DÍA DE LA REBELIÓN
Cuando los ponentes del Estatuto Autonómico madrileño propusieron en su articulado que los vecinos de la Villa y Corte celebrarían el día 2 de mayo su fiesta de la Comunidad, para conmemorar que en esa jornada de 1808 el pueblo de Madrid se sublevó contra el poder instituido, no adivinaron que doscientos siete años después podría convertirse en la jornada de rebelión contra una situación beneficiosa para la minoría de vecinos.
Todo comenzó porque aquel 2 de mayo los soldados franceses pretendieron llevarse los hijos de Carlos IV a Bayona, originando esa intentona la sublevación espontánea del pueblo ante el abuso de poder de sus gobernantes, con gran desconcierto de Murat y su gente, que no esperaban respuesta tan contundente de la ciudadanía, harta de aguantar la espuela del gabacho.
A esta rebelión se añadieron otras dispersas por el territorio nacional con llamamientos públicos a la insurrección popular para superar la situación que estaban viviendo los ciudadanos, algo que concluyó con una guerra por la independencia del pueblo, cuyo final fue la conclusión de los abusos y la expulsión de los invasores.
Hoy los ciudadanos están indignados por los recortes y las represiones de quienes mantienen sus privilegios propios con leyes dictadas por ellos mismos, descaradas mentiras, prepotencia insultante y desprecio a las aspiraciones ciudadanas, que provoca la unión de los afectados contra las injerencias externas en asuntos internos vitales, usurpadoras de la voluntad popular, que dejan al pairo la salud, educación y bienestar de millones de compatriotas.
El Tratado de Fontainebleau pudo ser el precedente de nuestra adhesión al euro. La represión de Murat a las revueltas populares tuvo mucho que ver con la Ley de Seguridad Ciudadana, las pelotas de goma, los porrazos y las detenciones abusivas. Y la cruel y goyesca Carga de los Mamelucos, se adelantó en el tiempo a las cargas policiales que los ciudadanos repelen a pedradas, como intifada hispana.