DECÁLOGO DE ERRORES
Concluyo el año con examen de conciencia, haciendo cómputo de errores cometidos, sin orden de predominio, pero con la certeza de que se han repetido año tras año desde que comencé a dar mis primeros pasos sin ayuda de un andador, ni de la mano protectora de quienes no tuvieron oportunidad de dármela para caminar a su lado, porque se fueron antes de tiempo y sin previo aviso.
- He cometido el error de afrontar las dificultades a mi manera, sin atender otras opiniones o consejos, actuando con criterio propio, cuando las sugerencias podrían haberme ayudado a tener menos tropezones.
- He cometido el error de implicarme en luchas perdidas de antemano, sin prevenir las heridas que dejaría en mi alma la batalla, ni el tiempo de convalecencia moral que tendría que soportar para cicatrizar las secuelas.
- He cometido el error de amar a personas que no merecían ser amadas, queriéndolas a destiempo, en lugares donde no había espacio para el amor y de forma distinta a como debe amarse cuando no se espera correspondencia.
- He cometido el error de mantener siempre la verdad por encima de toda componenda y de exigir sinceridad a quienes me han acompañado, sin tener en cuenta el precio que tendría que pagar por la decepción sufrida.
- He cometido el error de hablar mucho, escuchar poco, tolerar solo lo obligatorio, negar oportunidad a la reparación de los errores cometidos, ser indulgente con la negligencia, desconocer la prudencia, no pensar dos veces las respuestas y disparar sin apuntar.
- He cometido el error de no medir bien mis fuerzas al acometer una empresa, de hacer trabajos que correspondían a otras personas sin recibir la gratitud de los beneficiados por mi esfuerzo y de ocuparme demasiado en resolver problemas ajenos.
- He cometido el error de intentar hacer de mi conducta patrón universal, exigiendo a quienes me han rodeado tanto como les he entregado, olvidándome que cada uno da lo que puede y no lo demandado, por mucha voluntad que tenga la persona en hacerlo.
- He cometido el error de responsabilizarme y asumir como propios los errores cometidos por otros, implicándome en la solución de los mismos con más entusiasmo que quienes los habían provocado.
- He cometido el error de competir en exceso con mis colegas en trabajos de promoción profesional, tropezando algunas veces con trampas prefabricadas por un injusto nepotismo obstaculizante que impedía alcanzar mis pretensiones.
- He cometido, en fin, el error de olvidarme que el error es una cualidad inseparable del ser humano, llegando a esta certeza en la madurez, con tiempo suficiente para escribir en mi lugar de trabajo que “todo es imperfecto”.