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TAMBIÉN SE NOS FUE MARÍA TERESA

TAMBIÉN SE NOS FUE MARÍA TERESA

Era previsible, pero también se nos fue María Teresa sin haber comenzado a vivir, cuando la juventud de sus veinte años era preludio de larga felicidad junto a su familia y amigos. Ha volado María Teresa de esta vida al encuentro de Katia, Rocío, Cristina y Belén, dejándonos huérfanos de justicia, mientras los culpables señalan con el dedo al que tienen enfrente para eludir el castigo que merecen.

El dolor, indignación y lágrimas que el aplastamiento de cinco niñas en el Madrid Arena ha provocado, contrasta con la impunidad y cobardía de quienes pudieron evitar esas muertes y no lo hicieron. Empresarios sin escrúpulos, cegados por la codicia, en complicidad con irresponsables políticos que ahora huyen de la quema como las ratas de un naufragio.

La muerte ayer de María Teresa ha provocado la suspensión temporal de la falsaria comisión de investigación municipal con que los populares pretenden engañar a los ciudadanos, maquillando el incumplimiento de obligaciones legales de los compañeros políticos que pastan con ellos en el pesebre del cinismo, la soberbia y la mentira.

La imágenes de la tragedia son tan elocuentes que no admiten discusión posible sobre los hechos que se empeñan en negar los organizadores del funeral. Las declaraciones de policías, sanitarios y bomberos evidencian la negligencia política de los que pretenden escurrir el bulto. Y las palabras de los supervivientes niegan el indulto a los comisionados de la farsa y cierran las puertas de la misericordia hacia quienes asientan sus posaderas en inmerecidas poltronas municipales.

LA SONRISA DE ARTUR MAS

LA SONRISA DE ARTUR MAS

Hay personas con sonrisa permanente que inspiran confianza, producen bienestar, reparten humor y provocan nuevas sonrisas. Pero hay muecas parecidas a sonrisas que pueden confundir a los ingenuos, seducidos por el visaje de un tahúr que no se guarda las cartas en la manga, sino detrás de una inquietante sonrisa.

Al primer grupo pertenecen todos los amigos que tengo en Cataluña y el resto de catalanes que se esfuerzan cada día por hacer grande su país, a pesar de los políticos que dirigen sus destinos, como don Artur Mas, cuyo eterno estiramiento de labios forma parte del segundo grupo de aspavientos, dejando claro que nada queda claro detrás de la sonrisa, porque sus arqueadas cejas la contradicen y su mirada no presagia nada bueno.

La sonrisa de Artur Mas nos recuerda al detestable profesor que esbozaba ese mismo gesto antes de castigarnos; al capitán de la compañía que sonreía de igual forma cuando nos arrestaba en el cuarto de banderas; y al trilero que se ríe de los incautos antes de timarlos y dejarlos sin un duro en el bolsillo.

La permanente sonrisa de Artur Mas inspira más dudas que seguridades; alienta más incertidumbres que certezas; produce más desconfianza que verdad; genera más inquietud que templanza; origina más recelo que confianza; provoca más sospechas que evidencias; y suscita el miedo propio de quien tiene poder sin talento para ejercerlo.

Esto deben pensar el 1.653.409 de catalanes ganadores de las elecciones, aunque la sonrisa de Artur Mas los desprecie sin olimpismo alguno por formar parte del olvidado colectivo de ciudadanos que militan en la abstención y el voto en blanco, nunca tenidos en cuenta en los procesos electorales.

ESTO VA MAL

ESTO VA MAL

No quiero ser catastrofista, pero por mucho que los dirigentes políticos se empeñen en hacernos ver inexistentes brotes verdes por todas partes que sólo están en las mentes de quienes vaticinan un inmediato resurgir de la economía española, la objetividad de los datos contradicen las predicciones virtuales, descubriendo una realidad que todos sabemos, nadie desea y los políticos ocultan.

En el año que llevan gobernando quienes iban a redimirnos de la catástrofe con falsas promesas de liberación, el paro ha pasado de 4.978.000 personas a 5.778.000, estando previsto que en primavera alcance la descarnada cifra de 6.000.000 de ciudadanos desempleados.

Por si esto no fuera suficiente, el Producto Interior Bruto ha descendido en este año del 0,00 % al -1,6 %, llevándonos al sótano de la mayor desesperanza por el descrecimiento progresivo de la productividad, que amenaza con dejarnos improductivos y con los brazos caídos durante años.

Para ayudarnos en esa caída nos ha visitado la prima – de riesgo, claro – para decirnos que en el último año ha subido de los 441 puntos a los 454, después de haber sobrepasado los seiscientos puntos, haciendo temblar la estructura económica y social del Estado.

Con la prima se ha puesto de acuerdo la inflación que no ha dejado de subir en tiempo bíblicos de espigas flacas, pasando del 2,9 % al 3,5 %, provocando escalofríos en los pensionistas que ven peligrar el subsidio de vejez, tras varias décadas de cotización a las arcas públicas.

Como cierre a todo ello, los especuladores financieros también nos han dado la espalda en este año  provocando una bajada de la bolsa desde los 8.310 puntos a los 7.763, para dejarnos claro que España va mal.

Es decir, que España no va bien, llevándole la contraria al marido de la alcaldesa madrileña que tantas veces dijo lo opuesto, lavando el cerebro a sus seguidores, empeñados en echar la culpa a otros de este penoso balance, tras un año de gestión que ha volatilizado todas las promesas electorales de redención.

PRIMER BROTE NEGRO

PRIMER BROTE NEGRO

Anticipar un suceso predecible no significa felicitarse por el acierto en la predicción y menos aún alegrarse si ésta es desgraciada y se cumple. Tal es el caso de lo sucedido ayer en un pueblo castellano donde la desesperación de un insolvente tiñó de negro una sucursal de la Caja de Burgos.

Estaba previsto desde hacía tiempo y en esta bitácora se ha advertido sobre ello a los oídos sordos de quienes debían tenerlos abiertos. No hace falta estar dotado de inspiración divina para saber que cuando alguien ha perdido todo, no tiene nada que perder y pierde hasta el miedo que lo tenía maniatado. Tampoco se necesita gozar de especiales dotes proféticas para anticipar que quien va a perder su vida por causa de otro, intente llevarse por delante al inductor de su irremediable suicidio.

Ayer hemos visto atónitos el primer brote negro en el pueblo burgalés de Sotopalacios. Brote tan indeseable como predecible, censurado por unos vecinos y justificado por otros, diciendo que “cuando unas salidas se cierran, se buscan otras”.

Víctor había recibido de la entidad bancaria la notificación de desahucio por no hacer efectivos los pagos correspondientes al préstamo de 24.000 euros solicitados para su taller y vivienda. Desesperado, el pirómano se fue a la sucursal con 20 litros de gasolina, pidió a los empleados que abandonaran las dependencias y prendió la mecha, convirtiendo en cenizas todo lo había dentro.

Es evidente que la razón rechaza tal comportamiento y la ley condena el atropello, pero el corazón se encoge pensando en la situación personal, familiar, profesional y social de un ciudadano que llega a ese extremo, como respuesta a una situación desesperada, que otros resuelven rociándose sobre ellos mismos la gasolina y quemándose como bonzos para denunciar la aplicación de una ley añeja, censurada por jueces, fiscales, ciudadanos, Unión Europea y políticos, aunque estos sigan sin dar la solución que está en sus manos.

SÍ HAY SOLUCIÓN

SÍ HAY SOLUCIÓN

Efectivamente, hay solución, pero no pacífica y civilizada. La crisis no se sustanciará por vía del diálogo debido al desprecio financiero, indiferencia mercantil y sordera política que reina en los despachos, sino por caminos ya marcados a lo largo de la historia.

Nuestro problema no es coyuntural ni pasajero, sino estructural derivado de una crisis sistémica que afecta a las más puras esencias democráticas, desvanecidas por un mal ejercicio del poder otorgado por los ciudadanos a políticos de diferente origen, color y catadura.

No debe preocuparnos la crisis sino la causa que ha originado este hundimiento de las economías domésticas más débiles, a costa del enriquecimiento fácil de quienes sobrevuelan por encima de tragedia que ellos mismos han provocado.

Durante años hemos tenido los ciudadanos ocasiones de evitar la mierda que nos están arrojando encima, y no lo hemos hecho. En unos casos por acción contraria, en otros por omisión directa, en la mayoría por despreocupación, en parte por ignorancia y siempre por ingenuidad y exceso de confianza, pero todos somos culpables de lo que nos está sucediendo.

Los políticos por subvertir la democracia; los «cajeros» por someter su voluntad a politiqueros; los periodistas por olvidar su oficio; los despilfarradores por hacer cortijo propio de la patria común; los banqueros por hacer de la especulación, doctrina; la justicia por quitarse la venda; y nosotros por consentirlo todo resignadamente, elección tras elección.

Esta perversión ha facilitado a los servidores del pueblo servirse del pueblo para satisfacer sus ambiciones personales, en vez de proteger a los ciudadanos de la voracidad de los mercados.

Si cuando el presidente del Bundesbank, Hans Tiet Meyer, predijo el hundimiento de las democracias, afirmando que el estado democrático tenía que someterse a los mercados, el pueblo hubiera estado alerta en las urnas negándose al juego de intereses que los políticos practicaban, otra sería la situación que tendríamos ahora porque se hubieran regulado los mercados evitando el actual colapso depredador que nos ahoga.

La sumisión que están demostrando los políticos a las exigencias del poder económico salvará el sistema capitalista que gobierna el mundo, pero será a costa de acabar con los valores democráticos, hundiendo las economías domésticas, desplomando el estado del bienestar y habilitando morgues a cielo abierto en los descampados.

Una reflexión final para navegantes: los mercados no son entes abstractas e impersonales. No. En los Consejos de Administración y en las cúpulas dirigentes hay personas con nombres y apellidos, que coinciden muchas veces con quienes forman parte de las listas electorales. ¿Qué puede hacer, pues, el pueblo para salvarse y liberar la democracia del yugo esclavizador de la politiconomía? Pues seguir los pasos dados por la historia en momentos semejantes, cuando la revolución fue la única posibilidad de salvación para los ciudadanos.

COMPROMISO DE CONCIENCIA

COMPROMISO DE CONCIENCIA

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La noción de conciencia es múltiple, variable y escurridiza, pero ha de ser consecuente con el modo de pensar de cada cual. Por eso remuerde a quien la traiciona, provocándole el desasosiego que siempre acompaña a la decepción personal.

Pero de ahí no pasa el daño, porque el perjuicio que reporta al traidor su remordimiento, se ve compensado con el beneficio que recibe.

Tal es el caso de los militantes de partidos políticos que votan decisiones de las cúpulas dirigentes, en contra de su conciencia.

O el de los militares, obligados a matar a hipotéticos “enemigos”, cumpliendo órdenes de quienes nunca han empuñado un arma contra otro ser humano.

O los policías que reprimen indiscriminadamente con desmedida violencia a porrazo limpio y certero bolazo, manifestaciones de ciudadanos que piden trabajo, pan y justicia.

O el verdugo que ajusticia a un reo, sin conocerlo siquiera, cumpliendo una sentencia o sometiendo su voluntad a una orden externa.

Son objeciones de conciencia conculcadas sin justificación alguna, por mucho que los autores apelen a la obediencia debida, porque ante la muerte y la opresión no hay justificación que tranquilice las conciencias honradas, solidarias y humanitarias, que pagan con el insomnio eterno su claudicación.

CONDENAS REDENTORAS

CONDENAS REDENTORAS

Ante la pasividad e inoperancia de políticos, cómplices y beneficiarios de la situación en que nos encontramos, no queda otra opción que confiar en el justicia y el honrado valor de quienes tienen que administrarla, para salir a flote del lodazal donde estamos embarrados.

Es absurdo pedir a los decadentes políticos que se hagan el harakiri eliminando sus privilegios, reduciéndose el sueldo, suprimiendo dietas, borrando el Senado, uniendo ayuntamientos y erradicando la corrupción política, porque su vocación, aficiones e intereses, van en sentido opuesto.

A los indignados, decepcionados y frustrados ciudadanos sólo nos quedan dos opciones posibles para  dignificar la vida política, es decir, apenas hay dos caminos a seguir para rearmar éticamente la sociedad y salir cuanto antes de la crisis: reproducir los sucesos de 1789 o mordernos los puños y confiar en la justicia.

Mantengo la convicción de que quienes formamos el pueblo aceptaremos gustosos todo lo que se nos eche encima, por duros que sean los sacrificios demandados, si quienes los exigen dan ejemplo de renuncia y austeridad.

Tengo la certeza de que los ciudadanos caminaremos silenciosos por la vía dolorosa, si los ladrones nos acompañan con su condena cuestas, tras devolver los miles de millones que han robado con la mayor desvergüenza.

Estoy convencido que si el juez Fernando Andreu  logra que terminen en la cárcel los 33 consejeros políticos y sindicalistas de Bankia, con Rato, Acebes y Olivas a la cabeza, acusados todos ellos de apropiación indebida, estafa, falsedad y fraude, habremos dado un gran paso para superar la depresión que nos han provocado los estafadores.

Si, además, el magistrado consigue clarificar los créditos de Bankia a los partidos políticos y las indemnizaciones recibidas por los mandatarios de la entidad, al tiempo que todo el dinero evaporado se condensa de nuevo en la caja, este será el gran brote verde que estamos esperando.

Si los jueces que tienen sobre la mesa de sus despachos los casos «Urdangarín», «Gürtel», «Berzosa», «Alcorcón», «Millet», «Campeón», «EREs», «Matas», «Pretoria», «Malaya», etc. consiguen evitar a los encausados enfermedades debidas a la radiación solar ultravioleta, poniendo a los «presuntos» un siglo a la sombra, esos infinitos brotes verdes de limpieza ética harán del secarral español, un vergel.