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Etiqueta: vasallos

OPACIDAD VERSUS TRANSPARENCIA

OPACIDAD VERSUS TRANSPARENCIA

Esta es la cuestión: opacidad o transparencia. Es decir, democracia o autocracia, porque la claridad en cuentas y comportamientos marca la frontera que separa los países democráticos de los bananeros.

Cuando las andanzas del jefe del Estado no están a la vista de los ciudadanos que le pagan el sueldo, éstos se transforman en vasallos medievales.

Cuando se expone en la plaza pública la asignación a la Casa Real sin dar explicaciones de sus cuentas, se está insultando a los paganinis.

Cuando los partidos políticos no permiten la auditoría de sus movimientos contables, se está despreciando la inteligencia colectiva de los votantes.

Cuando la prensa oculta las noticias que corren de boca en boca por los mentideros de las ciudades, se está ofendiendo a los lectores.

Cuando el salario, dietas, complementos, otros sueldos y bienes reales de políticos, se ocultan, se está jugando al escondite con los administrados.

Cuando los dirigentes institucionales firman a la luz de un candil contratos con empresarios, se está injuriando a los ciudadanos.

Cuando la Iglesia pone celosías en cónclaves, puertas de seguridad en dormitorios y murallas en los bienes, está deshonrando el evangelio.

Cuando se aceptan como legítimas las invitaciones y regalos de empresarios, ocultando las compensaciones otorgadas, se está agraviando a los vecinos.

En definitiva, cuando reyes, políticos, banqueros, empresarios y prelados impiden al ojo del gran hermano que los sustenta, entrar en las habitaciones de instituciones y palacios, es porque tienen mucha mierda escondida bajo las alfombras de tan honorables mansiones.

SALVADORES DEL SALVADOR

SALVADORES DEL SALVADOR

Igual que los creyentes tienen sus dioses salvadores en las religiones que profesan, los españoles contamos con un salvador que nos salva de caer en nuevas tentaciones guerreras con su arbitraje, porque los españoles tenemos la rara afición a pelearnos entre nosotros a la primera de cambio, como atestigua nuestra pródiga historia en salvajes contiendas civiles.

Gracias a nuestro salvador – no a la madurez del pueblo, claro – llevamos años limitándonos a intercambiar bofetadas dialécticas, en el marco de una democracia formal patrocinada por él, bastante alejada de la reclamada por sus vasallos.

Nuestro salvador modera los ímpetus primarios heredados de pasados siglos, siendo para nosotros ejemplo de honestidad personal, crisol donde se funden las más altas virtudes, espejo de bondad, paradigma de sacrificio por el pueblo y arquetipo de austeridad.

Pero nuestro salvador puede salvarnos gracias a los salvadores que a él le han salvado. Han sido los errores de sus leales militares, la ambición desmedida de su yerno, el silencio mediático de los publicistas y la discreción leal de los amigos, quienes han facilitado que el salvador continúe salvándonos, aunque no sepamos muy bien de qué nos salva.

Cuando la popularidad del salvador comenzó a desplomarse entre los ciudadanos, unos militarotes amigos – que no militares – consiguieron alzarle a lo más alto pegando tiros en el Congreso a las moscas cojoneras que había en la sala nacional, perforando el techo de nuestras esperanzas en una próxima república.

Cuando los rumores sobre sus dudosas andanzas financieras y desleales escarceos amorosos, comenzaron a circular por los mentideros de todas las ciudades del reino, los medios de comunicación pusieron sordina en sus páginas y guardaron las trompetas.

Cuando más transparencia exigía la democracia sobre las cuentas y andanzas del salvador, sus íntimos Sabino y Colón se llevaron los secretos a la tumba; Conde guarda silencio en “La Salceda” toledana; De la Rosa no abre la boca; los servidores de palacio afirman que su boca no le pertenece y la gran profesional que vive con él no deja de sonreír.

Finalmente, ahora, cuando más se cuestionaba el futuro del salvador con una nota de 4,8 puntos en la encuesta del CIS, su yerno se dedica a poner bombas especulativas cebadas de corrupción en los cimientos de La Zarzuela, consiguiendo que los ciudadanos hayan aumentado la calificación al monarca hasta el Notable en la encuesta publicada por El Mundo el pasado día 2.

INOCENTADA REAL

INOCENTADA REAL

En el artículo de ayer hablaba de los pobres inocentes que durante todo el año sufren novatadas de los sinvergüenzas que andan sueltos por el mundo, sin percibir que yo también formo parte del grupo de papanatas en el que don Juan Carlos, sus palmeros y ciertos periodistas, nos ha metido a todos los españoles.

A muchos nos gustaría saber por qué los medios de comunicación aplauden algo que merecería abucheo y se empeñan en hablar de las “cuentas del rey” cuando en realidad se trata de una partida presupuestaria de “asignación directa” a la Casa Real, que nada tiene que ver con los gastos que ocasiona dicha Casa ni con las cuentas del rey.

No es casualidad que el monarca haya elegido el día de los santos inocentes para decirnos cuál es su sueldo, porque tiene un envidiable sentido del humor que compensa sobradamente sus limitaciones, haciéndonos creer, como el buen ladrón, que todos son de su condición.

Después de treinta y dos años hemos sabido que ponemos en sus manos 8,4 millones de euros de los que se coge su sueldo, le da al marido de la periodista su parte, y poco más. Pero nada sabemos de los millones que suman todos los gastos de la Casa, y me temo que no lo sabremos hasta que llegue la tercera república.

Sí, porque más allá del dinero que recibe directamente el monarca, la familia real genera elevados gastos que no figuran en dicha asignación, como son los escoltas, la seguridad, el mantenimiento de los palacios (140 millones que paga Patrimonio), los viajes, el parque móvil, las visitas oficiales, etc.

Por eso, a muchos de sus vasallos nos gustaría saber con claridad y sin trampas las cuentas “reales”, para saber en qué se emplea el dinero que damos, evitando indefinibles bloques de gastos y opacidades perpetuas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber, por ejemplo, cómo ha hecho el rey para convertirse en pocos años en una de las mayores fortunas del país, con un patrimonio de 1.790 millones de euros, según las revistas Forbes y Eurobusiness, que nadie de la Casa ha desmentido.

A muchos vasallos nos gustaría saber por qué Patricia Sverlo no está en la cárcel tras escribir en su libro que el rey tenía 6.000 millones de pesetas en bancos suizos “por si acaso”.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber las conversaciones que tuvo con tres expresidiarios que le aconsejaban en sus finanzas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber los negocios que ha tenido, los que mantiene y las fuentes de sus enormes ingresos en los años de reinado.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber cuánto paga cada año a la Hacienda pública, porque eso nos acercaría a su patrimonio.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber el origen de este aparente, sólo aparente, gesto de transparencia contable después de tantos años de opacidad.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué el prometido destape financiero del rey no ha pasado de enseñarnos el tobillo derecho.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué nos ha gastado esta pesada broma el día de los santos inocentes, prometiendo decirnos lo que no ha dicho, jugando al escondite con su patrimonio y pretendiendo una burda maniobra de lavado de imagen que ofende al más torpe de los súbditos gobernados por él. ¿O no gobierna? Porque si no gobierna ¿qué hace, pues?