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AMARILLO VADE RETRO

AMARILLO VADE RETRO

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Actualmente, recupera la cultura medieval del simbolismo su espacio en nuestra sociedad, adquiriendo el lenguaje del color un papel relevante, similar al que tuvo en la Edad Media, aunque su significado difiera del otorgado en aquel tiempo, como sucede con los independentistas catalanes que lucen bufandas, lazos, pañuelos camisas y paraguas amarillos pidiendo libertad para los presos condenados por tribunales de justicia, ignorando que ese color ha representado históricamente todo lo negativo que imaginarse pueda, como la falsedad, el engaño, la traición o la codicia.

Domina entre los segregacionistas el color amarillo en solapas, cuellos, carteles, estudios televisivos y portadas de periódicos con fines diferentes a los que dicho color representa en las banderas playeras amarillas que anuncian marejadas; en la prensa amarilla torticera; en los teatros desde que Moliere falleciera en la representación de su “Enfermo imaginario” luciendo ropa amarilla; o en los amarillistas que apoyan a patronos en las huelgas, siendo la fiebre amarilla una grave enfermedad viral infecciosa….

El significado del término “amarillo” queda definido en la propia palabra que lo determina, pues amarillo procede de amarellus y del latín amarus que significa “amargo”, pudiendo aplicarse a la palidez de quienes padecen ictericia causada por trastorno en la secreción de bilis o humor amargo con sonrisa de conejo.

Pigmento tradicionalmente relacionado en occidente con la infamia, la avaricia y la locura, siendo el color medieval representativo de lo negativo en quienes lo lucían, simbolizando en las miniaturas de los Beatos el caos, la violencia, el desorden, la turbación y el desconcierto, estando obligados a lucirlo las prostitutas, locos, delincuentes y traidores, con el fin de que fueran reconocidos a distancia.

De hecho, en la iconografía medieval expuesta en pinturas y vidrieras se representa a Judas de amarillo, simbolizando así la codicia y la traición, como puede verse en la catedral de Chartres o en la obra de Giotto expuesta en la capilla Scrovegni, aislando al traidor en una capa amarilla. Igual sucede en el Libro de las Horas de Rouen. Incluso en la aragonesa iglesia de San Salvador de Pallaruelo de Monegros puede verse el manto amarillo que cubre al traidor.

Todo ello permite concluir que el amarillo ha despertado en tiempos pasados sospecha, rechazo y condena por todo lo que representaba, aunque ahora se utilice con finalidad diferente, para solicitar la libertad de presos condenados en un Estado de Derecho por tribunales representativos de uno de los poderes del Estado.

ENGAÑO Y DECEPCIÓN

ENGAÑO Y DECEPCIÓN

Versodiario  17 :

Duele mucho la traición                                                                                                                    del amigo que aparenta                                                                                                                      ser de leal condición                                                                                                                          y castiga con la afrenta

ENGAÑO Y DECEPCIÓN

Ese es el orden, Sancho, diría don Alonso a su escudero con razón, porque siempre el engaño precede a la decepción, salvo en el caso de quien dicen que todo lo pudo y puede, porque su infinitísima sabiduría le llevó a la decepción, antes de producirse la traición de dos amigos íntimos, que hoy conmemora la Iglesia más Católica, más Apostólica y más Romana de la galaxia, en este martes santificado.

Sí, porque lo más doloroso para el Hijo de Dios no fue la traición en sí, sino que ésta fuera consumada por dos de sus incondicionales amigos íntimos, algo difícil de comprender en un Pastor que presumía de conocer perfectamente a todas sus ovejas, pero más aún a las que caminaban junto a él al frente del rebaño.

Y fueron dos los infieles: Judas, el delator, entregándolo a los matarifes por unas cuantas monedas; y Pedro, el futuro portero celestial, diciendo públicamente  que no le conocía ni sabía nada de él, antes de que el gallo del corral vecino cantara por tercera vez, cuando días antes había ofrecido su vida al Nazareno, a cambio de la suya. ¡Vaya pareja! O como diría quien ya lo dijo: ¡Menuda panda!

Con esta actitud mantenida por los inseparables hacia su Salvador ¿a quién puede extrañarle las puñaladas traperas que sus desvalidas criaturas recibimos con frecuencia de quienes dicen ser amigos nuestros?

Esto explica que en tiempos no lejanos yo mismo sufriera tres cornadas seguidas en el mismo espacio intercostal, que me tuvieron postrado a los pies de papeles amarillos dos jornadas enteras,  sin  recibir visita alguna de los cornúpetas que me empitonaron con ambigüedades calculadas en su propio beneficio.

Ya fuera de la UCI y con las heridas cicatrizadas por los abrazos recibidos de verdaderos amigos, absuelvo todo, a todos y todo lo olvido porque nunca he tenido memoria para daños directos o colaterales que fuera más allá de los primeros momentos de decepción que siguieron al engaño.