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Etiqueta: paradero

GRACIAS A TODOS

GRACIAS A TODOS

yo

A los amigos de este Itinerario de Vida, quiero darles las gracias por ofrecerme la oportunidad de hablar con ellos todos los días, pues sin su visita cotidiana a esta casa virtual que ya les pertenece, yo hubiera cerrado sus puertas hace tiempo y puesto en almoneda todas sus páginas.

Hoy, jueves 12 de marzo de 2015 en el calendario gregoriano, se cumplen cuatro años de aquel lejano día en que abrí esta ventana al mundo, recogiendo el guante que me tendieron personas muy queridas por mí, aceptando el reto, consciente de que no pasaría de los primeros pasos si nadie me siguiera en la hermosa caminata que ese día emprendí

Hoy sigo manteniendo lo que dije al entregaros la llave de esta casa, afirmando que todos mis artículos serían cartas con destino a todos vosotros, escritas con alma sincera humedeciendo la pluma en el corazón y dejando volar los sentimientos donde el viento decida llevarlos, porque navegan sin rumbo fijo ni paradero establecido de antemano.

Cambia la forma, el estilo, la extensión o el argumento, pero todas ellas son cartas personales a cada uno de los lectores, aunque muchos de quienes reciben estos correos epistolares sean desconocidos para mí y no acusen recibo de las noticias que llegan cada día a su pantalla virtual.

Han sido 1311 cartas, todas ellas escritas con la esperanza cumplida de fomentar la hermandad entre todos los que han recorrido este itinerario vital junto a mí, a quienes agradezco su compañía, la amistad ofrecida, el afecto guardado y la fortaleza que me dan para sentarme cada madrugada a conversar con ellos.

Aquí permaneceré expresando por derecho y sin titubeos mis pensamientos y sentimientos, mientras la salud no me falte, el ánimo está conmigo, la inspiración me acompañe, el tiempo lo permita, los lectores se complazcan y la falta de visitas me obligue a tomar la puerta de salida.

ADIÓS, MATRIMONIO, ADIÓS

ADIÓS, MATRIMONIO, ADIÓS

Unknown

Los académicos que limpian, fijan y dan esplendor a nuestra lengua, se empeñan en mantener que el matrimonio es la unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales. Y el catolicismo convierte el matrimonio en sacramento por el cual el hombre y la mujer se ligan – ¡perpetuamente!- con arreglo a las prescripciones eclesiásticas.

Obligados a aceptar esta situación por órdenes directas del diccionario y la católica iglesia, debemos admitir que el matrimonio poco tiene que ver con el amor, al tratarse de un invento humano basado simplemente en un contrato que puede extinguirse por voluntad de los contrayentes, urdido sin más finalidad que higienizar socialmente la situación de la pareja y su prole.

Cuando el acuerdo se aleja del afecto amoroso, la vinculación se convierte en atadura y el compromiso en jaula impermeabilizada, entonces el contrato matrimonial no debe imponer continuidad perpetua a la pareja, por muchas bendiciones que haya recibido ante el altar o conciertos hayan firmado los protagonistas.

Cuando el amor sale por la ventana, la ilusión ha perdido el brillo en las pupilas y el reflejo de cada miembro de la pareja se ha marchitado esperando una reconquista imposible porque el cariño ha olvidado su paradero, el matrimonio ha de aceptar su derrota por K.O. técnico debido al oppercut propinado por el desamor.

Cuando los contratantes no están dispuestos a recrear el pacto cada día afianzando el concordato al futuro, todo está irremediablemente perdido en el torbellino de la infelicidad sin posibilidad de rescate, porque en el matrimonio no todo condimento es orégano aromatizado de felicidad, ni todo tiempo es orgasmo.

Cuando la rutina asoma por la alcoba, el tedio se abre espacio en el hogar, el aburrimiento se hace costumbre, la imaginación reseca la esperanza y el dolor se reparte sin compartirse, entonces el amor huye dejando pelos en la gatera y la redención se aleja camino de la nada, con los malos recuerdos a cuestas, haciendo imposible la resurrección.