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TÚ SÍ QUE ERES MANDANGAS

TÚ SÍ QUE ERES MANDANGAS

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Mandangas y mangante es el majara Marjariza, y no la Asociación Pro-Huérfanos de la Guardia Civil ni su presidente, a quien el concejal de Hacienda de Valdemoro, José Javier Hernández, calificó de “mandangas” por la negativa del benemérito al pelotazo púnico, advirtiendo el mandango que podría liquidarlo con este persuasivo argumento: “Lo remato. Pum, pum, pum. Nos reímos un rato y fuera”.

Si el colmo de la codicia es robarle un caramelo a un huérfano, lo que pretendían hacer estos pernales iba más allá del hurto y el engaño, afectando directamente a la esencia más íntima de la condición humana, igualándolos a los endriagos más esperpénticos que imaginarse pueda.

Ya no es vergüenza, ni asco, ni vómito, ni repugnancia lo que produce esto, sino estímulo de violencia personal contra esta pandilla de cuatreros que pretendieron ensuciar el honor y la honra de un Cuerpo de seguridad que ha protegido y cobijado durante 170 años los indefensos cuerpos y almas de niños y jóvenes que fueron abandonados al pairo de la vida por capricho indeseable de la parca.

Una Asociación mantenida por las cuotas solidarias de los guardias civiles, con honrada historia al servicio de los huérfanos del Cuerpo no merece ser tratada con el desprecio que estos detestables rateros lo han hecho, amparados en la hendionda impunidad que los protege, como acredita su descarado atrevimiento mostrado en sus comportamientos, denigrantes para la raza humana y la vida política española.

Hasta donde han llegado estos depredadores sin escrúpulos no alcanza mi prudencia ni mi templanza habitual, porque han herido con su actitud una fibra íntima de mi vida personal, que guardo como una reliquia en el santuario de mis recuerdos, sin permitir que nadie la insulte ni salpique con la baba de sus inmorales ronquidos.

Pido a quien corresponda que retire del Ayuntamiento Valdemoro el tricornio de la Guardia Civil y la imagen de su patrona la Virgen del Pilar, mientras el despacho huela a la podredumbre dejada por el alcalde de la localidad cómplice del majara, porque la sensibilidad colectiva de los miembros del Cuerpo no puede aguantar semejante cinismo, ni el benemérito cuerpo merece tal vilipendio.