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CAJEROS SAQUEADORES DE CAJAS

CAJEROS SAQUEADORES DE CAJAS

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Los insultos y zarandeos recibidos ayer por el expresidente de Caja Madrid a la salida de los juzgados de Plaza de Castilla, obligan a recordar a todos sus compañeros de expolios, despilfarros y privilegios que esquilmaron las Cajas de Ahorros en connivencia con polítiqueros y sindicalistos, por mucho que estos pretendan pasar desapercibidos.

Cuando en 2008 se fue a pique la bolsa de Nueva York y saltaron por el aire las entidades financieras, los fondos económicos de las Cajas fueron los únicos que no sufrieron el efecto de la deflagración, ya que por entonces no había monedas en las huchas de las Cajas de Ahorro ni billetes en sus cajas blindadas porque los responsables de la gestión se habían llevado la pasta en indemnizaciones multimillonarias, extravagantes sueldos, jubilaciones ofensivas, mantecosos préstamos a los amiguetes y gratuitas concesiones sin retorno a partidos políticos que los sentaron en las presidencias.

No se recuerda saqueo de tales dimensiones en la historia de las Cajas de Ahorros desde que en 1834 se fundó la primera de ellas en Jerez de la Frontera, promulgándose al año siguiente una Real Orden estableciendo como objetivo de las Cajas recibir depósitos que devengarían intereses a corto plazo con miras a promover el espíritu de economía y trabajo. Así fue al comienzo, aunque el final haya sido tan diferente.

La situación a la que hemos llegado demuestra claramente que los “cajeros” que han regentado las Cajas han sido los mayores asaltantes de las mismas y sus más genuinos saqueadores, sin correr riesgo alguno, ni ser filmados por las cámaras de vigilancia, ni  denunciados por los empleados, ni hacer saltar las alarmas.

La conclusión es que solo un “ratero” ha pasado algunas horas en la cárcel, el juez que metió las narices en el asunto ha sido puesto en la picota, la lideresa de los desahuciados demonizada, los “preferentistas” apaleados, muchos ciudadanos embargados y todos los contribuyentes pagando la quiebra, mientras los estafadores se van de cacería, los defraudadores toman el sol en la cubierta de sus barcos y los políticos miran para otro lado con sus privilegios intocables, porque son cómplice del expolio.

Si todos estos personajillos de tres al cuarto que se han enriquecido impunemente cometiendo fechorías disfrazadas de legalidad, devolvieran todos lo que se han llevado, y los partidos políticos ingresaran en las cajas el dinero condonado, no sería necesario recortar nada y habría comida para todos los hambrientos, con postre incluido.

SEVERO OCHOA

SEVERO OCHOA

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Hoy, que la iglesia católica recuerda a todos los santos desconocidos, muertos en diferentes lugares y días del año, rendimos en esta bitácora honores a un sabio, santo y descreído, que se nos fue un día como hoy de 1993, dejándonos una estela de amor, honor, trabajo y sabiduría, perfumada con ética moralizante.

Los 88 años de vida transcurridos entre Luarca y Madrid estuvieron jalonados de aventura científica en el exilio y enamoramiento enloquecido de Carmen, con quien permanece hoy unido bajo una losa de mármol, con un lacónico epitafio dictado por él: «Aquí yacen Carmen y Severo Ochoa, unidos toda una vida por el amor y ahora eternamente vinculados por la muerte».

La incivil guerra española le obligó a emigrar a Alemania hasta que el partido nazi le dio un empujón al Reino Unido, y la Segunda Guerra Mundial lo puso rumbo a Estados Unidos, cruzando el océano Atlántico como puente colgante en la incertidumbre del futuro, para  afincarse en Estados Unidos, volcando su sabiduría, ilusión y trabajo en las aulas y laboratorios de la Universidad de Nueva York, donde se jubiló en 1975, regresando a España en 1985 con tiempo para publicar su último trabajo científico un año después.

Estremeció al mundo expresando su dolor por la muerte de Carmen, diciendo que si tuviera valor para el suicidio acabaría con su vida, pero decidió continuar entre nosotros para defender valores eternos que dignifican la condición humana, con la simpleza de una ética basada en hacer el bien sin dañar a nadie, moralizando su vida sin Dios.

Enemigo de la fiesta nacional y amante del Martini blanco con ginebra y limón, siempre defendió que la ciencia era la mayor fuente de riqueza de un país moderno, afirmando que España no tendría futuro mientras siguiera viviendo de prestado y de la investigación ajena, pues sólo el progreso y la tecnología eliminarían las injusticias sociales, vencerían el dolor, erradicarían el hambre y acabarían con la pobreza.

ENTRE VÍZNAR Y ALFACAR NO FUE POSIBLE LA ESPERANZA

ENTRE VÍZNAR Y ALFACAR NO FUE POSIBLE LA ESPERANZA

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El 18 de agosto de 1936 los gitanos encendieron sus velas en las cuevas del Sacromonte para iluminar el camino a la eternidad que debía seguir el poeta que romanceó las venturas y desventuras de su raza, consolando la orfandad gitana en las sombras del amargo rasgueo de la guitarra.

La demencia colectiva de una guerra incivil  llevó a Lorca a Granada, y la dementalidad de un carnero sin seso y sobrado de sexo, apretó el gatillo haciendo que el duende rodara por el suelo para hacer savia de olivo su sangre de poeta.

Federico fue poeta en Nueva York, dramaturgo en casa de Bernarda Alba, pianista en la residencia de estudiantes, redentor de la incultura por vocación, jurista destogado y compañero de los cuatro muleros, que viajaba en una Barraca por los pueblos de España llevando a las plazas públicas obras clásicas de la dramaturgia española.

Sin filiación política, tuvo amigos enlazados entre Fernando de los Ríos y José Antonio Primo de Rivera, con quien cenaba los viernes, ocultándose de curiosos para evitar ser vistos juntos, algo que no impidió la denuncia del cedista Ruiz Alonso delatándole como espía ruso para que entre Víznar y Alfacar le dieran “café”, mucho “café” a las 4:45 h de la madrugada del 18 de agosto, junto a Galindo, Arcolla y Galadí, junto a la Fuente Grande.

Luego confirmó don Antonio que el crimen fue en Granada y su novio, el escritor Juan Ramírez de Lucas, nos entregó la última carta del poeta.

VENGAR AL LUSITANIA

VENGAR AL LUSITANIA

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El transatlántico británico de pasajeros Lusitania zarpó de Nueva York rumbo a Liverpool con munición clandestina en sus bodegas para luchar contra los alemanes en la Primera Guerra Mundial, encontrándose en su camino con un torpedo alemán que lo hundió en el mar de Irlanda donde le esperaba agazapado y en silencio el submarino alemán U20, el 7 de mayo de 1915.

La muerte de 128 norteamericanos junto a centenares de inocentes pasajeros, exaltó los ánimos del pueblo yanqui que indignado exigió “vengar al Lusitania”, convirtiendo este grito en lema de la nación entera, obligando al presidente Woodrow Wilson a leer ante los representantes del pueblo americano su famoso “Mensaje de Guerra al Congreso”, en abril de 1917.

Propuso a los congresistas abandonar la neutralidad oficial mantenida hasta entonces por la diplomacia americana y unirse a los aliados cuatro días después para combatir la ambición Alemana de meterse al mundo en el bolsillo, a tiro limpio y sin medir las consecuencias.

Algo parecido a lo que hoy pretende hacer la señora Merkel, diseminando bombas racimo de recortes por toda Europa, cañonazos de intereses bancarios a la deuda de los países y misiles de largo alcance dirigidos a la línea de flotación del estado de bienestar de millones de ciudadanos, que terminarán naufragando donde navegan usureros capitalistas financieros en veleros de recreo.

JUGANDO CON EL GÉNERO

JUGANDO CON EL GÉNERO

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Una querida amiga, que lleva con generosidad, orgullo y dignidad ejemplar su oficio de maestra rural, me envía hasta mi reposo en Mojácar un correo que le agradezco, porque me da pie a jugar con el género gramatical sin ánimo de molestar a personos que combaten el ingenuo y tradicional lenguaje sexista.

Espero también que la miembra asesora de la Agencia de Naciones Unidas para la Mujer, entienda este juego como broma que alivie la pesadumbre que padecemos, aunque Bibiana Aido no la sufra en sus relajantes paseos por las calles de Nueva York hablando por el móvil con Leire Pajín, que descansa en un banco frente al Capitolio, para recuperarse del agobiante trabajo que tiene en la Organización Panamericana de Salud, cobrando ambas un sueldo que no les permite llegar a fin de mes.

Sin entrar en profundidades lingüísticas, es de dominio público que las palabras de género femenino terminan en la letra a, y las referidas al masculino en la o, precedidas ambas de las correspondientes partículas gramaticales, pero no siempre ocurre esto así, lo que provoca malestar en sectores que defienden desigualdades difíciles de conseguir.

Esto le ocurrió al sindicalisto periodisto que fue de turisto con el poeto y el contratisto a escuchar al orquesto formado por pianisto, trompetisto y violinisto, artistos detenidos por un policío que salía del dentisto con un golfisto, para ir al masajisto sin avisar al telefonisto porque el electricisto estaba en el oculisto esperando que el maquinisto dejara de ser machisto.

MENDOZA CUMPLE AÑOS

MENDOZA CUMPLE AÑOS

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Tal día como hoy de hace setenta años, el barcelonés Eduardo Mendoza vino al mundo con el arte de la pluma bajo el brazo para vivir en la ciudad de los prodigios despistando a la censura franquista con la verdad del caso Savolta, que ocultaba los soldados de Cataluña.

Cansado de traducir palabras de otros por Nueva York, Ginebra y Viena decidió volver a sus rincones infantiles y habitar la isla inaudita, conciliando la comedia ligera con sus clases en la Universidad Pompeu Fabra, mientras compartía la aventura del tocador de señoras, sabiendo que una pésima novela hace malas todas las anteriores.

Cumple años Eduardo, viviendo a ras de suelo y sujetando las puertas de su casa con los premios literarios que ha recibido, haciendo gala de sus cinco mandamientos: sencillez, trabajo, constancia, humor y pragmatismo. Cóctel que le hace gran persona y escritor vocacional, alejado de las togas y los pleitos para los que fue formado en la Facultad de Derecho.

Su gusto por ser el más extranjero de todos los extranjeros, le lleva disfrutar paseando por ciudades donde no es reconocido, gritando con un megáfono que estamos como estamos porque los bancos nos dieron propinas innecesarias y sobradas para hipotecar nuestra vida.

WALT WHITMAN

WALT WHITMAN

Sabed que soy muy mal lector de novedades, pero excelente relector de obras que me dejaron huella. Es decir, que me interesan poco las primicias literarias y vuelvo tantas veces como deseo a las páginas que deleitan mi espíritu.

Este perpetuo retorno a la complaciente literatura que me satisface me ha llevado a pasar dos días con Walt Whitman en West Hills, una aldea que empezaba a crecer frente a Nueva York en 1819, donde he sido bien recibido por el más grande poeta que Norteamérica ha dado al mundo.

Sentado sobre sus refrescante “Hojas de hierba” he gozado nuevamente del verdor de la vida en este caluroso, seco y agostado agosto, sin otra pretensión que la de abandonarme en los versos de la frustrada vida del poeta.

Walt había perdido su trabajo unos meses antes de que sus “hojas” aparecieran en las librerías, con el desgraciado mérito de saber ocultar entre sus versos lo prohibido en una sociedad cínicamente puritana. Poemario que insinúa tímidamente lo intolerable, sin vulnerar los límites de la libertad impuesta en un país  que supeditaba la libertad a la castidad.

Mucho debió sufrir Walt al verse obligado a cambiar en sus versos el vocablo “él” por el de “ella” para no ofender la falsa pureza de los inquisidores sociales de la época. Grande debió ser la frustración de fingir aventuras amorosas con mujeres que nunca existieron en su vida. Mucho debió padecer aparentando ser lo que no era. Y eterna la culpa de una sociedad que le obligó a inventar seis hijos que nunca tuvo.