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Mes: agosto 2014

EL INJUSTO SALARIO DEL CUERPO

EL INJUSTO SALARIO DEL CUERPO

Unknown

Mi total alejamiento del mundo de la moda, el glamur y la pasarela me ha jugado una mala pasada, poniendo en pie mi estado de ánimo contra algo que mi mente rechaza, enrojeciendo las vísceras morales con indignada sangre, rebelde a lo que considero un insulto a la hambruna, el desamparo y la sabiduría.

Leo con estupor que la supermodelo brasileña Gisele Bündchen recibió el pasado año ¡35 millones de euros¡ por pasearse ceremonialmente en las pasarelas, lucir palmito en las fotografías, vender su cuerpo en las revistas y anunciar productos publicitarios, ganando veinte mil euros por hora de trabajo. ¡Dios!

Todo ello, tras pasar por el quirófano para hacerse una rinoplastia que estilizara y estrechara su imperfecta nariz, considerada grave error de la naturaleza en un cuerpo perfecto, cuyos parámetros de perfección fijan los cultivadores de una moda que atonta a quienes carecen de problemas de supervivencia o solo escuchan los rebotes de su única neurona contra las paredes del cerebro.

Viendo a esta señora admirada en el mundo por su belleza física, que “gusta” a cuatro millones y medio de ciudadanos en Facebook, con dos millones de seguidores en Twiter y tres millones de personas en Instagram embobadas con su cuerpo, tengo que pensar en una cierta patología mundana que sigue instintivamente un norte equivocado de rumbo.

Esto me obliga a decir que son muchos los humanos que valoran más la piel que el cerebro, las piernas largas que el ingenio, la sonrisa que el talento, la belleza física que el duro trabajo esforzado, el tejido carnoso que las neuronas y la bisutería social que los valores morales.

Pienso en los investigadores que hacen posible el progreso humano por tres monedas de cobre. Recuerdo a los pensadores que mueven generosamente el mundo con sus ideas. Lamento la fuga de cerebros por falta de recursos y sustento. Elogio a literatos y músicos que nos deleitan por unas pocas monedas. Evoco a los sabios que sobreviven en la pobreza de un mísero salario. Y me rebelo contra los recortes y la pobreza en un mundo injustamente generoso con quien nada hace por la Humanidad.

EL VERDADERO DÉFICIT

EL VERDADERO DÉFICIT

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Cuando los mandamases políticos y financieros hablan de déficit, se refieren al descubierto contable que resulta de comparar el debe y el haber, lo que en Administración Pública representa una falta de liquidez económica en las cuentas del Estado, porque los administradores del dinero común se gastan más euros de los que les damos, con su mala gestión, despilfarro, ignorancia y corrupción.

Pero hay otros déficits más importantes que el económico, ignorados en una sociedad insolidaridad, cínica y consumista, dominada por la doctrina del “¡Sálvese quien pueda!”, donde los remeros quedan al pairo tras el naufragio con las velas de la esperanza tendidas y largas las escotas de la resignación, mientras los capitanes y contramaestres ocupan todos los botes salvavidas.

La verdadera crisis por la que estamos pasando no es económica, como pretenden hacernos creer, sino de valores humanos, provocada por el abandono de comportamientos éticos, que han llevado a indeseables corruptelas administrativas, abusivas especulaciones financieras, excesivas mentiras y duras represiones justificadas con una legalidad injusta, hecha a gusto de los represores.

Hoy día existe un gran déficit de solidaridad que muerde las entrañas, porque la generosidad no cotiza en bolsa, domina el miedo, la honestidad brilla por su ausencia, el sacrificio está mal repartido, los esfuerzos son desequilibrados, la justicia social está en almoneda, el cinismo institucional domina las tribunas y la empatía se ha borrado del diccionario social.

RACHEL CORRIE

RACHEL CORRIE

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Las matanzas en la Franja de Gaza nos obligan a recordar que un día como hoy de 2012 el juez Oded Gershon del Tribunal Superior de Haifa, dictaminó que la muerte de la joven activista norteamericana del Movimiento Internacional de Solidaridad, Rachel Corrie, fue un simple accidente del cual ella había sido única responsable, absolviendo al soldado israelí que conducía el bulldozer que aplastó a la joven en la Franja de Gaza el 16 de marzo de 2003.

¿Murió Rachel mientras los soldados judíos eliminaban arbustos en Rafah, para descubrir explosivos y destruir túneles por donde los palestinos pasaban armas desde Egipto hacia Gaza, como dijo el ejército israelí o murió al plantarse delante de un excavadora para impedir la demolición de la casa vacía utilizada para ocultar un túnel por los militantes palestinos?

La sentencia del juez no fue compartida por conciencia alguna, – ni siquiera para los responsables del asesinato -, condenando Amnistía Internacional la muerte de Rachel y pidiendo una investigación objetiva e independiente de los hechos, para aclarar si fue un accidente o una asesinato premeditado.

Todo se inició cuando Rachel con diez años de edad declaró su sueño ante los compañeros de 5º curso, en el colegio donde estudiaba, diciendo: “Mi sueño es parar el hambre antes del año 2000. Mi sueño es darles una oportunidad a los pobres. Mi sueño es salvar a las 40.000 personas que mueren cada día. Mi sueño es posible y se hará realidad si todos miramos hacia el futuro…”.

Y el comienzo del fin de Rachel tuvo lugar al concluir sus estudios de Ciencias Políticas en la Universidad de Evergreen, cuando se unió al Movimiento de Solidaridad Internacional, empeñado en resistir de forma no violenta a la ocupación israelí de las tierras palestinas.

El día de su muerte, Rachel se desplazó a Rafah para oponerse a las demoliciones, sentándose con un chaleco naranja frente a una de las casas que iban a demoler, asegurando varios testigos que era perfectamente visible para el soldado israelí que conducía la excavadora Caterpillar que le pasó por encima, horas después de escribirle a su madre: “Esto tiene que terminar. Tenemos que dejar todo y dedicarnos a que esto termine. No creo que haya nada más urgente”.

SOBRE EL LIMO

SOBRE EL LIMO

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Tendido sobre el limo donde nos obligan a sobrevivir los mercaderes de vidas ajenas, contemplo el lodo que nos envuelve sin poder anticipar un final a la resignación compartida, porque el cieno nos impide levantar el vuelo como aves fénix y alzarnos sobre los escombros con un abrazo solidario que haga posible la resurrección.

Ello no será posible mientras el tubo de ensayo se empeñe en confirmar que las gotas de lluvia son idénticas en todas las latitudes, mientras dos lágrimas de diferentes pupilas son esencialmente distintas, aunque ambas estén constituidas por el mismo fluido lacrimoso.

No puede culparse al azar de que la luna ruede herida por un cactus, ni es responsable el colibrí de que las espinas se hayan trasplantado de los cardos a las rosas, porque quienes han desviado el rumbo del dolor son los mismos que deformaron el pensamiento en las carpintería evangélica, extirpando con gubias los nudillos de quienes llamaron a la puerta de la justicia social.

Sabed, amigos, que las flores tienen color, aroma, encanto y belleza, pero unas celebran desposorios y otras entierran a los muertos; unas acompañan suntuosas ceremonias palaciegas y otras destilan savia roja de amapolas en las chabolas; unas palidecen en las fotografías en sepia y otras verdean en los amores adolescentes.

Y la misma campana que hoy festeja una vida nueva congregando a todos los vecinos al sur de la espadaña, mañana reunirá a los mismos asistentes con golpes de badajo funerario para ahogar el aire silvestre en el cementerio, provocando tempestades de cuarzo sobre los adoquines y confundiendo la estela de los cometas con dentaduras enajenadas que huyen del seno de la vida a la tierra madre.

¡ HASTA SIEMPRE !

¡ HASTA SIEMPRE !

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Dos horas antes de emprender camino de regreso a la meseta, hago míos los versos de Rosalía para festejar a esta tierra de fraternal entrega al forastero, despidiéndome de sus ríos, fuentes, regatos pequeños, aire salobre, verdor esperanzado y entrañable amistad, con el reforzado deseo de volver a ella antes de lo previsto por el azar.

Aquí quedan Sofía, Ángeles, Julio, Mayte, Domingo, otros amigos y el recuerdo inolvidable de Esperancita, que se nos fue al sueño eterno sin avisar ni dejarnos pistas de su paradero, porque cuando la parca llama a la puerta todo esfuerzo por recuperar el tiempo perdido es inútil, irredimible y desesperanzador.

Retornamos con dos queridos polizones a bordo, tras renovar un año más el compromiso de pertenencia y permanencia a un privilegiado espacio natural, habitado por cálidos corazones y manos amigas que refuerzan la fe en la especie humana, por encima de quienes la denigran con actitudes detestables.

Adiós, Galicia, hasta siempre, adiós. Tierra adoptiva que obliga a volver siempre a ella para gozar de su aroma embriagador, sus huertas, prados, arboledas, aves, pinares, zarzamoras y maizales, como cantó la dulce poetisa compostelana, donde quedan amigos y jirones de una vida que reduce las oportunidades de retorno al silbido del tiempo que la agota.

AGOSTO LUNAR

AGOSTO LUNAR

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Observo con gozosa nostalgia a dos jóvenes acariciándose en un banco municipal, ajenos al mundo exterior que los circunda, y recuerdo los amores furtivos estivales de mi primera adolescencia, cuando jugar al “escondite” por las callejas anochecidas del barrio era anticipo de la primera aventura amorosa, preludio de estremecimientos posteriores.

“Ronda, ronda, el que no se haya escondido, que se esconda”, cantaba quien se «quedaba», antes de salir al encuentro de los que nos escondíamos corriendo entre las calles hacia esquinas verdirrojas, donde encontrábamos consentidas faldas entre las sombras de las farolas que alumbraban el “fresco” de las tejuelas que congregaban los vecinos para aliviar la calima agosteña.

Bajo la bombilla desnuda brotaban confidencias, disimulados acercamientos, risas nerviosas, miradas furtivas y naturales deseos cumplidos al contraluz de la primera luna, testigo de la caricia consentida, distinguiendo por primera vez el rosa del azul en la efervescencia del primer encuentro con lo felizmente inesperado que milagreaba desconocidas palpitaciones.

Comenzaban entonces a lloviznar estrellas fugaces y constelaciones en las noches de agosto sobre los patios, sin que las amenazas de las sotanas pudieran evitar la irremediable derrota de las consignas religiosas y los confesionarios, porque el empuje de la sangre iba más lejos que las amenazas doctrinarias.

No era fácil hallar un rincón desocupado en el solar abandonado de la garita y menos aún eludir la vigilancia horadante de balcones y ventanas. Pero bastaba la ayuda de un guijarro para que las luces callejeras dejaran de ser cómplices de las persianas.

Pero la invasión de temores infundados y la penitencia sacramental del confesionario eran incapaces de acorralar las manos rendidas de cavilaciones, cuando los labios susurraban tímidos tres palabras y el brillo emocionado se incorporaba a las pupilas de la niña, obligándole a decir: “Quieto, tonto, que nos van a ver”, justo antes de que una voz inoportuna nos delatara: “Por Paco y Marisa, que están detrás de la tapia….”.

LA OTRA CARA DE GALICIA

LA OTRA CARA DE GALICIA

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Quienes somos extranjeros en otros lugares, perdemos la condición de foráneos al pisar Galicia, por deseo expreso de los gallegos que con sus hospitalarios gestos hacen el milagro de hacernos sentir en propia casa, por alejados que estemos de nuestro lugar de origen.

Tanto cobijo nos obliga a mantener con gozoso celo el paisanaje, la morriña y el amor a esta tierra en cualquier espacio donde nos encontremos, por encima de la distancia, uniendo devoto recuerdo en la mente y exigente anhelo de retorno para hermanarnos con todo lo invisible a los ojos.

Porque Galicia no es solo escaparate de marisco y pescado con destino a privilegiadas mesas, sino doloroso reflejo de pupilas enviudadas en alta mar, cuando la galerna se alza por encima de las redes, dejando al descubierto la fe de las estampas.

No es Galicia romántica lluvia con deje poético y saudade, sino tormentoso aguacero que dobla la esperanza mar adentro abrillantando chubasqueros amarillos sobre la cubierta zozobrante, con raquíticos sueldos inmerecidos para tanto riesgo.

No es tampoco Galicia néctar de cepas afortunadas libadas por paladares exigentes, sino madera amparadora de pies descalzos sobre el barro en la nostalgia de los protectores zuecos aldeanos.

No es Galicia bálsamo redentor de belleza en sus verdecidos paisajes, sino fuego especulativo y vesánico, que ennegrece intencionado laderas humeantes de irracionalidad, por un plato de lentejas.

No es Galicia territorio de feministas adornados con bisutería de escaparate, sino dura espalda femenina curtida en difíciles quehaceres, que transporta pesados haces de leña al hórreo para ahuyentar el frío del invierno.

No es Galicia espectáculo de espuma en rompeolas contra las rocas, sino castigo injusto a los percebeiros que se juegan mutilaciones en olas que baten inclemente la piedra, sin reparar los cuerpos que se encuentran en el camino para estrellarlos contra las rocas.

A esta Galicia oculta a los ojos del visitante dedico mi abrazo junto al faro que anuncia a los viajeros el fin del mundo.