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EL PLACER DE CONVERSAR

EL PLACER DE CONVERSAR

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La conversación tiene poco que ver con la tertulia, aunque ambas estén vitalizadas por personas a través de la palabra, pues la conversación reporta valores y placeres que la tertulia ignora, llegando la conversación donde la tertulia no logra asomarse ni por el ojo de la cerradura.

El juego social de la tertulia brinda al huero tertuliano la oportunidad de oscurecer con palabras su falta de ideas y le da la posibilidad de engañar, algo que no tiene cabida en la conversación porque en ella domina el sentimiento, la verdad, el afecto y la confidencia, como puntos cardinales que la conforman y limitan.

De no ser así, la perversión toma cuerpo en ella, espantando los valores que la justifican y haciendo de la moral, maldad; de la honestidad, vileza; y vicio de la virtud.

En la conversación no cabe hablar por hablar sin contenido alguno, ni alejar de las palabras el alma o pretender hacer de ella lo que no es. Tampoco permite huir de las horas como proponía Ovidio, ni concede espacio a la erudición, ni abre las puertas a la pedantería, ni autoriza la mentira, ni tolera la soberbia.

La conversación exige a los elegidos para ella, nobles aspiraciones, altura de miras, generosidad sentimental, sinceridad en la palabra, vocación de consenso, derrota de la derrota, condena de la prisa, destierro de la superficialidad y acercamiento de espíritus.

Pocos placeres pueden compararse al que reporta conversar con alguien querido poniendo el alma sobre la mesa, colgando las dudas en el perchero, dando lo que no se tiene, compartiendo lo reservado para uno mismo, hermanando las almas y vertiendo las confidencias como preciado tesoro, para robarle a esta chapucera vida un puñadito de felicidad.

ADVERTENCIA

ADVERTENCIA

Que nadie se llame a engaño. Los ciudadanos que deseen mantener hoy día el equilibrio emocional necesario para sobrevivir en la jungla que habitamos por culpa de los de siempre, deben mantener un estado de alerta permanente porque a la primera de cambio pueden verse enfangados en intereses ajenos,  ser cómplices de rentables mentiras para quienes las promueven y sufrir idénticas manipulaciones a los muñecos de un guiñol, por quienes dominan los medios de comunicación, verdaderos creadores de opinión en aquellos que no están suficientemente despiertos.

Saber leer un periódico con objetividad y criterio personal. Asistir a una conferencia con la mente prevenida por lo que pueda llegar a nuestros oídos. Participar en una tertulia con sordina a palabras necias y opiniones ajenas tomadas de terceros. Ver un noticiero televisivo con filtro inteligente de imagen y sonido. Y poner un velo a toda la bazofia dispersa en páginas de periódicos, emisoras de radio y pantallas televisivas, es una exigencia de nuestro tiempo para todo el que quiera ser dueño de sus propios juicios, sentimientos y opiniones.

Estad alerta amigos porque el depredador social no descansa en su insaciable búsqueda del incauto, el crédulo o el imbécil para llevarlo a su redil y obtener de él cuanto ambiciona para satisfacer su ambición de poder y dinero. Seductor de mentes ingenuas, siempre con el ojo en el punto de mira sobre las piezas desprevenidas para cazarlas al menor descuido de éstas.