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CANTOS DE SIRENAS Y SIRENOS

CANTOS DE SIRENAS Y SIRENOS

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bueno

Las míticas divinidades marinas, hijas del dios-río Aqueloo y de Melpómene, representadas como hermosas mujeres con cola de pez, llamadas sirenas, se han transformado en seres humanos de ambos sexos, que han cambiado la cola por una piel de cordero para mantener su capacidad embaucadora sobre la ciudadanía marinera que rema en la bodega del barco, mientras ellos toman piña colada al sol en la cubierta.

Las sirenas Agláope, Leucosia, Radne, Molpe y Teles tienen hoy en los carteles electorales apellidos conocidos por todos los vecinos, que no merecen ser nombrados para evitar que el maleficio nos alcance, sabiendo que su voz y sus cantos siguen atrayendo a los navegantes ingenuos que caen en sus redes, fruto de la amnesia colectiva.

Estamos en periodo de convicción, embeleso y seducción, ocupando los días con cantos de sirenas y sirenos que llegan desde las tribunas políticas, anunciando promesas virtuales y falsas situaciones de futuro, trabadas con discursos palabreros y gestos histriónicos, propios de polichinelas y muñecos de un guiñol, frívolos, incontinentes, falsos y dicharacheros.

En vísperas de elecciones debemos taparnos los oídos con cera de memoria, atarnos a la realidad del palo mayor recordando lo sucedido en los últimos cuatro años y remar contra el engaño que tantas veces nos ha hecho naufragar, mientras sirenas y sirenos navegan sobre los restos de la indignación que flotan en el océano de la farsa.

PRECAVEOS DE LOS CÍNICOS

PRECAVEOS DE LOS CÍNICOS

Unknown

Ingenuas y bondadosas personas siguen creyendo en idearios, palabras y promesas, sin percibir que son los hechos quienes acreditan la veracidad de las afirmaciones, pues el cuerpo no sigue a la sombra, sino al revés, como dice la palabra sagrada al afirmar que por sus obras se conocen a las personas, confirmando el refranero que “obras son amores y no buenas razones”.

Tal es el criterio que debemos seguir para distinguir a las personas sinceras de los tramposos; a los honrados políticos de los farsantes; a los amigos leales de los traidores; a los vecinos cabales de los impostores; a los colegas honestos de los estafadores; y a parientes legales de villanos.

Son las obras, los comportamientos y las actuaciones concretas de las personas quienes marcan la frontera entre el afecto y el desprecio, porque la deslumbrante apariencia de las grandes palabras y la verborrea, son la piel de cordero que oculta bajo de ella el lobo que los cínicos llevan dentro.

Hay que poner atención en las conductas y observar los hechos para distinguir la realidad de la apariencia, pues estamos rodeados de encantadores de serpientes que nos embaucan antes del mordisco, de abrazafarolas que se prodigan en falsos afectos antes de la traición y de charlatanes que nos seducen con cantos de sirenas antes de darnos un zarpazo.