HOY TOCA ASUNCIÓN
No debemos confundir ascensión con asunción, porque la primera se refiere a la subida de Jesucristo al cielo en presencia de sus discípulos después de tranquilizarles anunciándoles el envío del Espíritu Santo, y la asunción que hoy toca celebrar conmemora la subida de la Virgen María en cuerpo y alma al cielo. Ahí queda esa verdad indiscutible.
La Asunción fue proclamada dogma de la Iglesia Católica por Pío XII el 1 de noviembre de 1950, convirtiendo una creencia tradicional en verdad incuestionable, que no puede dudarse, ni replicarse, ni exigirse prueba de veracidad o test de fiabilidad, establecida por la Iglesia con un sentido práctico, cuya enseñanza forma parte del más puro adoctrinamiento.
Se trata, pues, de una verdad revelada por Dios que la Iglesia impone a sus fieles en ejercicio de su autoridad y magisterio, exigiéndoles adhesión ciega por mucho que la razón se niegue a aceptarla ni exista prueba alguna de ello, porque nadie ha encontrado el cielo ni el cuerpo de la Virgen en dos mil años de búsqueda infructuosa.
El recurso de dogmatizar las creencias ha sido utilizado por la Iglesia a lo largo de su historia para suprimir cualquier duda doctrinal en los creyentes sobre sus propuestas teologales, zanjando de un plumazo problemas de fe ante la incertidumbre popular sobre principios religiosos de capital importancia para sostener la creencia del pueblo de Dios.
Esta situación provoca que cada día sea mayor el rechazo intelectual a una religión dogmática, basada en incomprensibles verdades absolutas impuestas por la Iglesia, como la que hoy paraliza el país para celebrar que el cuerpo de María se encuentre en paradero desconocido después de dos mil catorce años, sin que los miembros de la Asociación Memoria Católica hayan dado con su tumba, ni Paco Lobatón sepa donde está, en caso de encontrarse viva.