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Etiqueta: sociedad

GENERACIÓN

GENERACIÓN

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En el tren de la vida que camina hacia la estación término, ocupamos el vagón de cabeza las personas que llegamos al mundo en el furgón de cola, cuando la hambruna, escasez, miseria y pobreza derivadas de la incivil guerra, era el plato nuestro de cada día, sin que ello sea hoy motivo de sonrojo, sino de humilde presunción.

No hay tinte vanidoso en el orgullo de pertenecer a una generación ya jubilada y sustituida por el colectivo de ciudadanos que forma la nueva savia bruta que circula por los vasos leñosos de una sociedad vertiginosa, que camina con rumbo marcado por los hacedores de vidas ajenas.

Orgullo de ser miembro de una gran familia generacional que trabajó con austeridad, sacrificio y generosidad en la construcción de su propia vida, en medio de un camino empedrado y lleno de trampas, donde una caída significaba el quebranto de la esperanza.

Combate diario tuvimos, no agotado en nuestra propia salvación, ya que prolongamos la lucha más allá de la autorredención, haciendo por nuestros hijos el trabajo que a ellos correspondía, en un intento de evitarles lo que debíamos promover, dándoles la protección, estabilidad y caprichos que a nosotros nos faltaron.

Tantas dificultades, renuncias, privaciones y sacrificios, nos hicieron jurar ante Dios que nuestros hijos no pasarían por semejante calvario, y no estoy seguro del acierto, pues con tal decisión eliminamos en ellos los valores  que a nosotros nos permitieron salir del pozo en que nos abandonó la posguerra.

DEL PARO A LA REVOLUCIÓN

DEL PARO A LA REVOLUCIÓN

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La comisaria europea de Empleo, Marianne Thyssen, ha manifestado en varias ocasiones que el alto nivel de paro juvenil en España es «insostenible», porque casi la mitad de nuestros jóvenes están ociosos, de brazos cruzados y sin futuro laboral, mirando unos para la frontera y otros esperando resignados a que pase un temporal que los meteorólogos sociales predicen largo, duro, profundo y duradero con aguas torrenciales que los mantendrá durante años en las tierras movedizas del paro.

Dicen que tenemos la juventud mejor formada de la historia, pero a la mitad de ellos se les niega la posibilidad de demostrarlo, y una gran parte de los que pueden demostrarlo tienen que hacerlo en lugares alejados de la tierra que les vio nacer, tras recibir una formación y pericia profesional que aprovechan quienes nada hicieron por capacitarlos.

Esta situación nos obliga a revisar los fundamentos de una sociedad ensimismada en el presente, que desaprovecha los conocimientos, el vigor, la fortaleza y el empuje de su juventud, único garante del futuro al que la sociedad no llegará con éxito si mantiene su empeño en postergar a los jóvenes cuando más los necesita, porque el mejor camino hacia el progreso que todos deseamos no es taponar los vasos liberianos del cuerpo social impidiendo el paso de savia joven a la vida laboral, sino abriéndole sus compuertas.

De persistir la situación, solo cabe esperar una revolución juvenil contra el futuro que le impone una añeja sociedad, ofreciéndoles sudores en tierra extraña o dolores de supervivencia doméstica al amparo familiar, con el peso de la frustración a la espalda y la indignación en el alma, venciendo con su rebeldía la desigualdad discriminatoria que sufren al pairo de la vida.

¿ JUBILACIÓN O CREACIÓN ?

¿ JUBILACIÓN O CREACIÓN ?

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La entrada en vigor de la Ley de Pensiones de 2013, obliga a los creadores mayores de 65 años a elegir entre cobrar la pensión de jubilación o percibir los derechos de autor por los libros escritos, siendo calificada la norma como absurda, injusta y destructiva de la cultura, en palabras del afectado Premio Cervantes, Antonio Gamoneda.

Esta norma incompatibiliza jubilación y creación sin explicación lógica alguna ni argumento socialmente compartido, que traducido en términos reales significa un gran portazo a la cultura, pues habrá escritores, músicos y artistas obligados a renunciar a la creatividad, para recibir la pensión de jubilación.

Golpe bajo de fatales consecuencias para el desarrollo intelectual del país, que impide a muchos autores seguir escribiendo en el momento de mayor experiencia personal, madurez creativa y sabiduría literaria, privando a la sociedad de sus aportaciones, pues la mayoría de ellos perciben pensiones por haber trabajado en oficios ajenos a la actividad literaria, compaginando ambos trabajos, privándoles ahora de poder dedicarse a tiempo completo a la escritura para beneficio de todos.

Entre los “ilegales” ingresos por derechos de autor de los escritores jubilados se incluyen también las obras escritas antes del retiro, con el agravante de que sus libros pasarán a ser de dominio popular a los ochenta años de su muerte, como le sucederá a Caballero Bonald, Eduardo Mendoza y Javier Reverte, por citar otros tres escritores afectados por la norma.

Tal situación pone de manifiesto el desprecio político por la cultura, como idioma universal y bien patrimonial eterno que supera el tiempo, desconoce fronteras, deleita el espíritu, hermana pueblos, proporciona sabiduría, poliniza la sociedad, humaniza a los humanos, promueve el desarrollo, garantiza libertades, concilia adversidades y hace la vida más serena, complaciente y feliz, en medio del estercolero insolidario y ambicioso donde estamos abducidos por el materialismo de un poder gobernado por la codicia.

SOLEDAD POST-ELECTORAL

SOLEDAD POST-ELECTORAL

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Pasado el rubicón electoral, vagan por los pasillos de las sedes partidistas y se esconden en los rincones sociales los aspirantes a escaños que han sido rechazados por las urnas, sin encontrar consuelo en las palmadas de ánimo que le dan en la espalda los compañeros afortunados por el recuento de las papeletas.

Estos cadáveres políticos sufren desprecios desconocidos por los muertos naturales, al mantener la sensibilidad que tanto les hace sufrir cuando el teléfono deja de sonar; sus nombres desaparecen de los medios de comunicación; las crónicas de sociedad se olvidan de ellos; y les sobra el vestuario acumulado en el armario durante el tiempo que estuvieron entretelados al sillón.

Tales aspirantes frustrados pierden el poder, pero no la emotividad, por eso les aflige ver que algunos se cambian de acera para no saludarles. Han perdido autoridad, pero mantiene la sensibilidad que les estristece cuando nadie les obedece. Tienen más tiempo libre pero nadie lo comparte con ellos. Carecen de privilegios, pero conservan intactas las fotografías rebeldes al olvido. Han perdido el mando, pero mantiene el deseo de mandar y se enojan cuando no se tienen en cuenta sus opiniones. Pierden influencia, pero recuerdan a quienes beneficiaron, sintiendo el arponazo de la decepción con quienes se olvidan de los favores recibidos. Sufren el drama de la indefinición existencial, porque cuando estuvieron “vivos”, evitaron que se supiera lo “vivos” que eran, y ahora que no “viven” quieren recordar a todos que siguen “vivos”.

Pero algo bueno les queda porque ahora disfrutarán de la paz doméstica, recuperarán amigos, darán nuevo rumbo a su vida y encontrarán refugio en la lealtad de los amigos adolescentes, restauradores de los jirones que las papeletas han dejado en sus vidas, luchando por conseguir el bastón de mando que tuvieron ocasión de acariciar y pasó por delante de su puerta sin detenerse.

TESORO DE LA VEJEZ

TESORO DE LA VEJEZ

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El abandono social de la palabra vejez me anima a rescatarla del pozo desamparado en que se encuentra, desterrada por expresiones edulcoradas como “tercera edad”, “senectud” o “ancianidad”, como si «vejez» hubiera envejecido y fuera necesario sustituirla por otra expresión para ocultar lo que solo ven aquellos que la miran de reojo.

Concibiendo toda la existencia del ser humano como una muerte lenta, es la vejez el destino biológico inexorable al que llegaremos si antes no pagamos con la vida la comparecencia ante lo irremediable, por mucho que nuestro deseo se empeñe en prolongar el viaje en el tren de la existencia, retrasando su llegada a la estación término donde la vejez espera a quienes permanecen en la vida dando sentido a su historia personal.

Así, la vejez puede verse con ojos terminales desde el exterior o con perspectiva interior que se beneficia de una privilegiada experiencia vivida, a la que sólo se accede con los años, cumpliendo la evidente ley de viaje irreversible decretado por la vida, caracterizado por una decadencia física progresiva que concluye con el abrazo a la innombrable parca.

La estadística no tiene argumentos para establecer cuando empieza la vejez, porque ésta no se deja atrapar con los números, sino cuando las deficiencias se transforman en deterioro continuo de facultades con perdida irreversible de éstas en sus aspectos físico, anímico y mental, obligándonos a pensar que la vejez hace acto de presencia cuando el organismo declina hacia un fallo sistémico terminal.

También parece claro que la metamorfosis del ser humano sigue camino contrario al del gusano que se transforma en mariposa, pues la vida termina convirtiendo a las personas en gusanos, siendo la continuidad en el deterioro de las facultades la característica principal de la vejez.

La sociedad fría, deshumanizada y especulativa donde vivimos, desprecia el divino tesoro de la vejez, sin percibir las consecuencia de tal abandono, porque los ancianos son sabios oráculos humanos que merecen ser escuchados con respeto y veneración, por la sabiduría que guardan, la experiencia que atesoran, la doctrina que profesan y la paz que transmiten.

ESTADOS DE AGREGACIÓN SOCIAL

ESTADOS DE AGREGACIÓN SOCIAL

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Durante muchos años expliqué a mis alumnos los estados de agregación de la materia, distinguiendo los cuerpos sólidos de las masas líquidas y las disgregaciones gaseosas, siendo estas las que flotan por encima de los dos primeros estados de la materia, debido a su baja densidad.

En la sociedad ocurre algo parecido, hay una parte sólida que aguanta todos los golpes, excavaciones, roturaciones y terremotos, por intensos que estos sean. Otra parte líquida, voluble, móvil y fluida, que se acomoda bien a las circunstancias, adaptándose a la vasija social que la contiene. Y una parte gaseosa que está por encima de ambas, moviéndose con facilidad por el espacio y ocupándolo todo aunque sean pocas las moléculas que lo forman.

Al estado de agregación sólido pertenecen las partículas ciudadanas más desfavorecidos por su menor tamaño, en continua agitación para sobrevivir, soportando altas presiones de capas superiores formadas por líquidos estabilizados en estratos intermedios y privilegiados gases que flotan sobre ellos.

Al estado líquido pertenecen moléculas estabilizadas socialmente, a quienes se añaden átomos gaseosos condensados por descenso de la temperatura financiera, especulativa y comercial que los mantenía en suspensión, junto a partículas sólidas fundidas por la excesiva vibración laboral.

Finalmente, forman el estado gaseoso social privilegiadas partículas minoritarias que se mueven libremente por el espacio, ajenas a toda contaminación ciudadana, sobrevolando por encima de sólidos y líquidos, a quienes ignoran, desprecian, presionan y envuelven con el desprecio que otorga la inmaculada protección de su escasa densidad solidaria.

CIVILIZACIÓN FUTURA

CIVILIZACIÓN FUTURA

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Sin permiso de los profetas oficiales, me tomo la libertad de bucear en el futuro que les espera a las próximas generaciones, cuando los que ahora pisamos la tierra no seamos siquiera ni un recuerdo en los descendientes de nuestros descendientes.

No es difícil predecir que la indiferencia inundará el aire de las ciudades desterrando la solidaridad a páginas históricas de pasadas épocas, cuando los humanos compartían el aire que respiraban, el agua que bebían y los trigales que nutrían el fraternal pan candeal de la mesa común.

Los parques urbanos se transformarán en aparcamientos de voladores vehículos individuales robotizados, y todas las asociaciones se asociarán para formar una gran sociedad anónima virtual, dominada por seres anónimos que decidirán sobre la vida de los demás, amparados en el anonimato.

No habrá fronteras porque desaparecerán las naciones y el mundo entero será un gran empresa donde sólo habrá productores y consumidores, sin derecho a tener derechos, ni ciudadanía, ni nombre, puesto los números usurparán definitivamente la personalidad individual de los sujetos.

En esa gran colmena universal, trabajará afanosamente una mayoría para alimentar a los amos del enjambre con jalea real que saldrá de las venas, pupilas y poros de la piel curtida por el desprecio de las cúpulas.

Se vivirá en la realidad virtual que dicte el Grandísimo Hermano desde su trono invisible de poder absoluto, haciendo olvidar a los terrícolas la sociedad orwelliana que vivimos, mueca despreciable del zarpazo que espera a quienes seguirán nuestros pasos en este sueño pasajero que es la vida.