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Etiqueta: sonrojo

GENERACIÓN

GENERACIÓN

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En el tren de la vida que camina hacia la estación término, ocupamos el vagón de cabeza las personas que llegamos al mundo en el furgón de cola, cuando la hambruna, escasez, miseria y pobreza derivadas de la incivil guerra, era el plato nuestro de cada día, sin que ello sea hoy motivo de sonrojo, sino de humilde presunción.

No hay tinte vanidoso en el orgullo de pertenecer a una generación ya jubilada y sustituida por el colectivo de ciudadanos que forma la nueva savia bruta que circula por los vasos leñosos de una sociedad vertiginosa, que camina con rumbo marcado por los hacedores de vidas ajenas.

Orgullo de ser miembro de una gran familia generacional que trabajó con austeridad, sacrificio y generosidad en la construcción de su propia vida, en medio de un camino empedrado y lleno de trampas, donde una caída significaba el quebranto de la esperanza.

Combate diario tuvimos, no agotado en nuestra propia salvación, ya que prolongamos la lucha más allá de la autorredención, haciendo por nuestros hijos el trabajo que a ellos correspondía, en un intento de evitarles lo que debíamos promover, dándoles la protección, estabilidad y caprichos que a nosotros nos faltaron.

Tantas dificultades, renuncias, privaciones y sacrificios, nos hicieron jurar ante Dios que nuestros hijos no pasarían por semejante calvario, y no estoy seguro del acierto, pues con tal decisión eliminamos en ellos los valores  que a nosotros nos permitieron salir del pozo en que nos abandonó la posguerra.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

PREGUNTAS CON RESPUESTA

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Circulan por los mentideros sociales preguntas con respuestas en sordina, para evitar la indignación del sentido común, el sonrojo de la justicia y la rebeldía de la sangre. Interrogantes que hieren el alma, repugnan a la razón y agotan los insultos del diccionario, sin que las respuestas puedan ser compensadas por otras virtudes sociales, sino con la primera revolución del siglo XXI, que está llamando a la puerta.

¿Por qué los políticos mantienen sus privilegios y sueldos, mientras recortan derechos y salarios de los ciudadanos? Porque ellos deciden sobre sus condiciones de vida y sobre las condiciones de vida de los demás.

¿Por qué los políticos incumplen unilateralmente el contrato que hicieron en las urnas con los votantes en su programa electoral? Porque pueden pervertir impunemente la democracia, dándola por concluida en el escrutinio de papeletas.

¿Por qué los gestores públicos necesitan asesores para el ejercicio de la función que tienen encomendada? Porque para ocupar un cargo político no se precisa acreditar competencia alguna en el área que se administra.

¿Por qué la corrupción política – por acción, omisión o silencio- se ha convertido en la cultura dominante entre el grupo que gobierna a los ciudadanos? Porque la impunidad campa por sus respetos en los tribunales de justicia.

¿Por qué el despilfarro de las arcas públicas se ha convertido en moneda de curso legal en las Instituciones? Porque los gestores disparan con pólvora ajena y de tres se llevan una o dos, según los casos.

¿Por qué los delincuentes políticos se salvan de ir a la trena? Porque el poder legislativo del que forman parte los facinerosos sociales deja abiertas rendijas por donde escapar de la sombra.

¿Por qué los miembros de los Consejos de Administración de las Cajas de Ahorro arruinadas por ellos se han llevado indemnizaciones y jubilaciones millonarias? Porque han sido jueces y parte en el reparto.

¿Por qué la sanidad pública va camino de la privatización? Porque quienes privatizan se benefician de ello sin merma de recibir asistencia en la sanidad pública cuando la necesitan.

¿Por qué la educación de los ciudadanos interesa poco a los gobiernos? Porque su rentabilidad política es a largo plazo y los electoreros han de llevarnos a las urnas cada cuatro años.

¿Por qué la justicia no es igual para todos los ciudadanos? Sencillamente, porque la justicia no es igual para todos los ciudadanos y, en palabras de un alcalde sancionado, “es un cachondeo”.

¿Por qué hay miles de aforados en España? Porque los beneficiados con ese favor legal tienen mucho que ocultar y muchas querellas que eludir en los tribunales ordinarios donde somos juzgados los vasallos.

¿Por qué la justicia del piso superior está politizada y los altos tribunales mediatizados? A esto, que respondan, magistrados, jueces, fiscales, secretarios, gestores y tramitadores judiciales, que de ello saben mucho y callan todo.

DEVALUACIÓN MORAL

DEVALUACIÓN MORAL

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El desprecio a los valores éticos de la élite social ha propulsado a la órbita política, laboral, eclesiástica, judicial y financiera, un satélite artificial protegido exteriormente por una chapa impregnada con indeleble impunidad, tornillos desvergonzados que ajustan la codicia a los sillones y prepotente motor de mando lubricado con cinismo inoculado en las venas del tejido político.

El paso adelante dado por los granujas institucionales en los últimos tiempos presenta una grosería similar a los burdos tirones de bolso de los rateros que han perdido la blancura de guante que tenían en otro tiempo los carteristas, porque el sonrojo que sentían los antiguos corruptos en épocas recientes, se ha tornado en prepotente e insultante desvergüenza en los actuales.

Los vigentes dogmas morales decretados por los enviciados con sus bulas politicales, les permiten insultar al pueblo con descaro, pervertir la democracia, contaminar la justicia, mercenariar servicios, incumplir promesas, conculcar leyes, mentir sin inmutarse, secuestrar libertades y amordazar bocas.

Condenadas al olvido en el sótano oscuro de las galeras, reman inútilmente a contracorriente, aquellos valores que vivificaron la sociedad en tiempos de sequía, cuando al amparo de la solidaridad se cobijaba el honor, la verdad, el sacrificio, la resiliencia, el respeto, la generosidad, el perdón, la honestidad, el desprendimiento, la educación y la responsabilidad.

El temor al instinto depredador de los felinos rectores, se ha tornado en pánico en las chabolas hacia los decretos exterminadores promulgados por creyentes católicos ante los reclinatorios eclesiásticos, conculcando el mandato evangélico de amar al prójimo, liberar la pobreza y condenar al rico, entre golpes de pecho y sobredimensionados ojos de aguja, para que ellos mismos quepan por el falso orificio de la salvación que no llegará jamás a sus almas.