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EN MEMORIA DE UN INGENUO CUERVO

EN MEMORIA DE UN INGENUO CUERVO

Unknown

Se nos fue sin previo aviso el irreverente pilarista de vida bohemia, que solo interrumpía el placer de fumarse un cigarro para encender otro, en noches mágicas de vino y canciones al abrigo de la amistad incondicional que siempre tuvo con sus músicos, cuando se bajaba el telón de la Mandrágora, Elígeme o Galileo, agotados ya los párpados y la voz entre bromas, risas y tambaleos.

Un malhadado infarto de madrugada ha noqueado a Javier, poco tiempo después de cantar “las diez de últimas” en la partida de tute que estaba jugando con la vida, sabiendo que esta no le perdonaría el renuncio de bromear con ella durante los setenta y un años de vida que pasó provocándola con excesos y requiebros, sin arrepentimiento alguno.

Cómo olvidarnos, Jaime, de aquellas mágicas noches pasadas con Krahe en Elígeme junto a Sabina y al mánager Paco Lucena que conocimos en Zurich. Cómo no hablar de su sencillez, su proximidad, sus chistes y su sonrisa. Cómo no mantener el retrato de su mano sosteniendo la copa y el cigarro, en difícil equilibrio, mientras cantaba o conversaba.

Persona lúcida en sus reflexiones, ingenioso en la censura, ágil en las respuestas, acertado en sus comentarios, irónico en las críticas, fustigador de doctrinas, paciente con las impertinencias, generoso en las atenciones, erudito sin pedantería, jugador empedernido de ajedrez y conversador incansable con desenfado a cualquier hora.

Se nos fue Javier Krahe, pero nos deja sus canciones, su testimonio de vida, su compromiso social, su desparpajo informal, la lealtad a sus ideas, su amigamiento con los amigos, una sencillez alejada de los escaparates y la increencia de un hombre bueno que pasó por la vida haciéndonos disfrutar con sus brassenes canciones.

Que la eternidad laica te guarde, Javier, y a nosotros alivie la orfandad.

UNAMUNO EN EL CASINO

UNAMUNO EN EL CASINO

Conferencia ayer por la tarde en el Casino de Salamanca para abrir los actos conmemorativos del 75 aniversario de su muerte. Dejo a los asistentes la opinión sobre lo visto y oído, para decir a los lectores de este blog que Unamuno fue presidente, contertulio y compañero de tapete en el salmantino «Casino de los señores», que se decía en sus tiempos, para distinguirlo de los otros casinos de la ciudad. Presidente de pasada, pues apenas duró tres días su mandato ya que los militarotes Primo de Rivera y Martínez Anido le desterraron a Fuerteventura tres días después de ser elegido para dirigir la Institución el 17 de febrero de 1924.

Contertulio durante treinta y cuatro años en el Casino, cumpliendo la vocación de comunicador que ejerció en el aula, y allí donde tuvo oportunidad de pegar hebra. En Bilbao con los amigos de El Bulevar y los socios de El Sitio; en Madrid, en la Cacharrería del Ateneo o en La Granja del Henar de la Revista de Occidente; en la Rotonda parisina con Blasco Ibáñez; en Cantabria con José María de Cossío; y en Fuerteventura con Soriano y Castañeira.

Aficionado a los juegos de naipes, especialmente mus, tute y tresillo, acostumbraba a llevar una barajita en el bolsillo con la que hacía solitarios. Y disfrutaba más sobre el tapete verde ganando un envite a pares jugando al mus, que discurseando en las tribunas. Pueba de ello son estos versos del Cancionero:

“El mus trilingüe de Hendaya / dos a dos en un combate / “¡paso!” “¡envido!” “¡cinco más!» / el arte está en el descarte. / Grande, chica, pares, juego /y los boxeos verbales / cerner el azar es suerte / de donde la gloria nace”.

Fue el Casino la única Institución que no lo apartó nunca de sus filas, la que siempre conservó su memoria y la única que le homenajeó en tiempos de sequía, cuando la dictadura ponía mordaza y el miedo atenazaba los corazones.