecio “casta política” por los populares populistas, y ponemos la atención en la cara negativa del populismo, por ser esta la acepción más comúnmente empleada.
De todas las definiciones no académicas que se atribuyen a la voz “populismo”, la que más se acerca al sentir mayoritario de los vecinos, es la aportada por el profesor, escritor, académico y político liberal canadiense Michael Grant Ignatieff, diciendo que populismo es “denunciar problemas reales proponiendo falsas soluciones”.
Algo que se acerca mucho a la demagogia, como degeneración democrática, consistente en que los políticos ofrecen soluciones al pueblo sin intención de hacerlas posibles, para ganar el voto ciudadano con el único fin de obtener el poder, algo que nos permite unir ambos términos en una sola voz que llamaremos populgogia.
Quedando definida por nosotros así: “Actitud política que pretende lograr el favor del pueblo engañándole con falsas promesas, consiguiendo que confiados, crédulos e ingenuos ciudadanos entreguen sus votos a los populgógicos sabiendo que estos no cumplirán sus promesas”