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PATRIOLOGÍA

PATRIOLOGÍA

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La patriología es a la patria, lo mismo que la teología es a Dios, siendo los patriólogos homólogos a los teólogos dedicados a profesar la teología, mientras los patriólogos se ocupan de estudiar la patria, con un patriotismo que les hace ser más patrioteros que patriotas.

De esta manera, la patriología se conforma en pseudociencia con estructura fragmentada, transformando la patria común en cortijo caciquil propiedad de poderosos patriólogos unidos por vínculos jurídicos, históricos y afectivos, que se han apropiado por usurpación de las diferentes áreas patriológicas.

Así, tenemos la patriología ascética que trata de la unión de los patrioteros con la nación, analizando los vínculos entre ambos y el camino a seguir por los primeros para llevar una placentera vida contemplativa a costa del sudor ajeno.

La patrilogía de la liberación analiza el movimiento ideológico que intenta pervertir las leyes, dándoles un enfoque social, religioso, legal y político, influido por doctrinas emancipadoras de la clase dominante.

La patrilogía dogmática estudia los atributos y condiciones de la patria a la luz de principios revelados por dioses supremos, instalados en poltronas celestiales por quienes se benefician de sus revelaciones divinas.

La patriología mística se refiere a la perfección de la vida nacional en las relaciones más íntimas y profundas que tiene la humana inteligencia con la deidad patrocinada por los autoproclamados profesionales de la virtud.

La patriología moral trata de las aplicaciones utilitaristas de los principios patriológicos básicos en las relaciones sociales y la utilidad derivada de su ejercicio en las diferentes actuaciones ciudadanas.

La patriología natural estudia la patria, sus atributos, perfecciones y carencias a la luz de principios impuestos por razones de dominio, con independencia de las verdades reveladas por la historia humana.

ASIA BIBI

ASIA BIBI

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El fundamentalismo religioso no ha puesto límites a sus castigos a lo largo de la historia, ni coto a las sentencias que han condenado a muerte sin redención a herejes y librepensadores, simplemente por expresar discrepancias y críticas a los dioses o a sus pastores, imanes o rabinos.

Giordano Bruno, Miguel Servet, Galileo y tantos otros, fueron víctimas de la intolerancia inquisitorial perdiendo la vida en una hoguera o su dignidad personal ante el pueblo, por obra y gracia de la santa doctrina católica, apostólica y romana, basada en el amor fraterno y la entrega de la vida al prójimo.

Hoy le toca pasearse por el corredor de la muerte ideológica, a la cristiana pakistaní Asia Bibi, condenada a la horca por blasfemar contra Mahoma, es decir, por no convertirse al islamismo, algo que la hubiera salvado de la sentencia de muerte.

La cosa empezó en 2009 cuando la campesina Bibi fue a buscar agua que contaminó e impurificó por tocarla siendo cristiana, y preguntar luego a sus compañeras qué había hecho Mahoma por ellas, comparando al profeta con Jesucristo que dio su vida por todos los seres humanos.

Las fundamentalistas que oyeron tan grave acusación al profeta la acusaron de insulto ante el imán local, quien la puso en manos del juez Naveed Iqbal para complacer su bonita idea de condenarla a la horca, ante la complacencia de los vecinos. Este es el resultado de la ignorancia popular y el abuso de poder.

Sólo la cultura nos salvará del fundamentalismo. Sólo el buen uso de la inteligencia nos librará de cuentos. Sólo desempolvando la razón seremos razonables. Y sólo la experiencia personal es el camino a seguir para lograr autonomía doctrinal, rechazando ideologías prefabricadas por quienes se benefician de ellas.