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Día: 1 de diciembre de 2014

CELIBATO TRIDENTINO

CELIBATO TRIDENTINO

Concilio-de-Trento

Las ambigüedades del arzobispo de Granada ante los abusos cometidos a menores por algunos clérigos de su diócesis y el esfuerzo de los ortodoxos católicos por mantener el celibato sacerdotal, permiten recordar el ecuménico Concilio de Trento que llevó la abstinencia sexual de sus ministros a los altares del cinismo.

En el Concilio de Trento se le recordó a todos los sacerdotes la obligatoriedad del celibato establecida en el Concilio de Letrán, por si algún clérigo había olvidado clausurar una de las dos funciones que el Dios creador había otorgado al aparato reproductor, debiendo ser utilizado solamente para la micción, aunque gran parte de ellos le hayan dado a lo largo de la historia el doble uso para el que fue creado.

Prohibición que tuvo su gracia entre católicos y no católicos, pues el papa Pablo III que gobernaba la iglesia, convocó el concilio y firmó la prohibición del forniqueo a los curas, tenía cuatro hijos reconocidos y presumiblemente algunos más discretamente apadrinados, mientras hacía cardenales a sus nietos de 14 y 16 años, enredándose el  sucesor Julio III en amores infantiles con su sobrino adoptivo.

Pero también, en dicho concilio, se reforzó el pecado original de la raza humana, exigióse el bautizo como liberación de la caldera infernal, establecióse que solo la iglesia podía interpretar las escrituras, pidióse el culto a los santos, confirmóse la existencia del purgatorio, propúsose el Índice de libros prohibidos, fortificóse la jerarquía eclesiástica, hízose carne de Cristo el pan y su sangre el vino, entre otras mil cosas más, imposibles de resumir en este recordatorio.

Los jefes Pablo III, Julio III, Marcelo II y Pablo IV que gobernaron la Iglesia con mano dura durante aquellos años de concilio, no tuvieron problema en levantar la mano amenazante contra los católicos descarriados por lechos infantiles ni en mandarlos al infierno por mirar hacia otro lado o desobedecer los mandatos conciliares.