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Mes: julio 2013

BIPARTIDISMO SOCIAL

BIPARTIDISMO SOCIAL

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El eterno debate sobre el bipartidismo político, ha tomado en los últimos meses un especial protagonismo, con división de opiniones entre los beneficiados con el reparto alternativo de poder PP-PSOE, y los decepcionados por tantos efectos negativos como ha generado esa alternancia en la Moncloa.

Pero hay otro bipartidismo de índole social, más injusto, abusivo, insolidario y degradante que el político, donde se obliga a militar en uno de estos partidos a millones de ciudadanos que no han solicitado su ingreso en el mismo, ni desean permanecer en él, pero que han sido engrilletados a su pata por quienes militan en el otro partido.

Me estoy refiriendo a esos dos grandes partidos sociales: el de los ricos y el de los pobres. El primero, tiene pocos militantes pero elevadas cuentas corrientes y mucho poder, para contrarrestar los millones de afiliados al segundo, con  escasa influencia y mucha miseria, generada por políticos del colorín nacional, sindicalistas horizontales, empresarios de sí mismos, profesionales de la usura, defraudadores millonarios y estafadores de guante blanco que han metido mano en la hucha común.

No tengo vocación de redentor porque temo acabar crucificado, pero sabed que para liberar a la pobreza de los grilletes que atenazan la miseria a la vida de los desfavorecidos, es necesario unir todas las manos para formar una cadena que ahogue en la revolución toda la podredumbre que inunda Instituciones públicas, consejos de administración, partidos políticos, entidades financieras y chiringuitos varios, con hedor a mezquindad, degeneración, cicatería, sordidez y corrupción.

MEDIOCRE CLASE MEDIA

MEDIOCRE CLASE MEDIA

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Afirma un sabio muy hondo en las ondas, que la clase media es la más castigada por los recortes y la que más está sufriendo la crisis provocada por la clase alta, olvidando que la clase baja está por los suelos, mientras la clase media soporta con resignación cobarde las banderillas negras que le están poniendo en los costillares, sin decir esta boca es mía.

A comienzos del siglo pasado circulaba un refrán que decía: el sultán, pega al árabe, el árabe al moro, el moro al judío y el judío al burro. Y como el burro no tiene a quien pegar, tira coces al aire…. En esta cadena de castigos, el sultán es el poder financiero; el árabe es el Gobierno; el moro la clase alta; el judío la clase media; y el burro la clase baja.

Cabe esperar que el burro, harto de recibir palos, propine coces al judío, pero no es probable que continúe la inversión de la cadena, porque la clase media no parece dispuesta a moverse del sillón, conformándose con la supervivencia en medio de la catástrofe, maniatada por la tibieza y el conformismo, mientras golpea a la clase baja con la indiferencia, permitiendo que ésta siga en la miseria a la que está condenada a vivir.

La mediocridad de la clase media hace posible el asentamiento de los mediocres en las Instituciones públicas, oficializando así la mediocridad institucional votando a los mediocres, sin darse cuenta que estos no van a sacarles las castañas del fuego, porque sólo buscan satisfacer ambiciones personales, otorgadas por urnas escasamente democráticas.

OBAMA EN LA CELDA DEL TERRORISTA

OBAMA EN LA CELDA DEL TERRORISTA

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El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama ha visitado con su esposa Michelle y sus hijas Malia y Sashala una celda carcelaria situada en la isla de Robben Island rodeada de tiburones, donde permaneció encerrado 18 años, de los 27 que estuvo preso, el héroe nacional y primer presidente democrático de Sudáfrica, Nelson Mandela, condenado en ella a una pena de trabajos forzados a perpetuidad.

Hoy esta celda es un destino de peregrinaje obligado para todos aquellos que confiaron en su libertador. Hoy acuden miles de personas a tan reducido espacio para ver una delgada estera de paja en el suelo y la cubeta de baño para el aseo personal del preso más admirado y respetado, que hoy lleva con dignidad envidiable su 94 años de vida, en un hospital de Pretoria.

Estadista sudafricano que cambió el rumbo de su país con sabiduría, humildad, honradez y valentía, en la soledad de ese pequeño cubil, alimentado con potaje de maíz tres veces al día, recibiendo media hora de visitas cada seis meses y pudiendo escribir solamente dos cartas al año sin alusiones políticas, que evitó enloquecer o suicidarse forjando las ideas que fortalecieron su empeño en liberar a los de su raza de un injusto desprecio y abandono histórico.

Es, pues, buen momento para recordar que este luchador por la libertad, defensor de los derechos humanos y pacífico batallador contra el apartheid, fue considerado durante seis décadas un peligroso terrorista por el régimen racista sudafricano y por numerosos países que se sumaron a la condena de este revolucionario, desacreditando su fama, degradando su honor, humillando su dignidad y malversando su honestidad.

Uno de los países que con más firmeza y convicción mantuvieron a Mandela durante sesenta años en su tenebroso catálogo de terroristas más peligrosos, fue Estados Unidos cuyos gobiernos no lo borraron de la lista negra hasta el 1 de julio de 2008, hace hoy cinco años.