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CARTA AL PRESIDENTE

CARTA AL PRESIDENTE

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Mi respetado presidente:

Le escribo esta carta abierta en mi bitácora como desahogo de conciencia personal, sabiendo que mis palabras no van a llegar a su destino, ni pasarán de los amigos que visitan esta casa virtual que ya les pertenece.

Me dirijo a usted motivado por el hundimiento personal al que me han llevado las fechorías de su multimillonario tesorero Bárcenas, acrecentado por el desconocimiento que usted ha declarado tener de sus truhanerías, porque es difícil creer que un registrador de propiedades no registrara los bienes ajenos que tenía en su propia casa, ni llevara contabilidad de los sobres que desaparecían del cajón de su mesa. Discúlpeme, señor, pero no le creo, aunque mantenga la esperanzadora certeza de que usted no se ha llevado ni un lápiz que no le perteneciera.

Ni pícaros ni tontos merecen mi aprecio, pero si tengo que elegir entre ambos me quedo con los granujas porque los imbéciles no tiene redención, y debe ser usted muy necio para no darse cuenta de la mierda que ha pasado diariamente durante años por la puerta de su despacho, o muy cínico para negar lo que todos creemos.

Le pido, señor, que no insulte más nuestro sentido común porque estamos hartos de mentiras, falsas promesas, incumplimientos de contratos electorales y recortes. Le pido en nombre de millones de ciudadanos, que corte de una vez esta sangría de dolor, decepción y frustración que tenemos, porque de lo contrario todos nos arrepentiremos de lo que pueda suceder, y no merecerá usted el perdón por el naufragio.

Le pido que aproveche la oportunidad única que le brinda la historia para hacer justamente lo contrario de lo que está haciendo, esperando que su conciencia camine en sentido opuesto al nos obliga a marchar a los inocentes de la tragedia.

Le pido que elimine privilegios de los que menos sufren las medidas que usted aplica, porque les sobra todo aquello que les falta a quienes su Gobierno está reduciendo a la nada material, nulidad social, ruina personal y hundimiento familiar.

Le pido que exija sacrificios a los depredadores del reino, dirigiendo la tijera hacia quienes disponen de más tela económica que cortar, y deje en paz con su mendrugo de pan a los que sólo reclaman sobrevivir.

Le pido que evite especulaciones abusivas de usureros sin escrúpulos, más preocupados por la eslora de su barco que por los masivos desahucios que imponen a los desvalidos, sin mover una pestaña.

Le pido que aumente la carga impositiva a los propietarios de las grandes fortunas del país, exigiéndoles una mayor contribución, evitando que sean los indefensos ciudadanos quienes alimenten la caja común, mientras los defraudadores toman piña colada en paraísos fiscales.

Le pido que elimine las subvenciones oficiales a organizaciones de libre afiliación, como son los partidos políticos, sindicatos, iglesia y patronal, empleando esos millones de euros en beneficio del pueblo, su legítimo propietario.

Le pido que rebaje los sueldos y privilegios de políticos profesionales, eliminando de sus cargos a los incompetentes que van por las alfombras oficiales con el carnet del partido en la boca como único mérito para gobernarnos, por mucho que miren al cielo, enviándoles a sus puestos originales de trabajo donde realizarían un servicio más eficaz a la patria que dicen amar y defender.

Le pido que acabe con los herejes políticos y corruptos que infestan los partidos; que ejemplarice la vida pública; y que no juegue a la sumisión del timorato. Niéguese a la obediencia debida. Declárese insumiso a todo aquello que cause dolor a sus convecinos. Rechace el saludo de los mediocres. Evite la vulgaridad política, y pasará a la historia como el gobernante que liberó a su país del lodazal en que estaba enfangado por obra y gracia de los corruptos y el capitalismo feroz que terminarán por devorarlo todo.

Si se niega a liberarnos, la moral pública no se abrirá paso entre la mierda que nos rodea para reflotar el país sobre la voraz arena movediza que terminará engulléndonos a todos irremediablemente, incluido usted y todo su séquito, como ocurrió en las revoluciones de 1879, 1917, 1948 y 1959.

Ahora o nunca llegarán al pueblo soberano estas gracias que esperamos del presidente. Tenga la seguridad de que si en estos momentos de dolor resignado, indignada frustración, decepcionante futuro, inmerecido castigo y sufrimiento injusto, usted se empecina en seguir por el camino del hundimiento social, nadie va a rescatarnos del pozo deprimente donde nos entramos.

NO ME QUEDAN VESTIDURAS QUE RASGAR

NO ME QUEDAN VESTIDURAS QUE RASGAR

La pérdida de los derechos sociales conquistados tras muchos años de luchas y desvelos, obliga a recomenzar de nuevo el camino hacia la recuperación de lo perdido, aunque en ello dejemos juventud y canas en la gatera.

“Hemos vuelto al siglo XVIII”, me decía mi querido Juan con la indignación propia de quien está siendo testigo en primera línea del abuso y desprecio de una minoritaria clase dominante, que amenaza con devastar todo lo que se encuentra a su paso, como caballo de Atila disfrazado de pervertida democracia.

Al hijo de Juan nada le vale el título universitario que tiene para que le obliguen a perforar el suelo con un martillo neumático abriendo una zanja que nada tiene que ver con el oficio para el que le han contratado. O que le reconozca el patrón que tiene derecho a 15 días de vacaciones, pero que si los toma no vuelva por la oficina.

Peor beneficio ha tenido su mujer, licenciada en medicina, a quien le han aplicado al pie de la letra la reforma laboral, enviándola al paro de la noche a la mañana, sin indemnización alguna y después de llevar 23 años resolviendo los problemas sanitarios de la empresa propietaria de un borracho, al que tuvo que atender muchas veces para aliviarle la embriaguez crónica que padecía.

Triste estampa que hoy denuncio indignado en mi bitácora, convencido que cualquiera de los lectores podría referir casos semejantes de amigos o familiares que están pasando por situaciones análogas, sin rodearse el cuerpo de cartuchos y abrazar a los responsables de su desgracia, antes de explosionarlos, porque el cariño y apoyo de familiares y amigos amortigua la tragedia que les ha tocado vivir, sin tener culpa alguna en la desgracia.

UN AÑO INDIGNADOS

UN AÑO INDIGNADOS

La celebración del aniversario del 15-M no debe ser para recordar el movimiento ciudadano surgido hace un año, sino para relanzar la lucha contra una situación que lejos de mejorar, cada día nos hunde más en el fango, mientras los responsables de la crisis sobrevuelan las tierras movedizas que terminarán por engullir a los inocentes de la tragedia.

No es el enriquecimiento fácil de unos pocos a costa de los demás, ni el abuso de empresarios sobre trabajadores aprovechando la demanda de empleo, lo que preocupa. Ni siquiera los 430 puntos de la prima de riesgo o los porrazos, gomazos y pelotazos que les esperan a los más comprometidos del movimiento 15-M.

Tampoco inquieta la corrupción que campa por sus respetos. Ni la dudosa honradez de los parientes reales. Ni los usureros que explotan la forzada miseria de los desfavorecidos. Ni el infamante despilfarro autonómico.

No es culpable de la frustración el nepotismo reinante. Ni la incompetencia instalada en despachos oficiales. Ni el amiguismo como forma de selección de los empleados públicos. Ni el favoritismo discriminatorio. Tampoco perturba la degradación moral y falta de ética social reinante.

Ni siquiera el silencio de la Iglesia ante la tragedia nos afecta. Ni los retrasos en las sentencias judiciales. Ni el descaro de los tramposos. Ni las enfermizas amputaciones sanitarias. Ni los incultos recortes educativos.

Todos son hechos que ocurren, por mucho que escandalicen la ética más rudimentaria. Episodios que causan dolor en las más puras entrañan y provocan la indignación ciudadana, aunque nadie se atreva a tomar la Bastilla.

Indigna la impotencia de no tener las llaves de las cárceles para meter en ellas a todos los delincuentes de guante blanco y a los mentirosos de palabra falsa que andan sueltos por los despachos.

Indigna la frustración de no poder acabar con Ayuntamientos cuyo único vecino es el alcalde, Diputaciones dislocadas, Autonomías despilfarradoras y Senado inoperante.

Indigna no poder evitar el gasto en indemnizaciones millonarias; en sueldos desproporcionados a consejeros; y en ofensivos privilegios políticos que gozan quienes no los merecen.

Indigna el fracaso colectivo de millones de ciudadanos incapaces de coordinarse y unir esfuerzos para desterrar los desvergonzados mamones que chupan sin escrúpulo ni conciencia de la teta común, y a políticos incompetentes que no buscan más solución que su futuro.

Indigna que pase el tiempo sin desgranar el último pétalo de la margarita para evitar el tornado que zarandea el país amenazando con devastarlo todo, porque aquí nadie va a ganar como no ganemos todos.