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A VEINTINUEVE DÓLARES EL NEGRO MUERTO

A VEINTINUEVE DÓLARES EL NEGRO MUERTO

Unknown

El desprecio por la raza negra, que para muchos era símbolo de ignorancia, pobreza, atraso y delincuencia, llevó a ciertos dirigentes políticos a eliminar de sus países todo punto negro que se moviera confundido entre la negrura de los suburbios y barrios marginales.

Así, cuando el dominicano general Leónidas Trujillo se propuso incorporar la República Dominicana a la senda del progreso económico, social y cultural, pensó que llegarían antes a la meta si dejaban por el camino a los negros que caminaban con ellos.

Con esa idea en el filo de la navaja, ordenó en 1937 a sus esbirros el descuartizamiento a machetazo limpio de veinticinco mil haitianos de raza negra, que deambulaban entre los cañaverales de azúcar del país, compartiendo territorio en la Española isla de las caribeñas Antillas.

Lo curioso es que este animal con apariencia racional, a la sazón mulato por parte de su abuela haitiana, tenía el macabro cinismo de blanquearse la cara con polvo de arroz para disimular su negritud y justificar la locura de su salvaje intento blanqueador del país.

Siniestra deuda que este predecesor de sucesivos matarifes pretendió saldar con el Gobierno haitiano pagándole veintinueve dólares por cada negro cuarteado, tras admitir que había hecho picadillo a dieciocho mil vecinos, por los que tuvo que pagar quinientos veintidós mil dólares.

De forma tan sencilla se cerró el trato de la transacción comercial más repugnante que ha llevado a cabo la raza humana, ante el silencio y complacencia de quienes pudieron evitarlo, en espera del genocidio nazi que llegaría años después.

Hoy no se machetea la negritud social de los desfavorecidos, basta con suprimirles las medicinas, impedirles el paso a los hospitales y quitarles las sillas de ruedas para rueden sus cuerpos por el suelo, dejando que la muerte vaya haciendo lentamente su trabajo, mientras los matarifes dictan leyes exterminadoras y los capelos se dan golpes de pecho en silencio, pidiendo a Dios la redención que ellos niegan a los condenados.

PRIMER BROTE NEGRO

PRIMER BROTE NEGRO

Anticipar un suceso predecible no significa felicitarse por el acierto en la predicción y menos aún alegrarse si ésta es desgraciada y se cumple. Tal es el caso de lo sucedido ayer en un pueblo castellano donde la desesperación de un insolvente tiñó de negro una sucursal de la Caja de Burgos.

Estaba previsto desde hacía tiempo y en esta bitácora se ha advertido sobre ello a los oídos sordos de quienes debían tenerlos abiertos. No hace falta estar dotado de inspiración divina para saber que cuando alguien ha perdido todo, no tiene nada que perder y pierde hasta el miedo que lo tenía maniatado. Tampoco se necesita gozar de especiales dotes proféticas para anticipar que quien va a perder su vida por causa de otro, intente llevarse por delante al inductor de su irremediable suicidio.

Ayer hemos visto atónitos el primer brote negro en el pueblo burgalés de Sotopalacios. Brote tan indeseable como predecible, censurado por unos vecinos y justificado por otros, diciendo que “cuando unas salidas se cierran, se buscan otras”.

Víctor había recibido de la entidad bancaria la notificación de desahucio por no hacer efectivos los pagos correspondientes al préstamo de 24.000 euros solicitados para su taller y vivienda. Desesperado, el pirómano se fue a la sucursal con 20 litros de gasolina, pidió a los empleados que abandonaran las dependencias y prendió la mecha, convirtiendo en cenizas todo lo había dentro.

Es evidente que la razón rechaza tal comportamiento y la ley condena el atropello, pero el corazón se encoge pensando en la situación personal, familiar, profesional y social de un ciudadano que llega a ese extremo, como respuesta a una situación desesperada, que otros resuelven rociándose sobre ellos mismos la gasolina y quemándose como bonzos para denunciar la aplicación de una ley añeja, censurada por jueces, fiscales, ciudadanos, Unión Europea y políticos, aunque estos sigan sin dar la solución que está en sus manos.

PRIMER BROTE NEGRO

PRIMER BROTE NEGRO

 La torpe visión de la realidad, unida a la pasividad y falta de capacidad de los gobiernos a lo largo de la historia para captar la situación real de los países que gobernaban, ha llevado en varias ocasiones a violentas revoluciones que podrían haberse evitado si quienes ocupaban las cúpulas del poder hubieran realizado los cambios que demandaban los ciudadanos.

En un Estado de Derecho, las leyes son el armazón que sostiene la estructura organizativa del mismo, pero cuando el hambre llama a la puerta y la supervivencia familiar depende de un mendrugo de pan que no llega, la legalidad huye por la ventana. Cuando el hambre provoca el llanto de los hijos y la angustia es la oración de cada día, no cabe la resignación.

Hemos visto el primer brote negro en Andalucía y la respuesta del Gobierno no ha sido atajar las causas que han llevado a la rebelión, sino condenar a galeras a los rebeldes, haciendo un alarde de ceguera poco común, si tenemos en cuenta que un periódico ha publicado los resultados de una encuesta en la que el 89,5 % de ciudadanos aprueban la incautación de alimentos que han hecho los Robín Hoods del SAT.

Vergüenza nacional que a todos avergüenza menos a los sinvergüenzas que ahora claman justicia represiva sin tener en cuenta que la supervivencia no entiende de leyes cuando el estado de necesidad exige alimento, sin importarle en camino a seguir para evitar la hambruma.