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TRIBUNAL ELECTORAL

TRIBUNAL ELECTORAL

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Tenemos en nuestro país diferentes tribunales que controlan y juzgan actuaciones institucionales y personales, como son: el Tribunal de Cuentas, órgano supremo encargado de fiscalizar las cuentas y la gestión económica del Estado y las Instituciones, y el Tribunal Supremo, como órgano en la cúspide del Poder Judicial en todos los órdenes, salvo en materia constitucional cuya responsabilidad descansa en el Tribunal Constitucional, ajeno al Poder Judicial.

Pero nos falta un Tribunal Judicial Electoral con jurado popular, que meta en vereda a los defraudadores electorales que prometen lo que no cumplen y hacen lo contrario de lo que prometieron hacer, sin importar el color que tengan los prometedores de actuaciones futuras en los programas electorales que van a la papelera cuando se escruta la última papeleta, en un alarde de populismo insultante.

No me refiero a las distintas Juntas Electorales, responsables de la buena marcha del proceso electoral, no. Hablo de un tribunal con capacidad jurídica y poder condenatorio, para encerrar en la cárcel a los políticos que no cumplan el contrato electoral que firman con los ciudadanos en sus programas de gobierno, engañando a los votantes con el fin de ganar su voluntad, y hasta luego Lucas.

Hoy que los torpedos van dirigidos a la línea de flotación del fraude fiscal, envío mi particular obús al corazón del impune fraude electoral que tanto hace reír a los políticos y llorar a los votantes, pidiendo la creación urgente de un Tribunal Electoral que juzgue el engaño masivo cometido desde las tribunas políticas propagandísticas, porque los ciudadanos no merecemos tanto desprecio personal, subestimación de derechos, insulto político, agravio a la dignidad ciudadana y ultraje al sentido común.

NUEVA TOMADURA DE PELO

NUEVA TOMADURA DE PELO

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La comparecencia en el Congreso del presidente del Tribunal de Cuentas, don Ramón, hijo del expresidente del Congreso y Defensor del Pueblo, Álvarez Miranda, solo puede calificarse de tomadura de pelo por su descarada falta de coherencia, impropia de quien lleva treinta años controlando las cuentas del Estado, los dos últimos como presidente del alto tribunal, caminando siempre de la mano de papá a todos los lugares por donde ha pasado, desde que fue elegido el diputado más joven del Congreso en 1979.

Decir que en el Tribunal de Cuentas no ha pasado nada irregular y que los cien cuñados, nueras, primos, esposas, exconsortes, sobrinos, parientes y vecinos que han entrado en la Institución lo han hecho por méritos propios, pone a la Institución es estado de sospecha. Pero prometer al mismo tiempo que se va a modificar el proceso selectivo para evitar irregularidades, es una contradicción indigerible por mentes sanas, que pasa por tomadura de pelo colectiva y concluye en insulto cuando el presi afirma que la “gran familia” del alto Tribunal se debe a vocaciones domésticas heredadas en la camilla del brasero.

Alguien tendría que decirle a don Ramón que nadie en el país puede creerse tantas casualidades y capacidades familiares, sin sospechar una segunda verdad, que el diccionario social define como nepotismo desmedido a favor de parientes beneficiarios de semejante canonjía funcionarial; amiguísimo favorable a los amiguetes, quebrantando el derecho que a otros pertenece; y enchufismo, corruptela político-laboral que patrocina a los enchufistas.

Todo va bien y se hacen las cosas correctamente en la Institución, dijo su presidente, pero van a revisar la composición de los tribunales de oposición formado por cinco miembros de los cuales tres son de la “casa”; también mejorarán la transparencia en las decisiones y la publicidad de las convocatorias; eliminarán los cargos de libre designación; y pedirán que se controle objetivamente su trabajo por organismos independientes.

Vale, señor presidente. Gracias por decirnos que a partir de ahora se hará todo eso, a pesar de que siempre se han hecho las cosas muy bien y cumpliendo estrictamente la legalidad. Pero, no aceptamos el insulto. ¡Ah!, y del sindicalisto que tiene nueve familiares en la Institución más vale no hacer comentario alguno para evitar querellas por insultos.

IMBÉCILES NO, POR FAVOR

IMBÉCILES NO, POR FAVOR

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Tradicionalmente, los políticos de todos los colores se han dedicado con machacona insistencia a insultar el sentido común de los ciudadanos, y eso no está bien. Pero en los últimos meses el empeño delirante Popular se ha incrementado de manera alarmante, llegando el oprobio ayer por la mañana a su más alta cota de menosprecio ciudadano, con las declaraciones de Cospedal.

Habla la señora de transparencia en el partido, al tiempo que cambia todos los cristales de las ventanas de Génova por tabiques opacos de ladrillos militantes, anunciando una comisión interna que investigue las cuentas internas del partido, para que sean los propios defraudadores quienes denuncien su fraude. Ya.

Dice María Dolores que el Tribunal de Cuentas está conforme con las cuentas blancas presentadas por el partido, mientras guardan en el rincón más oscuro de la sede toda la negrura acumulada durante años, para que Manolo, el hermano de Aznar, Margarita la ministra de Justicia del expresidente y otros miembros del Tribunal pertenecientes al Partido Popular, aplaudan la contabilidad blanqueada por sus amigos.

Proclama la Secretaria General que todos los datos publicados son falsos, menos los referidos a García Escudero, Jaume Matas e Ignacio del Burgo, que ya han cantado por bulerías la recepción de las cantidades aparecidas en la contabilidad “B” del partido, al tiempo que otros afinan las guitarras antes de iniciar su copla.

Sostiene la presidenta de Castilla-La Mancha que la divulgación de esas corruptas entregas pretende interrumpir el proceso salvador de España que está llevando a cabo el Partido Popular, cuando su intención es limpiar en juzgados y urnas, la mierda que está inundando el país procedente de los vertederos políticos.

Alguien debe hacerle saber dos cosas a la señora Cospedal. La primera, que los procesos de bunkerización como el emprendido ayer por ella en el Partido Popular, sólo conduce al suicidio de la gaviota. Y la segunda, que el pueblo ha superado hace años el test de Inteligencia Ciudadana, por lo cual no es posible engañarle con bolonias de tres al cuarto, ni teatralidades de mercadillo.

Podemos ser pacientes hasta la santidad para aguantar todo lo que estamos soportando. Podemos ser sufridores que llevamos con resignación los injustos recortes sociales. Hasta podemos ser perroflautas como nos ha llamado alguno de los suyos. Incluso podemos ser cobardes por no atrevernos a tomar las Instituciones y enviar a todos los políticos a penitenciar por el desierto. Pero imbéciles, señora Cospedal, no. Imbéciles, no, por favor.