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TREPAS

TREPAS

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Viendo cómo van asentándose muchos incompetentes en rentables poltronas, sin más mérito acreditado que transportar la cartera del jefe y aplaudir sus disparates, caprichos y despilfarros, no queda otra opción que denunciar a los trepas que buscan acomodo en sillones oficiales haciendo voto de obediencia a sus promotores como única forma de sobrevivir a su incurable y penosa incompetencia natural.

Ineptitud que ocultan a sus subordinados estirando el cuello, sacando pecho y engolando la voz para darle más resonancia gutural, apelando al Boletín Oficial para hacerse obedecer porque su liderazgo natural no alcanza siquiera la patatera rosquilla.

Los trepas ven las Instituciones como tetas donde mamar hasta saciarse y confunden estatura con grandeza, mientras se acomodan en cargos públicos apretando entre sus dientes el carné del partido. Son ellos quienes silencian con amenazas subliminales a los disidentes, al tiempo que se autoproclaman paladines de la libertad en sus discursos y defensores del progreso de la patria, sin percibir que el nepotismo no engrandece al país ni lo libera de la mediocridad, porque esto es algo que se consigue situando en puestos de gestión a los ciudadanos más competentes para ejercerlos, aunque no lleven rosas en la mano ni gaviotas en la solapa.

Lo triste es que no hay forma de romper este vicioso círculo de ineptos que nos rodea y escapar de él. “Hunos” y “hotros” pretenden que nos interesemos más por defender su dedocracia que por hacer real la democracia. Pero los que todavía seguimos creyendo en un país gobernado por los mejores, mantenemos en el pebetero de nuestra vida la antorcha de la esperanza y lucharemos por convertir en necesario lo que hoy se nos antoja inalcanzable quimera.

¡ POR MANITÚ !

¡ POR MANITÚ !

Mí escribir con gran dolor dolor / y decir con decepción, / que no estar de acuerdo con tú, / por perder gran elección / sin aprender la lección. / Por dejarlo todo igual, / cuervo ingenuo no fumar, / la pipa de la paz con tú. / ¡Por manitú!

Comienza en Sevilla el 38 Congreso Federal del Partido Socialista Obrero Español de consecuencias imprevisibles para los militantes y decepcionate en los “preparativos” para los ciudadanos socialistas, que alimentan con sus votos el poder de los políticos de la rosa.

Amigos afiliados al partido desde lugares diferentes, me han hablado del silencio al que están siendo obligados dentro y fuera de las sedes, impuesto por la disciplina militante. Vale, pero no es mi caso, porque conservo intacta mi independencia y sigo creyendo después de cuarenta años en lo que no han creído quienes me miran de reojo.

Comienza el Congreso bajo el lema “La respuesta socialista”, atribuyéndose el partido un todo que no le pertenece, porque muchos socialistas que no militan en el partido, tal vez tengan respuestas diferentes a las que propongan en la reunión los socialistas de carnet, es decir, los profesionales del socialismo, patrimonializando una doctrina que comparten  más ciudadanos de los que se arrogan el patrocinio de la misma.

Me parecería más adecuado que el lema fuera “La respuesta del partido socialista” para que los socialistas de a pie que van por las esquinas predicando la ideología perdida en los escaños, no se vieran incluidos en las respuestas que den los socialistas con pedigree a ¿qué?

Esta es la pregunta inevitable: respuesta socialista ¿a qué? ¿Al nombramiento de un/a  Secretario/a General que nada tiene de nuevo/a? ¿Respuesta a la frustración que le espera a la facción perdedora del Congreso? ¿Al descontento de los votantes que están hartos de ver las mismas caras en los carteles? ¿Respuesta a una renovación que amenaza con no llegar nunca?¿Respuesta a la decepción de quienes llevan meses reclamando una oposición en el Parlamente mientras los dirigentes se han estado mirando al espejo intentando resolver sus problemas?

Lo que cantó Javier Krae hace años a Felipe, hoy puede tener un espacio en este partido socialmente acobardado y sin fuerzas para renoverse, al que los megaterios tienen atado y bien atado, impidiendo a miles de cuervos ingenuos fumarse la pipa de la paz con ellos, por no haber tenido “nada claro como acabar con el paro”, obligándoles a decir “Tú, mucho partido pero ¿es socialista, es obrero?”. Ciudadanos indignados con un partido incapaz de remangarse y coger por las solapas a banqueros, especuladores y politiqueros internos, externos y mediopensionistas.

Y envolviendo a todo ello, el gran esperpento que aglutina la continuidad. Esos espejos deformantes que don Ramón nos dejó en el callejón del gato, donde los profesionales de la política observan una realidad distorsionada que les lleva a degradar valores socialistas, mientras exponen sus entrañas en el escaparate de la plaza pública.

El empeño en verlo todo a través del espejo cóncavo irreal conduce a una galopante presbicia mental que cabalga hacia la nada ideológica, llevándose por el camino preciados valores que a todos pertenecen. Sabemos que el sardinero «apasionado del poder» como ha dicho alguien de la «casa» está inspirando su obra cumbre surrealista en este congreso al que muchos se han sumado pidiendo más salud, dinero y amor ¿para quién?, junto a la abogada de Esplugues nieta de un anarquista aragonés, maltratada injustamente por el periódico vocero de su opositor y calificada por Ibarra como «Zapatero con faldas».

SUICIDIO POLÍTICO

SUICIDIO POLÍTICO

Confieso que ver en televisión la imagen del portavoz socialista Alonso escoltado por Benegas, – ¡34 años en el sillón! – y Marugán – ¡29 años de poltrona! – me ha obligado a pedir el urgente relevo de dinosaurios en las filas socialistas, para evitar las añejas fotografías en sepia que contradicen la igualdad de oportunidades que proclaman en su ideario. Relevo que también deben acometer los seguidores de la gaviota.

Según todos los sondeos, los populares aventajan holgadamente a los socialistas y éstos se contentan pensando que sus adversarios no despegan como les gustaría, sin tener en cuenta que son incapaces de alcanzarlos, a pesar de toda la escoria que se oculta bajo el bigote del “bigotes”. Esto me lleva a compartir la opinión de quienes ven necesario el suicidio político de olorosos dirigentes, aunque la autoexclusión no sea posible dado que estos megaterios se han fosilizado en mecedoras públicas de diferente textura y color.

No voy a pedir a los militantes de base que inoculen toxoplasmas en las glándulas de los tapones políticos que impiden el flujo de nuevas ideas, bloquean la presentación de ilusionantes proyectos y evitan el cumplimiento de sinceros compromisos políticos, pero me quedo con ganas de hacerlo, aunque a lo peor se cuelen de nuevo «miembras» o «hilillos», porque los ciudadanos queremos ser gobernados por mentes jóvenes en odres viejos que hayan acreditado competencia, honestidad, madurez y generosidad en su vida, sin exigirle pedigrí alguno ni pureza de sangre azul o roja.

La mayoría de españoles somos personas sensatas, libres de ataduras políticas y herencias ideológicas asentadas en el pasado más negro de nuestra moderna historia. Y muchos de nosotros tenemos claro lo que va a suceder en las próximas elecciones generales, pero nos falta la convicción de que los militantes de uno y otro signo condenen a galeras del olvido a los dirigentes que llevan lustros enquistados en el poder.

Sabemos que muchas ballenas mueren varadas en las playas por seguir a la desorientada timonela hacia el suicidio. Como hicieron las cuatrocientas ovejas turcas que se fueron tras el carnero que las guiaba cuando decidió arrojarse por un acantilado. Pero este no es el caso de los dinoterios rojoazulados, porque estamos viendo  los intentos de sus líderes por reforzar los anclajes al poder, encaramados en las cabeceras de las listas, – sin las cacareadas elecciones primarias en ambos casos -, tras llevar más ¡26 años! el cántabro, y ¡30 años! el gallego, ocupando sillones oficiales.

Estos profesionales del poder se caracterizan por tener una salud psicopolítica rota, debido a su ambición desmedida por dominar voluntades ajenas. La aparente frialdad externa que muestran contrasta con su calenturienta actitud interior. Impulsivos y con un nivel cero de tolerancia ante el fracaso político, son interdependientes en su soledad y mantienen expectativas tan ambiciosas como irreales, fruto de la distorsión mental que padecen desde aquel lejano día en que, –  unos primero y otros después -, participaron en la fiesta democrática que atufó de frustración y amargura al adversario.