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CRONISTAS Y CRONICONES

CRONISTAS Y CRONICONES

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El sevillano Mateo Alemán aconseja en el Guzmán de Alfarache no entrar en laberintos de los que no pueda salirse libremente y sin mancha alguna, pero la realidad de las tribunas periodísticas actuales exige entrar en sus renglones y palabras para denunciar la servidumbre de muchos columnistas, tertulianos y opinadores, al jefe de turno que corresponde en cada caso, aunque nos dejemos algunos pelos en la gatera.

La abundancia de periodistas al servicio del pagador, que venden su voluntad al mejor postor y hacen juegos de magia con palabras disfrazadas de verdades absolutas para complacer con ellas al patrón que los sustenta, hace evocar a cronistas independientes que humedecen su pluma en sangre recién vertida.

Las crónicas de tan invocados escritores son el reflejo de la vida y sus columnas actas notariales de la realidad que observan, sin más que descorrer los visillos de las ventanas, por muy triste, dolorosa, injusta y amarga que sea la realidad que contemplan.

Pero también el cronista honrado tiene la obligación de mostrar el reverso de esta avinagrada medalla, porque la vida se endulza ocasionalmente con buenas nuevas que recrean el espíritu y noticias alentadoras de cuando en cuando para nutrir el alma, alejadas del triunfo conseguido por pescadores de bienes ajenos en este río revuelto de mercaderes, depredadores y matarifes, merecedores de excomunión.

El cronista honrado que aplaudimos no es cómplice de la mentira, ni falsea la realidad, ni encubre fechorías, sino todo lo contrario, las pone al descubierto en la plaza pública para escarnio de los protagonistas merecedores de ser lapidados por la sociedad que soporta sus extorsiones, trampas y estafas.

Si ustedes conocen algún cronista con este perfil soñado de notario independiente, honrado y veraz sobre la realidad objetiva de la vida diaria, digan su nombre en voz alta para complacernos en él y desterrar este artículo, escrito con decepción al ver la compra-venta de opiniones que campea a sus ancha entre los periodistas sometidos a poderes ideológicos, religiosos, políticos y financieros.

SI WERT FUERA ESTUDIANTE

SI WERT FUERA ESTUDIANTE

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Contra viento sociales,  tempestades parlamentarias, mareas de profesores, desplantes de alumnos, pañueladas de padres, empujones de periodistas, barricadas de sindicatos, y quejas de costureras, churreros y aguaderas, el menistro Wert multiplica gratuitamente la crispación en un país muy crispado por los recortes, proponiendo una ley innecesaria, inoportuna e inadecuada, aprovechando que él se encuentra fuera del sistema educativo y no va a sufrir las consecuencias de su norma.

La mínima calificación obtenida por el menistro Wert en el barómetro del CIS con una nota de 1,76, permite asegurar que si el pilarista José Ignacio fuera alumno de Secundaria sería desviado hacia profesiones laborales alejadas de la Universidad y no podría estudiar la carrera de Derecho que cursó al abandonar el pilarismo.

Si Wert fuera estudiante, no pasaría ninguna de las selecciones que él mismo exige superar a los alumnos de 8, 11, 15 y 17 años, porque la puntuación de 1,76 que ha obtenido en el  examen social de los ciudadanos, no permite otra opción.

Si Wert fuera estudiante, carecería de amigos en el colegio porque no querrían jugar con él los compañeros en el recreo, le harían poco caso los profesores y los padres no le invitarían a fiestas de cumpleaños de sus colegas.

Si Wert fuera estudiante, iría solo a las manifestaciones convocadas por él mismo a favor de su ley, siendo despreciado por esquirol, disuelto con gases lacrimógenos por policías-padres y abucheado por los peatones.

Si Wert fuera estudiante, sus progenitores se avergonzarían del 1,76 obtenido por su hijo en la reválida ciudadana que él ha rescatado del pozo negro antieducativo con la propuesta de una evaluación sancionadora, selectiva y segregadora.

Si Wert fuera estudiante, no querría ser itinerado a los trece años hacia caminos profesionales que siendo adolescente rechazó y pediría las oportunidades de futuro que ahora niega a los jóvenes que sufrirán en las aulas su ley educativa, inspirada en fueros españoles y palomas espirituales.

TERRORISMO IMPUNE

TERRORISMO IMPUNE

Los ciudadanos que maldicen el terrorismo sangriento, continúan poniendo su  dinero en manos de multimillonarios de levita que ejercen el pestilente terrorismo bancario que ha arruinado los bolsillos de los impositores.

El gobierno que abomina el terrorismo pistolero, pervierte la política económica esquilmando las huchas de los vecinos para entregar el dinero a los terroristas de guante blanco que toman con ellos chocolate con churros por las tardes.

La Iglesia que condena el terrorismo violento, bendice en sus ceremonias litúrgicas a los depredadores bancarios que se dan golpes de pechos en los reclinatorios, mientras el pueblo tirita de frío alrededor de la iglesia esperando la excomulgación de los usureros.

Los fiscales que imputan delitos a los matarifes del tiro en la nuca, no fiscalizan graves acciones punibles de especuladores sin escrúpulos que han llevado a los ciudadanos de este país a una crisis sin precedentes en la historia.

Los policías que persiguen a los asesinos de policías y reprimen brutalmente a ciudadanos que piden pan, trabajo y justicia, no investigan ni ponen ante los jueces a los terroristas bancarios que se han llevado por delante la dignidad del pueblo que paga su sueldo.

Los políticos que vituperan el terrorismo de capucha y bomba lapa, otorgan medallas y aplauden en actos oficiales a los estafadores bancarios, esperando obtener de ellos los beneficios que no llegan a los votantes.

Los periodistas que agotan la tinta de sus bolígrafos censurando a quienes doblegan con sangre la voluntad popular, no tienen problemas en elogiar a los terroristas bancarios que van por las ciudades dejando familias en la calle y robándole el pan a los huérfanos.

INOCENTADA REAL

INOCENTADA REAL

En el artículo de ayer hablaba de los pobres inocentes que durante todo el año sufren novatadas de los sinvergüenzas que andan sueltos por el mundo, sin percibir que yo también formo parte del grupo de papanatas en el que don Juan Carlos, sus palmeros y ciertos periodistas, nos ha metido a todos los españoles.

A muchos nos gustaría saber por qué los medios de comunicación aplauden algo que merecería abucheo y se empeñan en hablar de las “cuentas del rey” cuando en realidad se trata de una partida presupuestaria de “asignación directa” a la Casa Real, que nada tiene que ver con los gastos que ocasiona dicha Casa ni con las cuentas del rey.

No es casualidad que el monarca haya elegido el día de los santos inocentes para decirnos cuál es su sueldo, porque tiene un envidiable sentido del humor que compensa sobradamente sus limitaciones, haciéndonos creer, como el buen ladrón, que todos son de su condición.

Después de treinta y dos años hemos sabido que ponemos en sus manos 8,4 millones de euros de los que se coge su sueldo, le da al marido de la periodista su parte, y poco más. Pero nada sabemos de los millones que suman todos los gastos de la Casa, y me temo que no lo sabremos hasta que llegue la tercera república.

Sí, porque más allá del dinero que recibe directamente el monarca, la familia real genera elevados gastos que no figuran en dicha asignación, como son los escoltas, la seguridad, el mantenimiento de los palacios (140 millones que paga Patrimonio), los viajes, el parque móvil, las visitas oficiales, etc.

Por eso, a muchos de sus vasallos nos gustaría saber con claridad y sin trampas las cuentas “reales”, para saber en qué se emplea el dinero que damos, evitando indefinibles bloques de gastos y opacidades perpetuas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber, por ejemplo, cómo ha hecho el rey para convertirse en pocos años en una de las mayores fortunas del país, con un patrimonio de 1.790 millones de euros, según las revistas Forbes y Eurobusiness, que nadie de la Casa ha desmentido.

A muchos vasallos nos gustaría saber por qué Patricia Sverlo no está en la cárcel tras escribir en su libro que el rey tenía 6.000 millones de pesetas en bancos suizos “por si acaso”.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber las conversaciones que tuvo con tres expresidiarios que le aconsejaban en sus finanzas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber los negocios que ha tenido, los que mantiene y las fuentes de sus enormes ingresos en los años de reinado.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber cuánto paga cada año a la Hacienda pública, porque eso nos acercaría a su patrimonio.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber el origen de este aparente, sólo aparente, gesto de transparencia contable después de tantos años de opacidad.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué el prometido destape financiero del rey no ha pasado de enseñarnos el tobillo derecho.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué nos ha gastado esta pesada broma el día de los santos inocentes, prometiendo decirnos lo que no ha dicho, jugando al escondite con su patrimonio y pretendiendo una burda maniobra de lavado de imagen que ofende al más torpe de los súbditos gobernados por él. ¿O no gobierna? Porque si no gobierna ¿qué hace, pues?