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PATOLOGÍA POLÍTICA

PATOLOGÍA POLÍTICA

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De la misma forma que la patología clínica se ocupa en estudiar las enfermedades de los seres humanos, existe también una patología social específica que afecta directa y exclusivamente a la privilegiada clase política, caracterizada por un deterioro progresivo del tejido social debido a inflamaciones sufridas por quienes gestionan instituciones públicas.

Epidemia muy localizada que perjudica directamente a los ciudadanos que ven impotentes como su dinero no se emplea en el tratamiento y erradicación de dicha peste, sino que es utilizado en promover su crecimiento, agudizando el placer entre quienes disfrutan en los despachos aprovechando los partes médicos de invalidez.

Seleccionamos solamente las dolencias más características que produce esta plaga, porque la lista completa ocuparía varios volúmenes y toda la vida para describirlas.

Falaciacitis: Consiste en la falta congénita de glándulas secretoras de verdades, que provoca en quienes carecen de ellas un afán desmedido por engañar, mentir, prometer, falsificar y manipular con falsos argumentos una realidad que ni ellos se creen.

Egotitis: Es un proceso degenerativo de la personalidad debido al cual el sujeto que lo padece no puede expulsar los gases y engorda sobremanera levitando por encima de los demás en un furor incontenible de amor así mismo, sin percibir lo fácil que resulta pinchar el globo y hacerle caer al suelo.

Descrupulitis: Hinchazón desmedida de inmoralidad que padecen quienes no tienen escrúpulos en vender su dignidad por media lenteja, quitarle un caramelo a un huérfano, empujar  por un barranco al adversario, sacar a codazos de la lista al compañero y traicionar al amigo, con tal de salir en la foto, el cartel, la pantalla o la página.

Digitalitis: Inflamación crónica del dedo índice provocada de tanto tenerlo extendido enviando a parientes sumisos, amigos dóciles y palmeros incondicionales a cargos políticos menores para que le rindan vasallaje y fidelidad, llevándose éstos las migajas que el padrino les deja sobre la mesa. Esta afección presenta la ventaja que cuando el dedo se enquista impide al césar disparar el gatillo contra los disidentes y críticos, aunque refuerce sus órdenes señalando direcciones obligatorias a los súbditos.

Sillonitis: Grave dolencia caracterizada por una inflamación crónica de las glándulas decretales, que lleva a los pacientes a tener una ambición desmedida por sillones oficiales, sean estos cuales fueren, cuyo tratamiento se prescribe en papeletas electorales y se otorga digitalmente por quienes padecen la misma enfermedad. Se trata, como pueden ver, de un patológico corporativismo endogámico que demanda a los aspirantes unos ejercicios de obediencia, asentimiento, genuflexiones y cabezazos, sin los cuales no es posible acceder al sillón que alivie tan grave dolencia. La sillonitis se propaga irremediablemente sin que los epidemiólogos puedan hacer nada para evitarlo. Así, hay directores incapaces de abandonar el sillón porque las telarañas se lo impiden; gestores intermedios que han dado su forma anatómica al sillón para que nadie pueda adaptarse a él; jefecillos pegados a él que han agotado las existencias de silicona en los centros de bricolaje; y gerentes de hospitales ocupados sólo en gerenciar su permanencia.