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Etiqueta: verborrea

POLÍTICOS PROFESIONALES

POLÍTICOS PROFESIONALES

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Mientras el grueso de ciudadanos hacen su carrera profesional con sacrificio, ganándose el futuro trabajando duramente, otros se matriculan en las escuelas de alevines que los partidos políticos amamantan para nutrir sus filas, exigiéndoles simplemente lealtad a la organización, servidumbre al líder y paciencia en la espera a que el jefe los señale con su poderoso dedo, para sentarse veinte años en la poltrona.

El joven aspirante a un puesto de trabajo debe ganarse la vida opositando a plazas del Estado en dura competencia con el vecino o merecer un puesto en el mercado laboral demostrando competencia, abnegación y sacrificio. En cambio, al militante político juvenil le basta con genuflexionarse ante los patrones, rezar padresuyos al jefe, dar cabezadas doctrinales, repetir consignas y hacer diariamente sesiones de besaculos.

La modorra, gandulería, mentiras, verborrea, sueldos y privilegios de la casta política está llegando a una bajeza moral rayana en el pecado original, con descarados insultos a la inteligencia ciudadana y perversiones políticas ofensivas para la democracia, por obra y gracia de la abyección a que han llegado los partidos políticos, entregados a profesionales del oficio electorero que han hecho oficio de la política, presentándose ante los electores con hiriente desvergüenza.

         Mientras esta taifa de vividores ejercen la carrera política paseando su grotesca vanidad por las tribunas, los ciudadanos honrados se abstienen de participar en el juego electoral, sin percatarse que su implicación en el gobierno es el único medio de acabar con los polítiqueros, electoreros, partideros y tramperos, que se ofrecen a ellos en las elecciones para gobernarlos y administrar sus bienes, cuando en realidad sólo les interesa administrar los propios, aprovechando la extrema depresión de espíritu y escasa conciencia pública común que reina en el país.

PRECAVEOS DE LOS CÍNICOS

PRECAVEOS DE LOS CÍNICOS

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Ingenuas y bondadosas personas siguen creyendo en idearios, palabras y promesas, sin percibir que son los hechos quienes acreditan la veracidad de las afirmaciones, pues el cuerpo no sigue a la sombra, sino al revés, como dice la palabra sagrada al afirmar que por sus obras se conocen a las personas, confirmando el refranero que “obras son amores y no buenas razones”.

Tal es el criterio que debemos seguir para distinguir a las personas sinceras de los tramposos; a los honrados políticos de los farsantes; a los amigos leales de los traidores; a los vecinos cabales de los impostores; a los colegas honestos de los estafadores; y a parientes legales de villanos.

Son las obras, los comportamientos y las actuaciones concretas de las personas quienes marcan la frontera entre el afecto y el desprecio, porque la deslumbrante apariencia de las grandes palabras y la verborrea, son la piel de cordero que oculta bajo de ella el lobo que los cínicos llevan dentro.

Hay que poner atención en las conductas y observar los hechos para distinguir la realidad de la apariencia, pues estamos rodeados de encantadores de serpientes que nos embaucan antes del mordisco, de abrazafarolas que se prodigan en falsos afectos antes de la traición y de charlatanes que nos seducen con cantos de sirenas antes de darnos un zarpazo.