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TORTAZO, BOFETADA O PUÑETAZO

TORTAZO, BOFETADA O PUÑETAZO

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Los medios de comunicación han dado la noticia de la agresión sufrida por el presidente del Gobierno, calificándola de bofetada o tortazo, cuando en realidad se ha tratado de un puñetazo en toda regla académica, propinado por un intolerante visionario iluminado con propia vesania, al que salvarán de un castigo mayor sus diecisiete años.

Tortazo, bofetada y puñetazo, “ese es el orden, Sancho” que diría el de Tábara, porque el tortazo como bofetada en la cara es aclarado como golpe dado en el carrillo con la mano abierta, estando ambas calificaciones muy alejadas del golpe propinado en la cara a Rajoy por el «orgullosso» radical que le ha dado en el parietal con el puño de la mano, calificado como puñetazo por la Academia.

Nada hay que justifique una agresión personal en el mundo racional donde hipotéticamente vivimos, asistido por la razón que a todos nos define. Nada hay que disculpe una agresión, sea esta verbal o física, venga de donde venga y la practique quien la practique, confirmándose que el ejercicio de la violencia física pertenece al mundo de la sinrazón, pudiéndose calificar como irracionales a los sujetos que la practican.

Es fácil, pues, concluir que los seres irracionales que ejercen o promueven la violencia, deben ser excluidos de la sociedad donde habitan las personas racionales, sin miramiento de edad, oficio o parentesco, porque no hay violencia menor ni merece indulgencia quien se abre paso en la vida a puñetazo limpio, navaja en mano o con pistola en cartuchera.

CARTA A LOS SONRIENTES EJECUTORES

CARTA A LOS SONRIENTES EJECUTORES

Todos

Desestimados ejecutores:

Les escribo este Viernes Santo con la indignación del sedicioso, para condenar la frustración y el dolor que están ustedes generando en el pueblo, pasando la guadaña a baja altura con el fin de evitar decapitaciones en pisos superiores, donde guardan sus privilegios en alfombrados despachos.

Les escribo para decirles que causan más daño sus carcajadas públicas que las espantosas imágenes de la miseria que azotan diariamente nuestras pupilas en las pantallas de televisión y páginas de periódicos. Les escribo para anunciarles que sus risas ofenden la indigencia de los humildes, desprecian la pobreza, injurian al desempleo, provocan desesperadas lágrimas suicidas y exhortan la subversión de los ultrajados.

Ver sus risotadas provoca sonrojo a la justicia social que huye despavorida a las cloacas donde viven hacinados los desfavorecidos, en busca de una solidaridad que estimule la revolución contra ustedes y el sistema que representan, aunque esta posibilidad también les haga sonreír.

Tantas humillaciones a los ciudadanos, tantos engaños colectivos, tantas impunidades a delincuentes financieros, tantos privilegios políticos, tantas indemnizaciones millonarias a esquilmadores, tantos insultos a la inteligencia ciudadana y tantas manipulaciones, no pueden terminar de otra forma que con el rearme moral del pueblo contra los carcajeantes estafadores que sonríen a mandíbula batiente, mientras los parados buscan comida en los contenedores, mueren los enfermos crónicos, se bloquea la justicia, los jóvenes cruzan la frontera y en las aulas se hacinan los alumnos.

No les pregunto de qué se ríen porque estamos sobrados de humillantes explicaciones incapaces de explicar lo inexplicable. Tampoco quiero saber el origen de sus carcajadas porque el grito de las hienas es preludio de matanza. Ni me interesa saber si se regocijan de placer, porque su respuesta podría llamar a la insurrección.

Simplemente voy a pedirles que no rían más ante las cámaras, ni traten de justificar sus privilegios, ni pretendan esclarecer con palabras la oscuridad del túnel donde nos han metido, porque como le dijo Alonso Quijano a Sancho a quien se castiga con hechos no debe tratarse mal con palabras, pues le basta al desgraciado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.