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PARAÍSOS FISCALES

PARAÍSOS FISCALES

Nada sabemos del paraíso celestial donde al parecer algunos pasarán la eternidad por haber sido, – o aparentado ser -, buenos en la vida. Poco sabemos la gran mayoría de terrícolas de bellos lugares paradisíacos repartidos por el planeta. Del paraíso terrenal simplemente sabemos lo que Dios Padre inspiró a los escribas del Antiguo Testamento, para que supiéramos las andanzas de nuestros padres primigenios en el jardín de las delicias. Y todo el que quiera puede leer los paraísos artificiales de Baudelaire compartiendo su experiencia con las drogas.

Pero sólo unos cuantos privilegiados pueden disfrutar de países, islas, territorios o ciudades donde bancos, empresas y millonarios, pueden llevar allí sus fortunas sin pagar un duro por ello y con una opacidad infranqueable. ¡Bien!

En estos fraudulentos espacios insolidarios hay asentadas quince sucursales de bancos españoles por las que se pasean famosos sinvergüenzas de guante blanco que ensucian su boca hablando al pueblo de honradez y sacrificio.

Se calcula que son 16 billones, – ¡billones! – de dólares, el dinero que circula por las Islas Caimán, Londres, Gibraltar, Andorra, Bahamas, Belice, Islas Vírgenes, Maldivas, Mauricio, Montecarlo, Liechtestein, San Marino, Vaticano, Seychelles y cien lugares más repartidos por el mundo, llevado a sus cajas secretas por usureros y explotadores del sudor ajeno.

Forma de limpia de blanquear dinero transfiriéndolo a través de Internet y de lavar dinero sucio entregándolo personalmente en las ventanillas, sin necesidad de intercambiar una sola palabra con el empleado de turno, encargado de recoger las bolsas.

Si el dinero evadido permaneciera en los países de origen, éstos recaudarían  los 200.000 millones de dólares que permitirían erradicar el hambre en el mundo. Y si la Hacienda española recuperara los 80.000 millones de euros anuales originados por fraude fiscal, no habría crisis a la vista.

¿Qué hacer, pues? Ya lo he dicho muchas y no voy a repetirlo.