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A VUELTAS CON STRAUSS-KAHN

A VUELTAS CON STRAUSS-KAHN

Sin juicio ni sentencia, no cabe otra opción que reflexionar en voz alta sobre lo ocurrido evitando hacer juicios de valor y descalificaciones personales, por mucho que el cuerpo nos las pida y tengamos las vísceras patas arriba, ante la imposibilidad de digerir la rueda de molino con que este hombre pretende engañar a jueces, jurado, familiares, ciudadanos y periodistas, declarándose inocente, como si todos estuviéramos afectados de la trisomía correspondiente.

Los que estamos de acuerdo con el pachecazo del alcalde jerezano, nos hemos sorprendido al ver que hay países donde a primera vista todos los ciudadanos son realmente iguales ante la ley, no dependiendo inicialmente de cuentas corrientes, intervenciones políticas, abogados mediáticos o presiones extrajudiciales,  y nos agrada ver que una humilde empleada puede enviar a la cárcel al poderoso que mancilla su dignidad. Esto nos ha permitido comprender por qué en el emblema de la justicia la dama que la representa  lleva los ojos vendados, igualando a todos ante la ley, por mucho que a los paisanos de Dominique les haya molestado verlo esposado en la pantalla.

Yo creo que en vez de ir esposado y con dos guardias a cada lado, debería llevar una camisa de fuerza,  tres psiquiatras, dos psicólogos y media docena de sanitarios a su alrededor, porque hay que tener la pinza muy suelta para ir por el mundo con un falo en la cabeza, en vez de llevar la castración que exige ser el máximo responsable de estabilizar el sistema financiero mundial. Semejante perdida de sentido de la realidad circundante, nosotros la hemos bautizado como “Síndrome de la Moncloa”,  conjunto de alteraciones que presenta un sujeto cuando el exceso de poder nubla la razón del afectado que llega a considerarse por encima de todo y de todos, aislándose en su torre de marfil con su infinito poder y sabiduría.

Es ejemplarizante esta acción de la justicia para los delincuentes de guante blanco, que pueden pasar de la seda al trapo en pocos minutos, entre aplausos del respetable que ve garantizada su dignidad y derechos, al tiempo que la democracia sale fortalecida.

Tan poderoso caballero pasó en tiempo inapreciable del avión en clase vip al austero furgón policial; del lujoso hotel a la celda penitenciaria; del colchón de látex al jergón; de las pulseras de oro a las esposas; y de la escolta protectora a los guardias de vigilancia. Todo ello por confundir la dignidad humana con una toalla de papel, que después de usada se arroja despectivamente al cubo de desperdicios.

Locura que confirma el envite irracional que se ha hecho a sí mismo el señor Strauss, apostando todo por nada, al arriesgar su carrera, prestigio, patrimonio, familia, lealtad, y futuro, por un capricho de apenas veinte segundos de discutible placer.

Pero no os hagáis ilusiones. Este acusado de acto sexual criminal, intento de violación y detención ilegal, es defendido por Benjamín Brafman experto en ganar juicios a famosos en iguales circunstancias, quien ya ha declarado que su defendido será absuelto. Algo que pretende conseguir mancillando a la denunciante con la ayuda de agentes de la CIA, contratados para buscar mierda bajo las enaguas de la empleada, lo que permite anticipar que veremos llorar a la justicia con la venda en la mano.