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Etiqueta: sentido común

NUEVO PATRIOTERISMO

NUEVO PATRIOTERISMO

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Siempre hemos tenido en la piel de toro pelos erizados de patrioteros, que han confundido la bolsa común con su bolsillo, los intereses comunes con los propios, el Estado con su cortijo y a los ciudadanos con imbéciles esféricos, pero nunca se dio el atrevimiento de que el tesorero nacional se travistiera en cajero del partido gobernante, confundiendo churras con merinas para justificar de forma insultante el exterminio de tantas ovejas inocentes.

Perder sustancia gris por intoxicación con papel moneda, lleva a confundir sentido común con austeridad, ofendiendo el buen sentido de los mortales y evidenciando una atrofia mental incapacitante para custodiar los fondos del banco nacional al enajenado patriotero afectado de exceso cromosómico en su cariotipo.

Alguien cercano al señor Linde debe explicarle la diferencia entre el patriotismo de los patriotas que son tales por demostrar su amor a la patria, y el patrioterismo ejercido por él descaradamente y sin vergüenza, al alardear con cerebro de mosquito, generosidad de usurero, contaminación politiquera y cinismo patriotero, que la austeridad es patriotismo.

Afirmación sin cordura alguna ni oportunidad, de un patriotismo existente únicamente en un rincón apolillado de su cerebro, porque ni siquiera los supuestos beneficiarios de su dislate se han atrevido a confundir los recortes con actos patrióticos.

Don Luis María ha demostrado ser el paradigma del insulto ciudadano que llevamos soportando durante años con paciencia espartana quienes vemos cerca la redención, porque el sentido común ha de imponerse en las elecciones que se avecinan, ni no queremos ver nuestra dignidad humana rodando por las alcantarillas del más humillante desprecio.

DISCUTIR Vs. DISPUTAR

DISCUTIR Vs. DISPUTAR

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Hay disputadores que juegan a ser discutidores, ignorando que examinar atenta y detenidamente una materia alegando razones contra el parecer de otra persona, nada tiene que ver con porfiar violentamente con calor y vehemencia, ofendiendo, ironizando, despreciando y vituperando al oponente, aunque nada se conozca de él.

El sentido común de la especie humana obliga a rechazar lo que impone la sinrazón sobre el tapete de la discrepancia a palmetazos, olvidando que el único camino al entendimiento en una discusión es la empatía con el adversario, porque en todo razonamiento contrapuesto hay una parte de verdad en los dos argumentarios, que cada oponente debe tratar de encontrar para converger con el adversario.

La verdad absoluta, dogmática y única no existe aislada cuando la discrepancia llama a la puerta, estando repartida entre los rivales dialécticos que se disputan la hegemonía exponiendo razones personales, pero sin razón total, y alejados muchas veces de la racionalidad que se supone a los seres humanos, cuando la disensión lleva al vituperio del oponente.

Es enriquecedora la confrontación dialéctica civilizada y complaciente la polémica intelectual, pero detestable el grosero enfrentamiento que enturbia la razón y dificulta la posibilidad de encuentro, cuando la inevitable discrepancia de criterio entre opuestos lleva a comportamientos agresivos y palabras ofensivas.

Subestimo la agresividad verbal, rechazo el insulto, repudio la falta de respeto, impugno el vocabulario grueso, rehúso el desprecio, desdeño la ironía mordaz y censuro el dogmatismo, entendiendo que la empatía, el diálogo y la tolerancia son la base para el necesario entendimiento, dejando a un lado la prepotencia, el dogmatismo, la chulería y el vituperio, a los que no daré cabida en el espacio donde me encuentre, porque disfruto con el debate intelectual, la discrepancia civilizada y la argumentación razonada, sin dar oportunidad al desacuerdo para abrir heridas personales que dejan imborrable huella y llevan al desencuentro.