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Etiqueta: soberbia

POLÍTICOS Vs. POLITIQUEROS

POLÍTICOS Vs. POLITIQUEROS

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Política viene del vocablo griego “polis”, ciudad, derivando del término “Politeia”, teoría referida al ordenamiento de la ciudad, es decir, al compromiso que adquieren los vecinos que gobiernan la vida de a los demás, de ejercer el poder honradamente a favor de quienes les han votado.

Hoy más que nunca, necesitamos políticos de raza, vocacionales y honrados en su estricto sentido, como personas dedicadas a trabajar generosamente en favor de la sociedad, diferenciándolos de politiqueros y electoreros, interesados en llegar al poder para ejercerlo en su propio beneficio, sin importarle el camino a seguir para conseguirlo.

Urge un rearme ético social, capitaneado por las fuerzas políticas, si queremos salir del fango en el que nos han metido la pandilla de oportunistas y trileros que han hecho del más grande oficio que ejercerse puede, un gremio enviciado de espurios intereses, sobrada codicia, ilimitada soberbia y manifiesta incompetencia para la misión que tenían encomendada.

Partidismo, despotismo, cinismo y manganismo han sido las señas de identidad de muchos polítiqueros que han gobernado España en tiempos de bonanza, librándose de ello el minoritario grupo conformado por quienes han trabajado honradamente a favor de la comunidad, sin ocultar las fechorías que veían pasar por la puerta de sus despachos.

Compromiso político de gobierno ejercido por la minoría que ha trabajado honradamente para mejorar la sociedad, poniendo la ética como norte de conducta en la tarea de gobierno, pretendiendo solamente la honrada administración de los bienes que pertenecen al pueblo y desterrando a las tinieblas a los politiqueros que han desprestigiado tan noble oficio.

LA SOBERBIA, DOLENCIA DE LOS TORPES

LA SOBERBIA, DOLENCIA DE LOS TORPES

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Engallarse altaneramente, estirar el gollete hasta salirse por el cuello de la camisa, falsificar la fe de nacimiento afirmando proceder de la pata del Cid, situarse fuera de la cuadrícula que cada cual tiene asignada, gritar en los mandatos, despreciar al adversario y ponerse calzas en los zapatos sociales aparentando mayor altura, son actitudes de personas acomplejadas, inseguras y mentalmente débiles que pretenden torpemente aparentar lo que no son y ponerse un peldaño por encima de su lugar.

Los individuos emocionalmente estables no deforman la realidad personal. Los ciudadanos sensatos no desequilibran su posición social. Las personas intelectualmente dotadas no necesitan disfrazar su altura para ser reconocidas en la historia. Los seres mentalmente fuertes, no demandan el préstamo de la opinión ajena. Quienes van sobrados de méritos propios, rechazan caretas y disfraces sociales, para recibir el aplauso que merecen.

Son los débiles soberbios quienes buscan fama dando brochazos a la Gioconda. Corresponde a los torpes vanidosos dinamitar valores humanos para evitar que otros hagan uso de ellos. Y aquellos que padecen enanismo mental han borrado del diccionario palabras como perdón, autocrítica y humildad, creyendo que así indultan su fatuidad.

Lo grave de la patología ensoberbecedora es que se trata de una enfermedad crónica sin tratamiento posible, caracterizada por una autosuficiencia vacua que lleva a la incompetencia crónica, asociada con alteraciones del pulso sociofamiliar y taquicardias amistosas capaces de bombear desprecio en los amigos, vilipendio en los vecinos y repulsa en los colegas.

Suelen padecerla los ignorantes que llegan al poder y el grupo de memos que se autosobrepone a los demás. Pero, sobre todos ellos, sufren esta dolencia los torpes incapaces de comprender que la sencillez y humildad abren de par en par las puertas del amor, la amistad, el entendimiento, la comprensión y el respeto.

GUERRAS

GUERRAS

Sin dinero, patrias, dioses, héroes, condecoraciones y marchas militares, no habría guerras ni matanzas, pues cualquiera de estos elementos es capaz de llevar al matadero a miles de ciudadanos en su nombre, no pudiendo evitarlo la sinrazón de los seres racionales, ni las inhumanas leyes que contribuyen a ello.

Podemos eliminar la música militar que no pudo levantar a Georges Brassens. También es fácil suprimir las condecoraciones que lucen en el pecho los matarifes y desterrar a los héroes borrando las listas de sus heroicidades. Incluso podríamos extraditar el dinero implantado de nuevo el comercio de trueque de las sociedades primitivas. Pero no podremos acabar con patrias y dioses, porque patrioteros y fundamentalistas religiosos nos lo impiden con el cetme en una mano y libros sagrados en la otra.

Sucede que la inmoralidad se hermana con la mortalidad para hacer de la vida una quimera inalcanzable en los campos de batalla, donde la locura colectiva cierra el paso a la razón, haciendo racionales a los seres vivos irracionales.

Cuando el odio nubla la razón y la codicia pervierte el sentimiento, viene la soberbia a enturbiar la retina que ve en el objetivo del arma un ser humano a través del visor, antes que los gatillos enloquezcan en trepidar funesto y una mano negra apriete el botón del exterminio.

Las guerras ordenadas desde los despachos blindados son pretextos que ocultan intereses espurios tras inexistentes razones que buscan hacer patrimonio propio con los bienes ajenos, expropiando a los débiles aquello que les pertenece.

Las guerras son nubes de humo coloreado de rojo por la sangre vertida sin justificación alguna, aunque los matarifes hablen de guerras pacíficas, inevitables exterminios y daños colaterales, para explicar la muerte de seres humanos, porque lo más parecido a una guerra perdida, lo más triste, es una guerra ganada.

EL PLACER DE CONVERSAR

EL PLACER DE CONVERSAR

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La conversación tiene poco que ver con la tertulia, aunque ambas estén vitalizadas por personas a través de la palabra, pues la conversación reporta valores y placeres que la tertulia ignora, llegando la conversación donde la tertulia no logra asomarse ni por el ojo de la cerradura.

El juego social de la tertulia brinda al huero tertuliano la oportunidad de oscurecer con palabras su falta de ideas y le da la posibilidad de engañar, algo que no tiene cabida en la conversación porque en ella domina el sentimiento, la verdad, el afecto y la confidencia, como puntos cardinales que la conforman y limitan.

De no ser así, la perversión toma cuerpo en ella, espantando los valores que la justifican y haciendo de la moral, maldad; de la honestidad, vileza; y vicio de la virtud.

En la conversación no cabe hablar por hablar sin contenido alguno, ni alejar de las palabras el alma o pretender hacer de ella lo que no es. Tampoco permite huir de las horas como proponía Ovidio, ni concede espacio a la erudición, ni abre las puertas a la pedantería, ni autoriza la mentira, ni tolera la soberbia.

La conversación exige a los elegidos para ella, nobles aspiraciones, altura de miras, generosidad sentimental, sinceridad en la palabra, vocación de consenso, derrota de la derrota, condena de la prisa, destierro de la superficialidad y acercamiento de espíritus.

Pocos placeres pueden compararse al que reporta conversar con alguien querido poniendo el alma sobre la mesa, colgando las dudas en el perchero, dando lo que no se tiene, compartiendo lo reservado para uno mismo, hermanando las almas y vertiendo las confidencias como preciado tesoro, para robarle a esta chapucera vida un puñadito de felicidad.

CARTA DE LOS REYES MAGOS A LOS DIPUTADOS

CARTA DE LOS REYES MAGOS A LOS DIPUTADOS

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Padres de la patria:

Hemos recibido la carta que nos habéis enviado con las peticiones de cada uno, y pasamos a responderos colectivamente, aunque sea costumbre de esta Casa Real no responder a las infinitas cartas que recibimos. Pero vosotros merecéis una respuesta por el atrevimiento y desvergüenza que habéis tenido pidiéndonos más prebendas, cuando sabemos  que habéis abusado del dinero ajeno, esquilmado cuentas ciudadanas sin pedir permiso, para colmaros de presentes.

Tenemos noticias de que os habéis regalado un teléfono iPhone 4S, un iPad, un PC para el despacho, un Módem 3G con datos pagados y un ADSL para vuestra casa, a los que sumar un despacho propio con asistente incluido. ¡Joder!, con padres de la patria como vosotros no puede extrañarnos que los ciudadanos prefieran estar huérfanos y nos hayan pedido un ángel exterminador que os lleve al otro barrio.

Cómo tenéis el descaro de pedirnos un helicóptero personal para vuestros desplazamientos, con piloto, médico, enfermera y asistente incluidos, si ya os pagan los vecinos el kilometraje, las dietas, los peajes, los taxis, los billetes aéreos en primera clase, trenes y barcos, y ¡hasta las multas de tráfico!

Tampoco podemos acceder al aumento de sueldo que nos habéis solicitado con cara de cemento armado, porque multiplicáis varias veces los desafortunados sueldos mileuristas que los trabajadores, centuplicando la prestación que reciben los cinco millones de parados y diez millones de pensionistas, sin contar lo que sumáis por cargos, comisiones, ayudas de alojamiento, manutención y viajes.

Tampoco podemos concederos la exención fiscal total que habéis demandado, porque tenéis bastante con no tributar por las dietas, alojamiento, viajes, manutención y cargos. Ni podemos ceder a otorgaros indemnizaciones por ausencias a los plenos,  bostezos en los escaños y nula participación en debates, pues ya tenéis bastante con que los ciudadanos os paguen la Seguridad Social, los derechos pasivos, la póliza de accidentes, las mudanzas y las jubilaciones.

No entendemos cómo es posible que guardando todo esto en la faltriquera de la estafa, tengáis el descaro de pedir sacrificios a los ciudadanos, asegurándoles que tendrán el Estado de bienestar que sea posible, es decir, ninguno.

Resumiendo:

Por vuestro cinismo al decir que no hay otra solución que arruinar al pueblo para salvaros vosotros y los depredadores que protegéis.

Por la avaricia de concederos a vosotros mismos todo lo que negáis a los votantes que os mantienen en la poltrona.

Por la gula que destiláis en los banquetes que pagan los mismos que recogen las migajas de pan que caen al suelo.

Por vuestra pereza congénita en la tarea, por las siestas que os echáis en los escaños y los bostezos que despiertan a los adormecidos.

Por el egotismo, soberbia y falta de autocrítica que os lleva a culpar siempre a los demás de vuestros propios errores.

Por vuestra lujuria, como vicio de apetito sensual desordenado que os lleva a ambicionar en demasía los bienes materiales.

Por la mentira exculpatoria y la demagogia de escudaros siempre en la democracia que estáis pervirtiendo.

Por la avaricia insaciable y la ambición desmedida que acreditáis con vuestras viciosas peticiones, merecedoras de exclusión, nos sumamos al deseo del pueblo y os adjuntamos para la firma el escrito de dimisión como padres de la patria, porque es el mejor regalo que podemos hacer a los ciudadanos.

Sin afecto por nuestra parte, esperan vuestra renuncia,

Melchor, Gaspar y Baltasar