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DÍA DE LA REBELIÓN

DÍA DE LA REBELIÓN

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Cuando los ponentes del Estatuto Autonómico madrileño propusieron en su articulado que los vecinos de la Villa y Corte celebrarían el día 2 de mayo su fiesta de la Comunidad, para conmemorar que en esa jornada de 1808 el pueblo de Madrid se sublevó contra el poder instituido, no adivinaron que doscientos siete años después podría convertirse en la jornada de rebelión contra una situación beneficiosa para la minoría de vecinos.

Todo comenzó porque aquel 2 de mayo los soldados franceses pretendieron llevarse los hijos de Carlos IV a Bayona, originando esa intentona la sublevación espontánea del pueblo ante el abuso de poder de sus gobernantes, con gran desconcierto de Murat y su gente, que no esperaban respuesta tan contundente de la ciudadanía, harta de aguantar la espuela del gabacho.

A esta rebelión se añadieron otras dispersas por el territorio nacional con llamamientos públicos a la insurrección popular para superar la situación que estaban viviendo los ciudadanos, algo que concluyó con una guerra por la independencia del pueblo, cuyo final fue la conclusión  de los abusos y la expulsión de los invasores.

Hoy los ciudadanos están indignados por los recortes y las represiones de quienes mantienen sus privilegios propios con leyes dictadas por ellos mismos, descaradas mentiras, prepotencia insultante y desprecio a las aspiraciones ciudadanas, que provoca la unión de los afectados contra las injerencias externas en asuntos internos vitales, usurpadoras de la voluntad popular, que dejan al pairo la salud, educación y bienestar de millones de compatriotas.

El Tratado de Fontainebleau pudo ser el precedente de nuestra adhesión al euro. La represión de Murat a las revueltas populares tuvo mucho que ver con la Ley de Seguridad Ciudadana, las pelotas de goma, los porrazos y las detenciones abusivas. Y la cruel y goyesca Carga de los Mamelucos, se adelantó en el tiempo a las cargas policiales que los ciudadanos repelen a pedradas, como intifada hispana.

EL GABACHAZO DE FONTAINEBLEAU

EL GABACHAZO DE FONTAINEBLEAU

Tratado-Fontainebleau

El 27 de octubre de 1807, el valido Godoy en representación de Carlos IV y Napoleón, firmaron el tratado de Fontainebleau de ayuda mutua para invadir Portugal y repartirse el territorio, haciéndose al mismo tiempo con los puertos atlánticos para impedir que Inglaterra se abasteciera en las aliadas costas portuguesas.

De esta forma, se autorizó a las tropas francesas a pasar por territorio español, olvidándose el enviado del borbón de leer la letra pequeña que figuraba en el reverso de las intenciones gabachas, donde se permitía a los soldados dormir bajo las encinas salmantinas, el pórtico de la catedral de Burgos, la playa donostiarra, la Barceloneta y el templete de Pamplona, entre los mil lugares españoles que invadieron aprovechando su paso por la piel de toro, sobre la cual asentaron 120.000 soldados franceses que controlaban comunicaciones y fronteras.

El motín de Aranjuez provocó la caída fulminante de Godoy, la abdicación inmediata de Carlos IV en su felonazo hijo Fernando, la ocupación de Madrid por las tropas de Murat y la coronación de Pepe Botella, hermano del todopoderoso dios emperador.

A partir de aquí vino lo que vino, y los españoles tuvimos que salir juntos a la calle con hoces, guadañas, navajas y arcabuces a pelear contra los invasores por nuestra independencia, tras el engaño sufrido en Fontainebleau, aunque malas lenguas aseguraron que Godoy conocía las aviesas intenciones de los aguerridos vecinos que pretendieron cambiar la dinastía borbónica por la napoleónica.

«DOS DE MAYO» DE 2014

«DOS DE MAYO» DE 2014

aEn la celebración del «dos de mayo» es bueno recordar que la indebida ocupación de un territorio se llama invasión, como hicieron los franceses con nosotros. Pero también se produce una invasión cuando alguien usurpa funciones que corresponden a otros, como sucede hoy con los bárbaros del norte que dirigen la política de los países del sur.

En el primer caso, los hispanos se unieron un día como hoy de 1808 para expulsar de la patria a los gabachos invasores, y cabe esperar que los españoles de 2014 nos unamos con igual fuerza para evitar las injerencias en asuntos internos de quienes se apoderan de nuestra voluntad, dejando al pairo la salud, educación y bienestar de millones de compatriotas.

Nuestro Motín de Aranjuez ante el futuro incierto que nos espera, está tomando forma de manifestaciones populares y algaradas callejeras. El Tratado de Fontainebleau pudo ser el precedente de nuestra adhesión al euro. Y la represión inicial de Murat a las revueltas populares tiene mucho que ver con la Ley de Seguridad Ciudadana, las pelotas de goma, los porrazos y manguerazos.

La cruel y goyesca Carga de los Mamelucos, se adelantó en el tiempo a las cargas policiales que los ciudadanos repelen con piedras. Y a nadie extrañaría que nuevos daoizes y velardes surgieran espontáneamente entre los ciudadanos, poniéndose al frente del cañón que mi querido Ángel nutre cada día con justificada indignación, aunque seamos arcabuceados los rebeldes que tenemos muchas causas para serlo.

El resultado final de la rebelión ciudadana contra la invasión francesa que hoy recordamos, fue que los gabachos salieron corriendo frontera arriba allende los Pirineos, lo cual debe hacer pensar a nuestras autoridades que en el país solo están contentos ellos, los banqueros y publicistas pesebreros, porque los parados, sanitarios, jueces, obreros, profesores, monjas, bancarios, curas, funcionarios, quiosqueros, vigilantes, policías, jubilados, bomberos, guardias civiles, ONGs, sindicatos, Colegios Profesionales, y mi vecina “la dinamitera”, están por hasta el moño, sin que los privilegiados políticos parezcan enterarse que un pueblo herido es peor que el puma, y en este momento hay millones de ciudadanos heridos y al acecho.

DOS DE MAYO

DOS DE MAYO

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Dudo que los ponentes del Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid, encabezados por el socialista José Prat, supieran lo que hacían cuando propusieron en el apartado 4 de su 4º artículo que los madrileños celebraran el día 2 de mayo su fiesta de la Comunidad, para conmemorar que ese día de 1808 el pueblo de Madrid se sublevó contra el poder instituido, aunque se instituyera de la forma que se instituyó.

Conviene recordar que el lunes 2 de mayo de 1808 amaneció con la normalidad de cada día para los madrileños, hasta ser estos informados de que los soldados franceses pretendían llevarse los hijos de Carlos IV, – María Luisa y Francisco de Paula -, a Bayona, y entonces se armó la marimorena. Es decir, la sublevación espontánea del pueblo ante el abuso de sus gobernantes, con gran desconcierto para Murat y su gente, que no esperaban respuesta tan contundente de la ciudadanía, harta de aguantar la espuela del gabacho.

A esta sublevación se añadieron otras por todo el territorio nacional con llamamientos públicos a la insurrección del pueblo indignado con la situación que estaba viviendo, hasta desembocar en una guerra apellidada “de la Independencia”, pero que bien podría llamarse de “Liberación Popular” ante los abusos y dominio de sus mandamases.

Recordada la rebelión popular patrocinada por nuestros líderes políticos, no tengo claro que los actuales gobernantes del reino estén midiendo bien el pulso que están echando al pueblo con sus recortes, represiones de opinión, “nazi-onalizaciones” de actitudes ciudadanas, mantenimiento de privilegios propios, demonización de indignados y parados, incumplimiento de programas, mentiras insultantes, prepotencia y desprecio a las aspiraciones ciudadanas, porque en este momento el pueblo está herido y al acecho.