SUEÑOS IMPOSIBLES
Soñar no es sólo fantasear mientras dormimos, porque también podemos imaginar despiertos situaciones distintas a la realidad, anheladas durante años con insistencia pertinaz por los que esperan hacer realidad sus sueños.
Ocurre, sin embargo, que los sueños de animales no suelen coincidir con el deseo de las personas, pues no somos ratas que pidamos vertederos y cloacas, – aunque deseemos que algunos humanos sean enviados a ellas -, o pulgas que echemos de menos la piel de los jabalíes.
Pero es fácil suponer que los chabolistas sueñan con salir de la pobreza.
Los presidiarios fantasean con tomar el sol a la sombra de una palmera.
Los intelectuales desean la desaparición del folclore cultural y los culturetas.
Los revolucionarios imaginan valer más que la bala que los asesina.
Los ladronzuelos esperan ver algún día a los depredadores en el banquillo.
Los parados codician poder utilizar sus brazos para trabajar.
Los creyentes sinceros anhelan eliminar las supersticiones.
Los ateos ansían desterrar dogmas, misterios y eternidades, cielos e infiernos.
Y los ciudadanos quisieran ser reconocidos por su nombre, no por el número que representan, formando parte de estadísticas rentables para el Gran Hermano.