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Mes: abril 2012

DESACUERDO

DESACUERDO

Pocas veces en mi larga vida he estado en mayor desacuerdo con las declaraciones de un miembro de la Conferencia Episcopal española, que el experimentado el Viernes Santo oyendo las opiniones vertidas por el Obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, a través de las cámaras de la segunda cadena televisiva.

Lejos de mi ánimo, molestar al pastor y a su grey o dañar espíritus sensibles, pero yo también tengo derecho a dejar mi opinión en esta bitácora, alimentada con sentimientos no siempre compartidos por los lectores, pero invariablemente sinceros y dictados por la buena fe laica que me asiste.

Dice don Juan que el principal enemigo de la Iglesia católica es la ignorancia, cuando yo he defendido siempre lo contrario. Ha sido precisamente la velada ignorancia de la feligresía el mayor aliado de la iglesia y quien ha sustentado una doctrina imposible de asumir si el rito iniciático se produjera en edad madura, y no cuando la frágil mente del infante asume irracionales misterios que alimentan su fe durante toda la vida

Sólo en tierra inculta germinan postulados que repugna la razón. Sólo la falta de reflexión, enquistamiento ideológico, ausencia de cultura o miedo ultraterreno, puede justificar el crédito a ciertos arcanos consoladores de paraísos celestiales y redenciones hipotéticas que sólo existen en las mentes de quienes han nacido bajo el imperio de la civilización occidental cristiana. Sólo quien ignore la historia de la Iglesia, la selección evangélica y el establecimiento de los dogmas, sin ocuparse agitar la mente para remover ideas infantiles grabadas a fuego en corazones ingenuos, puede seguir dándose golpes de pecho, comerciando con favores divinos, adorando imágenes y creyendo en cielos e infiernos que nadie ha visto ni se sabe dónde están.

 Y no hablo del opio deísta, tan unido por el extremo opuesto al ateísta, sino de los enigmas doctrinales que lleva la historia de la humanidad destruyendo con su tozuda realidad desde hace seis millones de años, cuando desaparecieron los primeros australopithecus.

Un ruego al prelado: impida, monseñor, el adoctrinamiento infantil en su diócesis y comprobará que la inercia mental, – vitalizadora eterna del arponazo ideológico -, sustenta la ignorancia que a usted le permite preocuparse de homosexuales y botellones, en vez de excomulgar a usureros, explotadores, defraudadores y corruptos, que están desahuciando y condenando a la miseria a humildes feligreses que ocupan la iglesia donde usted se olvida de predicar al Cristo que expulsó a los mercaderes del templo a latigazo limpio.

JUSTICIA HUMANA EN TIEMPO DE REDENCIÓN DIVINA

JUSTICIA HUMANA EN TIEMPO DE REDENCIÓN DIVINA

La dimensión social de leyes punitivas más cercanas a la del Talión que a la idea moral de corrección del delito, exige pedir unos códigos legales más regenerativos y pedagógicos que ayuden a la reinserción social del delincuente.

Las rendijas legales por las que se escapan tantos transgresores de guante blanco, corbata de seda y camisa almidonada, apremia a solicitar una justicia más ciega de la que se pasea con una flor en la solapa por los pasillos de algunos juzgados.

Las condiciones en las cuales se hacinan los detenidos preventivos en los sótanos hormigonados de los calabozos, a la espera de prestar declaración ante sus señorías, fuerza a pedir otras condiciones de retención.

Y la condena que sufren los presos de guante negro y navaja oxidada en las cárceles, obliga a detener los pasos en vísperas de la redención cristiana e implorar la salvación de los condenados por una justicia impersonal y abstracta, que socializa la condena sin tener en cuenta la individualidad del sujeto y la responsabilidad que la propia sociedad tiene en la comisión del delito.

No puede castigarse a un culpable si otros delincuentes eluden la pena quitándole la venda a la justicia, porque en tal caso es preferible la impunidad a la ley del embudo.

No pueden dictarse códigos sociales de justicia con imposición de duras penas, sin inspiración regeneradora, aplicadas a quienes más necesitan protección y ayuda, cuando la  sociedad los deja al pairo de la vida, exigiéndole cumplir sus reglas en condiciones de extrema supervivencia.

Los delitos son creación política, pero el fin de las leyes debe ser la corrección del delincuente y no su eliminación o aislamiento forzado sin posibilidad de redención, y si el Estado sanciona al ciudadano debe ser con la única intención de mejorarlo. Por eso, el delincuente tiene derecho a exigir educación y protección a la sociedad, pues la determinación del hombre hacia el delito no puede eliminar la responsabilidad de la sociedad en recuperarlo para el trabajo y la vida común.

Todo esto tiene poco que ver con el mundo real de la justicia, pero en tiempo litúrgico de redención pecadora, bueno es pedir a la sociedad medidas preventivas, tutelares y regeneradoras de quienes sufren el calvario de una pena carcelaria sin esperanza en la resurrección que mañana exonera a los cristianos de los pecados cometidos contra su Dios, por conculcar la ley divina.

JUSTICIA LÓGICA

JUSTICIA LÓGICA

El abogado defensor del exsocio Torres ha interpuesto el Jueves de Pasión un recurso contra el auto del juez que desestima archivar la imputación de Tejeiro. Lógico.

Quienes ignoramos la red judicial no debemos hablar sobre cuestiones legales, pero nadie puede negarnos el derecho a opinar  sobre los dictados del pensamiento lógico.

En este marco debemos proclamar nuestra adhesión a la lógica petición de Ana María Tejeiro, – mujer Diego Torres -,  al juez Castro para que retire su imputación en el caso, atendiendo la palabra del rey que aseguró al pueblo una justicia con la venda sobre los ojos.

Si la secretaria de una empresa y propietaria de la mitad del capital no está imputada en una causa judicial contra la sociedad, ¿cómo puede imputarse a la mujer del otro socio que no figura “ni por asomo” en el organigrama del negocio?

Igualmente, la propia lógica desaconseja eximir a Tejeiro de la imputación, pero exige la presencia de la infanta ante el juez por las razones aludidas, a las que se puede añadir su condición de esposa del mayor encausado.

La legalidad de la actuación del juez Castro es indudable, pero la dialéctica del carbonero pide que se llame a capítulo a doña Cristina como testigo, para que ayude a aclarar las cosas, y decidir luego si procede o no imputarla en los hechos. Es pura lógica, simplemente.

Es obligado oír a la consocia para saber qué sabía, cómo explica sus beneficios, de qué manera firmaba actas y documentos y qué le contaba su marido. Ningún testigo sale estigmatizado de un interrogatorio si es inocente y la discriminación no es el mejor camino para la justicia.

Es más, si la infanta tiene pruebas de su inocencia, debe solicitar ella misma declarar ante el juez para evitar malos pensamientos de los súbditos, porque de lo contrario estamos obligados a presentir segundas verdades que todos sospechamos, incluidos los cortesanos de palacio.

LÁGRIMAS DE COFRADES

LÁGRIMAS DE COFRADES

La bendición del cielo que la lluvia derrama sobre los campos se torna en maldición para los cofrades que no pueden exhibir por las calles las imágenes que adoran, para hacer realidad el dicho de que nunca llueve a gusto de todos. Pero, claro, el Señor debía tener en cuenta la devoción de sus fieles y el deseo de adorar las imágenes que le representan, retrasando unos días esa agua bendita para dejar contentos a todos.

No sé si los cofrades se habrán ocupado de hacer rogativas inversas para contener los chubascos o han confiado en su Cristo más de lo debido, pensando que Él iba a hacer algo sin que nadie se lo pidiera, utilizando su poder infinito y su eterna bondad. Lo cierto es que un año más han rodado desconsoladas lágrimas por las mejillas de costaleros y devotos.

Un ignorante me ha preguntado si en las procesiones se adora la madera, porque en cierta ocasión le contaron que al robar la imagen de la Virgen de la Peña de Francia se hizo otra parecida, y al descubrirse luego en un pozo los restos de la “auténtica”, se introdujeron éstos en la nueva para que la imagen mantuviera el sobrenatural poder de la anterior. No lo sé, respondí.

Pero sí debe saber este inculto, que Salzillo, Juan de Juni, Berruguete o Benlliure basaron sus creaciones en modelos reales de la época y reprodujeron sus rasgos fielmente, con la misma fidelidad que podrían hacerlo hoy los actuales escultores con alguna meretriz, una folclórica o cualquier presidiario. Es el agua bendita que sale de la bola agujereada del hisopo la que produce el milagro de transformar la figura tallada de un ídolo mundano en venerable imagen milagrosa, capaz de enajenar y emocionar a los devotos que mantienen una fe tradicional más estable que la del entrañable lechero del violinista en el tejado.

Pidamos a don Anselmo, el párroco de Churriego, que saque a pasear sus imágenes y eleve rogativas al cielo para que el hombre del tiempo cambie las borrascas por anticiclones con el fin de que sean lágrimas devotas emocionadas de alegría las que viertan los cofrades, y no de dolor y desconsuelo al verse privados de pasear por las calles las imágenes que veneran.

SE HA IDO MINGOTE

SE HA IDO MINGOTE

Se ha ido Mingote sin previo aviso y con el lápiz en la mano, para continuar dibujando con sus cenizas sonrisas diarias por la mañana en las caras somnolientas de los que amanecemos cada día con la incertidumbre de la nueva jornada.

Se ha ido Mingote, dejando el humor inteligente solo y a la intemperie, sin nadie que le ampare, desprotegido de la sabiduría y el ingenio de unos trazos desgarbados sobre el papel, síntesis imaginativa de la crónica diaria y relato breve de aconteceres cotidianos.

Se ha ido Mingote, llevándose con él las burguesonas de enormes pechos, los políticos enfundados en bandas rojas y azules, los tenebrosos oficinistas, las porteras alcahuetas, los inmovilistas empedrados, las beatas y meapilas ennegrecidas, los tarambanas desocupados y las exuberantes mocitas playeras observadas por curiosos alterados.

Se ha ido Mingote, el académico de la lengua, el crítico liberal, el censor elegante, la imaginación sin límites, el editorialista de viñeta, el conservador progresista, el humorista aristocrático, el cronista atemporal, alcalde del Retiro y trabajador incansable durante ochenta años.

Se ha ido Mingote, dejándonos un legado de creatividad apabullante, la pasión por el dibujo, el ejemplo de la obra bien hecha, su bondad natural, el compromiso democrático y la herencia de un periodismo con sonrisa.

Se ha ido Mingote, pero nos queda su discípulo, amigo y compañero Forges.

RECORTES

RECORTES

Por fin se abrió el melón de los presupuestos, que ha resultado ser más patatero de lo esperado. Incomible, vamos. Veneno, para entendernos. Es decir, para echarlo directamente a la basura si esto fuera posible, pero no es así porque millones de ciudadanos decidieron que fuera de otra manera.

Varias semanas esperando que los Presupuestos Generales del Estado vieran la luz y ahora resulta que no podemos encender las bombillas porque el aumento de la tarifa eléctrica nos impide dar al interruptor, y la subida de combustible para los vehículos de motor nos obliga a dejar el coche en el paro, junto a los cinco millones de ciudadanos laboralmente inválidos.

Pero no todo es malo. El bondadoso Gobierno que ha dejado sin prestación a los pobres  “dependientes”, les ofrece la posibilidad de ser atendidos en las iglesias donde habrá luz, agua, calefacción y trabajo, ya que el porcentaje de recortes no llega al 0 % en la asignación de cantidades a la Institución eclesial.

Unos por otra, para compensar. Pero tengo la convicción que quienes no pueden valerse por sí mismos habrían preferido mantener la prestación en vez de mendigar a las puertas de los templos. Estimo que una organización millonaria en efectivos bancarios, bienes inmuebles, obras de arte, patrimonio institucional y millones de fieles dispuestos a ayudarla, podría evitarle a los “dependientes” el bochorno de extender la mano, dándoles la parte que les corresponde.

En cambio, a los parados y desprotegidos les queda el consuelo de saber que con el dinero recaudado por la amnistía fiscal a las grandes fortunas, podrán seguir admirando, respetando y venerando a quienes viven de sus lágrimas y del sudor frío de quienes estúpidamente les admiran, respeta y veneran, sin tener siquiera ocasión de envidiarles porque les han cerrado el futuro.

PROCESIONES

PROCESIONES

Comienzan las procesiones y con ellas las críticas de muchos ciudadanos a los populares cortejos de imágenes por las calles, oficios piadosos con reminiscencias paganas aderezadas por extrañas mortificaciones corporales.

Lo que para unos son fetiches de pueblos primitivos, para los creyentes son imágenes religiosas que tienen los mismos poderes sobrenaturales que los antiguos atribuían a sus ídolos. La idolatría que algunos ven en la veneración a deidades, contrasta con el sentimiento de quienes participan en esos actos guiados por firmes convicciones arponadas en sus corazones desde la cuna.

En todo caso, no puede negarse a tales exhibiciones de fe carbonera el valor de mantener una tradición vinculada a los gremios, cuando éstos se agrupaban en calles para defender sus intereses, asociándose con fines piadosos bajo la protección de Jesús, una Virgen de tantas como hay o el santo patrón de la cofradía.

Ahora se mantienen los actos de culto, aunque se hayan abandonado las obras de beneficencia, y continúan procesionando imágenes con la misma rivalidad de las primeras hermandades, desde que perdieron en el siglo XV su carácter profesional en beneficio del sentimiento vocacional.

¿Por qué incomoda a muchos que las personas oculten su rostro bajo el capirote mientras exhiben su penitencia cargando cruces, arrastrando cadenas y caminando descalzos? Es la forma que tienen los nazarenos de mostrar su devoción o de agradecer favores recibidos en el mercadeo de la fe. Qué le importa a nadie la verdad o mentira de la intervención divina si quienes tienen que creérselo, se lo creen, por penoso que parezca.

Muchos de ellos asisten al sermón de las siete palabras; doce mil al antihigiénico besamanos y besapiés de imágenes; otros tantos irán a los Vía Crucis con garbanzos en las rodillas; y la mayoría a las procesiones. Ya sé que no todos acuden con las mismas intenciones, pues algunos van atraídos por el folclore; otros para satisfacer una curiosidad; bastantes para arrodillarse ante las imágenes; y unos cuantos a sacrificarse ante la imagen del Cristo justiciero y vengativo en el que creen. Y sé también que esto carece de sentido para los iconoclastas que condenan tan caduco fetichismo.

No falta quien se pregunta qué pintan las fuerzas de seguridad y el ejército junto a esos grupos escultóricos, y se me ocurre decir que van a su lado para protegerlos ya que algunos son auténticas obras de arte. Pero no sé realmente por qué van desfilando en el cortejo, ya que podían vigilar de forma más discreta y menos engalanada. En todo caso, dejadme deciros que la mayoría de los descreídos son beligerantes con todo esto, pero no voy a contradecirme reprochándolo.