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LUTO ZAINO POR ROMPESUELAS

LUTO ZAINO POR ROMPESUELAS

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Se llama “Rompesuelas”, no por las suelas que ha roto, pues los toros no tienen suelas. Nació hace seis años en la tierra pacense de los herederos del Conde de la Corte. Pesa 640 kilogramos. Se han pagado por él 6.000 euros. Tiene marcado a fuego el número 114 sobre su pelaje negro bragado meano. Y a esta hora de la madrugada descansa en un corral sin saber que a las 11 de la mañana será martirizado, lanceado y ajusticiado.

“Rompesuelas” es un animal inocente de toda culpa cuyo único delito es haber nacido, que hoy será condenado a tortura sangrienta, lenta agonía y cruenta muerte, para regocijo, disfrute y festejo de otros animales catalogados como superiores por su capacidad para razonar, pensar y sentir, aunque no todos acrediten poseer tales valores.

Mientras escribo estas líneas con tanta impotencia como indignación a las cuatro y media de la mañana, el toro descansa en el corredor de la muerte, los picadores de a pie ajustan coraza, fajas, cinturones y polainas para el desigual torneo, y los lanceros a caballo preparan sus monturas y acarician con afecto a los corceles que montarán, como si estos tuvieran atributos merecedores del indulto que niegan al morlaco.

Unos y otros limpian sus armas blancas para hacer más visible la sangre del animal que será lanceado esta mañana en el Campo del Honor de la vega tordesillana del río Duero, a su paso por la muy ilustre, antigua, coronada, leal y nobilísima villa de Tordesillas, donde murió Juana la Loca, sin que existan pruebas de que transmitiera su locura a los matarifes y a la parte de población que los vitorea.

No comparto el debate abierto sobre si el Toro de la Vega es tradición a conservar o maltrato a eliminar, porque los dos términos de semejante disyuntiva se armonizan y hermanan en la misma irracionalidad por tratarse de una tradición maltratadora o de un maltrato tradicional, sin redención posible, mantenida desde la Edad Media cuando a los árabes invasores se les ocurrió la inhumana idea.

PREGÓN DE MUERTE

PREGÓN DE MUERTE

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De orden del señor alcalde, se hace saber a todos los infanzones, caballeros, damas, mercaderes, artesanos, vecinos, frailes, monjas, aristócratas, peregrinos, villanos y forasteros llegados a la villa de Tordesillas desde todos los rincones de la piel de toro, que hoy martes 16 de septiembre del año de gracia 2014, a las once en punto de la mañana, con permiso de la autoridad y aunque el tiempo lo impida, se dará el “toque del reloj suelto” con disparo de bombas y cohetes anunciadores del famoso y único espectáculo taurino de tortura animal llamado “Lidia del toro de la vega”, conocido popularmente como lanceamiento inmisericorde de un bravo animal de casta española, que espera en el corredor de la muerte a ser varias veces apuñalado por lanzas en interminable agonía de dolor, hasta que un lancero inscrito de antemano en el grupo de matarifes, le dé una puñalada certera, entre el regocijo de miles de animales supuestamente racionales que aplaudirán el macabro juego de mil lanzas a caballo contra dos cuernos afeitados.

A continuación de la tortuosa matanza, el grupo de dulzaineros “La Besana” acompañará al gran matarife hasta el Ayuntamiento, donde el grupo de danzas “Juana I de Castilla” bailará la “Jota del Toro de la Vega” en la Plaza Mayor, rindiendo homenaje al vencedor tras el anacrónico y desigual combate entre la piel del astado y mil lanzas de acero.

Guardarán la paz y el orden ciudadano en la ancestral degollina, cientos de guardianes del orden y protectores civiles de tan anormal normalidad, invitando el señor alcalde a seguir la diversión de lanceamiento a la seis de la tarde en el recinto taurino de la villa, donde serán rejoneados hasta la muerte seis toros que han vivido felices en Castillejo de Huebra hasta el día de hoy.

Este pregón ha sido cantado en plazas y mentideros, cumpliendo orden del alcalde y los deseos vecinales, el dieciséis día del mes de septiembre del año del Señor de dos mil catorce, con afonía y dolor del pregonero que no pide monedas ni aplausos por el relato, dándose por satisfecho con no asistir al folclórico acuchillamiento del elegido toro “Elegido”, a manos de animales de la misma especie que este avergonzado pregonero, en el acto central de las fiestas patronales  ¡ en honor a la Virgen de la Peña !

ABDICACIÓN DEL EMPERADOR

ABDICACIÓN DEL EMPERADOR

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La opacidad crónica de la Casa Real, ocultando los verdaderos motivos que han llevado al rey Juan Carlos a la abdicación por boca de Rajoy, nos obliga a pensar en causas que nada tienen que ver con la oportunidad del momento, sino con Urdangarín, mala salud, problemas internos, negocio político familiar, desgaste de imagen, presiones, recesión, crisis política, escándalos varios, actuaciones desafortunadas, creciente antimonarquismo,…

Opacidad que contrasta con la abdicación del emperador Carlos a favor del segundo Felipe de la Casa, por el disgusto que se llevó al legalizarse el luteranismo en Alemania con La paz de Augsburgo, permitiendo a los príncipes luteranos ejercer libremente su religión e imponérsela a los súbditos, desvaneciéndose de esta forma la gran ilusión del Emperador de lograr una Alemania íntegramente católica.

En ese momento dio un giro la política expansionista del catolicismo que con tanto ardor había defendido el padre de Felipe II, a pesar de la oposición de algunas naciones europeas. Su fracaso al no lograr la unidad religiosa del Imperio le hizo abandonar el poder, manteniendo la unidad política.

Así ocurrió la abdicación del Emperador Carlos, seis meses después de morir su madre, la reina Juana, cautiva por él en Tordesillas durante más de treinta años. Se celebró la ceremonia en la gran sala del palacio de Bruselas, dejando a su hermano Fernando: Austria, Bohemia y Hungría; y a su hijo Felipe, España y las Indias, en una ceremonia sencilla reservada a su imperial voluntad.

Al año siguiente y una vez que su vástago fue proclamado rey con el nombre de Felipe II, emprendió viaje a la provincia de Cáceres, siendo llevado en andas por varios porteadores hasta el Monasterio de Yuste en unas jornadas muy duras, como atestiguaron los vecinos que vieron su traslado por el valle del río Jerte, en el último tramo de su viaje al citado Monasterio.

Cuando murió, fue llorado por el resto de sus seis hijos legítimos, mientras los cinco descendientes extramatrimoniales que vinieron al mundo con estrecha colaboración real en cama confortable y silencio de cronistas, no guardaron buen recuerdo del todopoderoso padre que tuvieron, salvo Juan de Austria aunque el rey no conociera a Jeromín hasta poco antes de morir en el Monasterio de Yuste.