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«CAMINO» DE SANTIDAD

«CAMINO» DE SANTIDAD

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Un viejo amigo me ha enviado por correo la estampa del «Fundador», como recordatorio de que hoy hace 86 años que el abogado barbastrense José María Julián Mariano fundó una Obra duradera, aunque el nombre de este santo a nadie diga nada, ni importe a nadie.

Pero si recordamos que el pasado 26 de junio hizo treinta y nueve años que murió san José María Escrivá, esto ya alerta a la mayoría. Sobre todo si añadimos que fundó una Obra de Dios en la tierra por mandato divino, a base de santificar el trabajo como oración del apóstol moderno.

Siendo así, es obligado felicitar a todos los Josemarías que ya pueden celebrar su santo, aunque no deben ser muchos, porque hace apenas doce años que fue canonizado el tercer Marqués de Peralta, tras acreditarse los milagros que realizó, comenzando por su propia salvación cuando tenía dos años.

Al fundador del Opus Dei y a sus descendientes nunca le preocuparon las críticas de proselitismo selectivo, ni su agresiva insistencia, el sectarismo social o el secretismo en la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, desde su fundación el 2 de octubre de 1928, porque las acusaciones estuvieron compensadas sobradamente con el apoyo de papas, políticos, millonarios, empresarios, ministros y banqueros, a los que se unieron el parado Pepe Rodríguez de astilleros, la gitana Carmela Gúzman y Rodolfo el chabolista.

Todos ellos, seguidores del “Camino” marcado por el santo, que muchos tuvieron como librito de cabecera en su juventud, hasta que la verdad de la vida, las dudas ultraterrenas y la contradictoria realidad testimonial de muchos “obreros” que construían la Obra, los llevó por el camino de la incredulidad, el pecado y la condenación, donde ahora se encuentran.

SAN JOSÉ MARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER

SAN JOSÉ MARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER

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De no haberse producido la fatal desgracia que acompaña a todos los mortales,  – por más que numerarios, supernumerarios y “clase de tropa” rogaran a Dios para que prolongara su vida -, este santo barbastrense de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, cumpliría hoy 111 años.

Nunca la Iglesia se dio tanta prisa para acreditar la beatitud de uno de sus fieles, ni la “Obra” pagó tanto dinero para conseguirla, ya que en palabras del sucesor Portillo, la beatificación del III Marqués de Peralta supuso para las arcas de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, la fruslería de treinta millones de pesetas a lo largo de los once años que los tribunales emplearon en las seiscientas reuniones que mantuvieron para dar luz verde a los milagros que beatificarían al futuro San José María Escrivá de Balaguer, el 17 de mayo de 1992, de la mano del futuro San Juan Pablo II.

A partir de ese momento, la Iglesia puso en marcha la turbosantidad del beato, canonizando al abogado diez años después, cuando habían pasado ochenta y cuatro de la visita que Dios le hizo al de Barbastro pidiéndole que llamara a la santidad a todos los hombres, – y mujeres, claro -, abriendo un nuevo camino en la Iglesia con la santificación del trabajo de cada día.

Así fue como emprendió su tarea de llevar al “camino” a todo el que asistía a sus familiares charlas, hasta convertirse en el santo que ahora rezamos todos para que nos libre de algunos extraños miembros de su obra que nos gobiernan, administran, instruyen, enjuician y sanan, aunque no sean todos los que están en la faena de utilizar el gran peldaño de su Obra para subir a la cumbre con su falta de compromiso evangélico, porque también hay santos cotidianos entre ellos.