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LEY MORDAZA

LEY MORDAZA

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En la huelga a la japonesa, los empleados trabajan más de lo normal para aumentar la producción, obligando a una bajada de precios por exceso de producto en el mercado y elevados costes de almacenaje. Esto es algo diferente a la huelga de celo, que consiste en el cumplimiento estricto y riguroso de las leyes hasta paralizar la actividad estatal y/o privada.

En ambos casos, la actitud de los trabajadores perjudica al Gobierno, bloquea la Administración o quebranta a la patronal, sin que los empleados sufran descuentos salariales, despidos legales, problemas laborales o detenciones policiales que acompañan inevitablemente a las huelgas convencionales.

Bien, pues dicho esto, propongo a los diputados y senadores que votaron en contra de la llamada Ley Mordaza, que se manifiesten contra ella frente al Congreso, para que sean todos identificados, detenidos y fichados por los mismos policías que tienen la obligación de protegerlos como representantes del pueblo, para avergonzar al patrocinador de semejante ley y provocar una protesta de todos los Gobiernos y Parlamentos democráticos del mundo.

Ley mordaza está condenada a desaparecer desde su nacimiento, y eso lo sabe su patrocinador. Moribunda Ley Fugaz que apenas durará unos meses en vigor parte de su articulado pensado – entre otras cosas – para eximir de responsabilidad a los pocos policías indeseables que hay en el cuerpo, pues la mayoría de ellos cumplen su misión con respeto a leyes internacionales que están por encima de normas de menor rango opuestas a ellas, impuestas en contra de la voluntad general en un Estado de Derecho.

El Consejo Editorial del prestigioso New York Times ha calificado la “Ley Mordaza” como norma “ominosa”, es decir, abominable. Y la ONU ha mostrado su preocupación por el deterioro de los derechos humanos en España, hasta el punto de que un grupo de relatores ha pedido dar marcha atrás con la “Ley Mordaza” porque viola derechos y libertades fundamentales de los individuos, al socavar los derechos de manifestación y expresión en España.

UNAMUNO Y LAS MANIFESTACIONES

UNAMUNO Y LAS MANIFESTACIONES

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Un profesor universitario amigo y simpatizante de la organización política Podemos, me preguntaba ayer por la opinión que Unamuno tenía sobre las manifestaciones populares, con motivo de la convocada para hoy en Madrid  por el partido político antes citado, – en el aniversario de la boda de don Miguel -y hago pública la fácil respuesta que le di, pues  Unamuno siempre fue un hombre comprometido con la clase social menos favorecida y protagonista de numerosos actos de protesta.

Es obligado recordar que Unamuno promovió y participó en muchas manifestaciones callejeras de diferentes ciudades españolas, presidiendo la mayoría de ellas detrás de la pancarta, como certifica la foto que ilustra este artículo donde se le puede ver junto a Indalecio Prieto y Largo Caballero en la cabecera de la manifestación del primero de mayo de 1931.

Presidió las dos organizaciones obreras salmantinas más importantes: la Unión  Ferroviaria y la Federación Obrera, que terminaría siendo UGT, así como las asociaciones gremiales de la ciudad, uniendo a los numerosos mítines sus campañas agrarias para agitar las mentes de los campesinos, al tiempo que estimulaba la pasividad de los estudiantes, luchando incansablemente por la justicia, la honradez y la verdad, por encima de la paz.

Recordemos hoy su opinión sobre la actuación violenta de algunos miembros de la policía en la represión de las protestas callejeras, remontándonos a la mañana del lunes 5 de mayo de 1930 cuando se presentó en el edificio universitario de la madrileña calle San Bernardo para dar un mitin, que terminó en protestas estudiantiles, reprimidas por orden del coronel Romero con cargas policiales desmedidas de los guardias de seguridad, enarbolando sables contra los jóvenes que corrían a protegerse en portales, cafés, locales y viviendas.

Su opinión sobre la actuación policial la hizo pública en los siguientes términos:

Tengo necesidad de hacer un poco de historia para recoger ciertos sueltos de ese periódico “ABC” que es el abecé de los analfabetos españoles y de una pobre hoja lanzada hoy en esta ciudad. En mayo último fui requerido por los estudiantes de la F.U.E. de Madrid, y a mi llegada a la estación del Norte, presencié una de las representaciones más bárbaras que he visto en mi vida. Sin que hubiera una pedrada, ni un palo, ni acto violento alguno, se comenzó a dar cargas violentas, para tratar de reprimir, sencillamente, unos gritos que daba la juventud. En ninguna parte de ningún país civilizado se emplean estos procedimientos y se reprimen los gritos con palos y sablazos.

DERECHO A PROTESTAR

DERECHO A PROTESTAR

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Los intentos del Gobierno por impedir manifestaciones ciudadanas, silenciar protestas públicas y censurar ciertas opiniones vertidas en redes sociales, van por el camino de la represión pura y dura, que tan nefastas consecuencias tiene para represores y reprimidos, como ha demostrado tantas veces la historia a lo largo de los siglos.

Pretender superar un conflicto con leyes opresivas que autoricen detenciones arbitrarias, pelotazos mutilantes y porrazos magullantes, es algo tan inútil como intentar navegar bajo el mar en un submarino descapotable, porque la solución a los problemas no está en el palo limpio, sino en la intervención directa sobre el origen del conflicto, erradicando su causa.

Dado que la disgregación de los trabajadores y la falta de unión ciudadana provoca una sensible desigualdad de fuerzas entre opresores y oprimidos, a los rebeldes no les queda otro recurso que la protesta en forma de pataleo, vociferio, insulto, blasfemia social y palabra injuriosa contra los causantes de la desgracia y el pequeño grupo de estafadores y corruptos beneficiarios de su infortunio.

Cuando se ha perdido el trabajo y el sueldo en la maleza de recortes y guadañazos legalmente limpios y humanamente insolidarios, al mutilado apenas le queda su voz para gritar, y nadie puede quitarle el derecho a desgañitarse clamando justicia social en las pancartas y redes sociales.

Quien carece de mendrugos para llevarse a la boca reseca, está indultado por el séptimo mandamiento. Para quien pierde injustamente lo que es suyo, la lucha es inevitable. Cuando se desgarran los ojos de dolor y el llanto se hace sangre, la violencia sustituye a las palabras, por mucho que los privilegiados se rasguen las vestiduras y proclamen el Estado de Derecho que solo les protege a ellos.

POCO HA CAMBIADO

POCO HA CAMBIADO

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Declaro profunda frustración con la promesa democrática de cambio que tanto anhelábamos, reducida a formales modificaciones estructurales, normativas legales y teóricos códigos éticos de conducta social, mercantil, financiera y política, redactados para embaucar a los ingenuos.

Si para interpretar lo ocurrido en la sociedad española, tuviéramos que optar entre Heráclito o Parménides, es decir, entre la movilidad y el cambio permanente defendido por el de Éfeso o el estatismo propuesto por el nacido en Elea, no dudo en ponerme al lado del segundo, porque poco ha cambiado de cuanto proponían los predicadores que cambiaría.

Los mismos que criticaban la permanencia en cargos oficiales de los líderes franquistas que se eternizaban en las poltronas, hoy prolongan indefinidamente su estancia en los despachos y sus viajes en coches oficiales.

La brutal represión que los “grises” practicaban obedeciendo órdenes superiores contra quienes pedían voz y libertad, hoy se mantiene con similar virulencia contra aquellos que piden pan, trabajo y justicia social.

El mando único ejercido por el dictador y sus cómplices sin oír la voz del pueblo, hoy es practicado por los actuales líderes políticos, que imponen sus mandatos por encima del clamor popular, justificándolo en desvirtuadas urnas.

La prohibición de manifestaciones de aquellos tiempos se ha disfrazado hoy con pancartas autorizadas sin consecuencia alguna porque los mandatarios no las leen, autorizando al pueblo a que grite para que todo siga igual.

El Fuero del Trabajo y los sindicatos verticales se han traducido en leyes laborales dieciochescas, usurpación de derechos conseguidos con sangre y sindicatos donde los sindicalistos han ocupado muchas sillas de sindicalistas.

La confesionalidad católica del Estado, el palio, la mitra y el cilicio, que camparon por sus respetos en tiempos no lejanos, siguen hoy ocupando un lugar privilegiado en el marco de un Estado declarado constitucionalmente aconfesional.

En esta democracia no se cercena legalmente la libertad de prensa con leyes prohibitivas, pero los intereses de grupo, las subvenciones oficiales y los talones bancarios personales, manipulan, recortan, ocultan y disfrazan la información.

La opacidad de otros tiempos se disfraza hoy con leyes de transparencia que transparentan poco, ocultan mucho y guardan información en cofres secretos que debían conocer los paganos de la tragedia y de los sueldos políticos.

La inmersión política en los tribunales de justicia durante las cuatro décadas ominosas, ha permanecido intocable durante las cuatro décadas posteriores, haciendo imposible la justicia igualitaria que pregonan los beneficiarios de la desigualdad.

El nombramiento arbitrario, caprichoso y directo de procuradores a las Cortes, hoy se camufla con listas electorales cerradas, donde los partidos políticos deciden internamente quiénes de sus afiliados ocuparán el poder.

Los embaucadores han pintado de color las rejas, los cerrojos y las alambradas, para hacerlas más bellas, pero su hedor es el mismo. El payaso de las bofetadas sigue recibiendo las mismas bofetadas y la cabeza del niño de Vallecas continúa estando rota. Hoy nos siguen durmiendo con los mismos cuentos de ayer, pero el lobo se ha disfrazado de abuelita para devorar al pueblo si Caperucita no incendia el palacio donde el lobo se esconde.

PERRO POLICÍA

PERRO POLICÍA

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Que nadie interprete lo que no es, porque al decir “perro policía” no pretendo insultar a los policías llamándoles perros de presa, sino referirme a los perros que utiliza la policía para diferentes menesteres, entre los que se cuenta llevarlos a las manifestaciones populares para que muerdan a los ciudadanos que piden trabajo, pan y justicia.

Por otro lado, si el perro es el mejor amigo del hombre y vemos que en su jornada laboral se dedica a morder policías, ¿podemos concluir que los policías no son hombres? Pues no. Como tampoco pueden considerarse delincuentes merecedores de sanción a los vecinos que se manifiestan en la calle ejerciendo un derecho constitucional, o a los que pasean cerca de ellas o a los curiosos que cotillean desde las aceras.

La foto que encabeza este artículo es tan elocuente que apenas necesita explicación, pero sorprende ver a un perro policía dar ejemplo de insumisión para salvar sus convicciones, viéndole clavar sus colmillos en el cuerpo de los represores, en vez de seguir la orden de morder a los reprimidos.

Si una imagen vale más que mil palabras, la estampa gráfica de ese perro policía negándose a cumplir la misión para la cual fue adiestrado, es un testimonio ejemplar de algo que no tardará en suceder en la sociedad si los políticos no detienen la máquina exprimidora.

Ese humilde perro rebelándose contra las órdenes del “adiestrador” y atacando a un policía que cumple órdenes procedentes de algún despacho donde se despachan mandatos que no debían despacharse, puede ser el camino que sigan muchos ciudadanos desesperados.

MANIFESTACIONES

MANIFESTACIONES

Un megáfono con la voz ronca anunciaba en los Cantones que la manifestación organizada para el día de hoy por los “indignados” a las siete de la tarde, comenzaría en la plaza de Orense. Pedía el portavoz, orden y respeto durante la marcha, invitando a los asistentes a maniatar alborotadores, apedrear apedreadores y poner bozales a los provocadores para abrochar insultos, con objeto de ir juntos en paz camino de la guerra. También pedía que las enseñas de partidos políticos y banderas sindicales se humedecieran con gasolina y fueran a la pira, sin sus dirigentes, claro, aunque no faltaran ganas de hacerlo.

Dejaba claro el pregonero, que el 15-M es un movimiento ciudadano independiente de siglas y colores, amamantado por una situación insostenible, de la que han salido beneficiados quienes la han provocado, mientras las inocentes víctimas anónimas de la catástrofe están sufriendo daños colaterales, hambre real y sed de justicia condenatoria, al tiempo que detestan ser bienaventurados evangélicos.

Las manifestaciones de hoy deberían activar sumarios judiciales pendientes y abrir muchas celdas en cárceles españolas para que en ellas entren bajo palio quienes se dan golpes de pecho en los reclinatorios con la mano derecha y embargan por la izquierda a quienes han arruinado. La marcha de esta tarde debería eliminar los brindis oficiales, privilegios, dietas, salarios y holgazanería de aquellos políticos preocupados por su cuenta corriente y la de sus familiares y amigos, en un ejercicio de nepotismo detestable. Las manifestaciones tendrían que desnudar de cintura para arriba los consejos de administración bancarios abriéndoles la válvula pulmonar de oxígeno financiero para dar aquello que les sobra, a quienes todo les falta.

Pero más que nada, estas manifestaciones deberían eliminar la sordera política del ejecutivo, la indiferencia de los escaños y el desprecio de los banqueros, para que nunca más haya que desempolvar pancartas pidiendo lo que por derecho corresponde, sin necesitar defensa alguna. No pretenden los “indignados” negarse a los necesarios ajustes que han de venir, sino a que sigan sin ajustarse el cinturón quienes más tienen y se mantenga la politiquería de politiqueros que asientan sus ombligos en sillones mercenarios.

Con estos deseos en la cabeza y el corazón enrojecido de impotencia, irán miles de ciudadanos a las manifestaciones de hoy, llevando en el punto de mira a quienes han pretendido mostrar este movimiento ciudadano como algo que no es, para justificar las porras y ahogarlo en la nada metafísica antes de que llegue a más.

Son muchas energías y tiempo consumido en reivindicaciones innecesarias, por su evidencia. Muchas las lágrimas vertidas, mucha la frustración soportada y grandes las esperanzas perdidas, por lo que no queda otra opción que la rebeldía democrática pacífica. Pero si ésta no se atiende habrá que desempolvar la ira evangélica contra los mercaderes de la felicidad ajena.

Deben saber los dirigentes políticos, financieros, sociales y religiosos, que un “indignado” herido es peor que un miura corneado, y en estos momentos gran parte de ciudadanos están heridos y al acecho, hartos de encomendarse a la santa paciencia, asistir a novenas parlamentarias con resignación y suplicar una redención que parece no llegarles, porque nuestra sorda democracia  resuelve los problemas dándoles una pancarta a los manifestantes, para que todo siga igual.