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HISPANOS

HISPANOS

Hispano

Un desconocido amigo virtual mexicano que sigue habitualmente este blog, me advierte que en los casi mil artículos publicados en él no he dedicado un solo renglón a los países hispanos en estas páginas. Tiene razón este colega de pizarra que ilustra a sus alumnos en el país azteca y aprovecho que hoy se celebra el “Día de Hispanoamérica” para enviar un abrazo a todos los amigos que compartimos la misma lengua.

Me sobra afecto, simpatía y cariño hacia los países hispanohablantes, pero me faltan conocimientos para hablar de ellos, y mi despiste es mayor del que tuvo Colón cuando pisó aquellas tierras, pues creyó que eran indios de la India los que se encontraba a su paso; cubanos que habitaban China los que vivían en la isla; y japoneses los haitianos.

Luego vinieron las muertes por arcabuz, las explotaciones en las minas de plata y oro, las conversiones a cristazo limpio, los latigazos, las hogueras inquisidoras, la anulación de su matrimonio con la naturaleza y mil fechorías más de los conquistadores, que los cronistas embellecedores de la historia han borrado de sus páginas, dejándose escapar una letrilla del mejor escritor en lengua castellana, recordándonos que el dinero nacía en las honradas indias, venía luego a morir a España y era en Génova enterrado.

Más atento a la conversión de nativos estuvo su hermano Bartolomé que llevó a la hoguera a seis indígenas por enterrar estampas de cristos, vírgenes y santos, para que hicieran el milagro de fecundar las tierras. Y semejante fue la sorpresa del fraile Itzapan al descubrir que los indios adoraban la serpiente y no la Virgen que la pisaba, al tiempo que veneraban la cruz porque representaba la unión de la lluvia con la tierra.

La petición de este amigo virtual me permite recordar que cuando los primeros explotadores, – perdón, conquistadores -, españoles llegaron a la costa mexicana preguntaron a los nativos por el nombre del territorio que terminaban de pisar, respondiéndoles los nativos en idioma indígena que no entendían la pregunta, algo que en lengua maya debió sonarle a los conquistadores, – perdón, a los exploradores -, algo así como “yucatán”, por lo que decidieron bautizar ese espacio costero, – porque entonces se bautizaba todo -, con el nombre de Yukatán.

Igualmente, señalando los esquilmadores un lago, los indígenas preguntaron: ¿”El agua, señor?”, que en dialecto guaraní sonaba “Ypacaraí”, quedando así bautizado el lago que descansa en Paraguay junto a la capital Asunción, para que Zulema y Demetrio hicieran un canto eterno y universal a esa superficie de 90 kilómetros cuadrados de agua interior.