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VITUPERABLE INDECENCIA CON ABUSO DE JODIENDA

VITUPERABLE INDECENCIA CON ABUSO DE JODIENDA

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La indecorosa actitud mantenida contra los pensionistas por la secretaría de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro, pidiendo jodienda para los pensionistas durante el acto institucional celebrado el pasado 5 de mayo en el Ayuntamiento de Alicante, quedará impune, como impune quedó el mismo deseo de jodienda para los parados, pedido a gritos por la diputada Andrea Fabra en el Congreso.

Indecentes actitudes y obscenos comportamientos ajenos a la militancia política, merecedores de pasar por la lavandería de valores humanos para limpiar los mugrientas deseos de tan despreciables sentimientos hacia otros seres de su misma especie socialmente marginados, que viven atenazados por la falta de empleo y la supervivencia digna en vejez que tienen merecida.

Más allá de su contingencia pública como de servidoras del pueblo que paga sus inmerecidas nóminas, está la condición humana de las personas, como categoría superior que las define, mereciendo en ambos casos ser calificadas como indecentes, en atención a su procaz comportamiento, obscena actitud, humillantes palabras y despreciable conducta, denigrante para la condición humana.

Expresar el deseo de que se jodan los parados y pensionistas, acredita una indigencia moral y déficit de valores humanos en esas personas, que las incapacita, anula e invalida para seguir perteneciendo a una raza con virtudes y mérito sobre los irracionales depredadores que se alimentan de otras especies animales más débiles que están a merced de los colmillos.

Personas con tales sentimientos no merecen representar a sus congéneres, bastándoles con ser embajadoras de ellas mismas en el país de nunca jamás, donde el desprecio colectivo las condena, aunque el poderoso dedo del capataz no las envíe al destierro de la memoria pública.

PEINETAS POPULARES

PEINETAS POPULARES

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Cuando hablo de peinetas no me refiero al ornamento femenino para el cabello que tiene forma convexa y púas, usado por las mujeres como adorno o para asegurar el peinado, encajándolo en el moño. La peineta que traigo hoy a la bitácora hace referencia al gesto que hacen algunas personas levantando el dedo del corazón de forma obscena, como falo eréctil, manteniendo la mano cerrada y con el revés hacia fuera.

Peinetas hacen los futboleros a futbolistas y viceversa; con peinetas obsequian desde el volante los conductureros a los conductores; peinetas indignadas dedican los manifestantes a los policieros; y obscenas peinetas vuelan en las discusiones, reprimendas, broncas y desacuerdos como rúbrica final de la contienda.

Entre las peinetas más degradantes y despreciables testificadas en esta tierra de María Santísima, destacan las protagonizadas por el borbón Juan Carlos, el hombre-hombre Aznar, el salvadoreño Trillo y el charcutero Bárcenas. El primero dedicó su peineta a un grupo de personas que le abucheaban en Euskadi; el alcaldeso se la brindó a un grupo de universitarios que le piropeaban; el obrero supernumerario la ofreció al público mientras abrazaba a su amiguito; y el presunto trilero onubense, obsequió ayer con una peineta a los periodistas que le daban la bienvenida en el aeropuerto madrileño a su regreso de las agotadoras jornadas que pasó esquiando en Canadá.

Desde la época romana, la peineta representa el falo erecto, siendo considerado impúdico por San Isidoro el dedo del corazón, que fue llamado “digitum infamis” o “impudicum” por el poeta Décimo Junio Juvenal, destacando hoy tal levantamiento por su mal gusto, falta de respeto y la poca estética, como reflejo de incultura, prepotencia y cobardía.

Con tal erección digital se pretende insultar al oponente llamándole «sodomita afeminado» o “maricón”, expresando al mismo tiempo el deseo de que al receptor “le den por el culo”, otorgándole así una dimensión anal sin reparos, como insulto homófobo que pretende ofender con grosero gesto al destinatario del ultraje.