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¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?

¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?

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Caín engañó a su hermano invitándole a dar un paseo por el campo con la finalidad de matarlo, y cuando Jehová le preguntó por Abel, el asesino respondió que no era su guardián, siendo condenado por Dios y maldito en la Tierra, culminándose así el primer asesinato de la historia de la Humanidad para los creyentes bíblicos, en forma de fratricidio, aunque no sepamos claramente como se produjo el homicidio.

Ante la ausencia de un modelo de matanza inspirado por Dios a los profetas, cabe pensar que fue voluntad divina no proponer manera alguna para matar a un hijo de Dios sin merecer condena, pero cualquier asesinato lleva aparejada la maldición del matarife y su condenación a vagar despreciado por la Tierra hasta caer en brazos de Lucifer.

Todos tenemos claro que quien mata a otro de un disparo, navajazo, hachazo o garrotazo, es un asesino. Pero tenemos dudas en calificar así a quien mata congéneres por órdenes superiores colgándolos del cuello por una soga, electrocutando sus cuerpos o inyectándoles en vena líquidos letal, como hacen los verdugos con los condenados a muerte.

En cambio, no hay ciudadano occidental, ni creyente civilizado, ni ley democrática que considere asesinos a quienes provocan la muerte de un niño cada siete segundos por la hambruna, ni a quien priva a los enfermos de medicamentos necesarios para la supervivencia, ni a los que ordenan guerras enviando soldados al matadero.

Los creyentes en las palabras de Yahveh contenidas en el libro sagrado que pertenezcan a estos tres colectivos, han de tener clara la maldición divina que reciben, la condena al fuego eterno y la vida errante que les espera en la Tierra mientras en ella pertenezcan, porque de no ser esto así cabe pensar en segundas verdades sobre tal pasaje bíblico, que pueden llevar a la revolución de los injustamente condenados a muerte, para salvar sus vidas.

DINERO FÁCIL Y RÁPIDO

DINERO FÁCIL Y RÁPIDO

Dinero fácil

Cuando hablo de dinero fácil y rápido no me refiero al obtenido con la lotería, ni al patrimonio heredado, ni al de los “cofidises”, ni siquiera al de los préstamos bancarios, sino al dinero que llega a manos de traficantes, politiqueros y especuladores, que con mínimo esfuerzo multiplican su fortuna a costa de venas ajenas, sumisos contribuyentes y depositarios ingenuos.

Dinero fácil, que mezclado con la ambición propia de los beneficiarios y la ausencia de valores éticos en su conciencia, produce daños a la humanidad muy superiores a los ocasionados por las diez plagas bíblicas enviadas por Yahveh, sin que tales perjuicios sean castigados por la justicia, ni tenidos en cuenta por el libro sagrado, porque nada se dice de ello en sus páginas.

El mercado de la droga, la corrupción política y las estafas financieras son consecuencia directa del dinero fácil que se obtiene con la detestable moda de contaminar la vida de los débiles, timar a los desamparados, engañar a los votantes y estafar a los incautos ahorradores que van por el mundo confiando en el vecino.

El dinero fácil se expande por la sociedad como macabra peste medieval, arrasando despachos, destruyendo vidas y produciendo desgarraduras sociales, convirtiendo las relaciones humanas en inmorales juego de intereses que practican con detestable sabiduría quienes destilan maldad y esparcen codicia como mancha de aceite que a todos impregna de mentira, insolidaridad y violencia.