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EL OFICIO DE MENTIR

EL OFICIO DE MENTIR

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Siendo la mentira inseparable compañera de viaje del ser humano en algún tramo del largo camino que en la vida recorremos, es para algunos caminantes vicio habitual ejercido con la inconsciente naturalidad que respiran, haciendo de la mentira, oficio; del cinismo, religión; de la hipocresía, rutina; del engaño, vicio; y del embuste norma.

Mentirosos profesionales por encadenar falsedades, pero también por ocultar información, manipular datos, pervertir argumentos y decir medias verdades que sanciona el refranero español con mayor castigo que sus habituales mentiras.

Manolo Kant, -que decía Carrascosa al referirse a este amigo suyo-, opinaba que la mentira era la mayor violación moral que el ser humano podía cometer contra sí mismo, negándose el filósofo a disculpar todo engaño, por pequeño que este fuera, aunque las mentiras no puedan medirse con un doble decímetro.

Siendo la mendacidad practicada por estos enemigos de la verdad algo detestable, no es posible erradicarla de sus vidas porque siempre encuentran una disculpa justificativa del engaño, en ocasiones para encubrir fechorías, otras veces para consolar a los enfermos, también para ocultar inseguridades personales o evitar sanciones si se supiera la verdad.

No faltan autoexculpaciones de sus trampas afirmando que todos mentimos alguna vez, comparando cínicamente la ocasional paja en ojo ajeno con la permanente viga que tienen en el suyo, aun reconociendo las mentiras que se cuelan de rondón en nuestras vidas para ganar la estimación de los demás, complacer al jefe, proteger a los niños, evitar ofensas, poner excusas, mejorar la imagen, postergar decisiones, fomentar la autoestima, vengar una afrenta, sortear un despido, conseguir un favor, ocultar sentimientos o conseguir objetivos.

No se dan cuenta los embusteros profesionales, que al hacer de la mentira oficio se engañan a ellos mismos sin el menor esfuerzo ni rubor, algo que les genera angustias, inseguridades, temores y vida cautiva, al verse obligados a fingir una personalidad que no les pertenece, habitando en un mundo irreal creado por ellos para sobrevivir en falsos modelos que se han fabricado con sus mentiras.

MANDA DIOS Y DIOS DIRÁ

MANDA DIOS Y DIOS DIRÁ

Unknown

Felicidad y complacencia produce que los líderes políticos españoles más líderes de todos los líderes, proclamen su obediencia ciega a los mandatos divinos y la sumisión incondicional a los deseos del Todopoderoso, porque siendo así ganaremos el futuro, saldremos de la crisis, viviremos felices, comeremos perdices y daremos a los incrédulos con los huesos en las narices.

Obedecer los mandatos celestiales es la única salvación que tenemos al alcance de la mano. Por eso, Rajoy exigió tantas veces durante su travesía del desierto que se hicieran las cosas “como Dios manda”, aunque ahora que él está en el monte Sinaí del poder haya olvidado sus mandatos y no haga lo que Dios manda, porque Dios nunca mandaría las plagas que está mandando Rajoy al pueblo inocente de pecado.

Al lado del gallego, se arrodilla ante Dios en el reclinatorio político el compañero Rubalcaba, en espera de oír la voz de Dios para decidir si se presenta o no a las próximas elecciones primarias. Sabemos esto, porque al preguntarle ayer si será candidato a las elecciones internas del partido, su respuesta fue: “Dios dirá”.

Pues que Dios diga lo que tenga que decir y mande lo que tenga que mandar, que nuestros políticos están esperando sus órdenes para hacer lo contrario de lo que ordene Yahvé, como sucede con sus mandamientos, uno de los cuales prohíbe decir falsos testimonios y mentir.