GARCÍA CALVO, IN MEMORIAM
Por correo amigo ha llegado hasta la pantalla de mi ordenador la muerte de García Calvo, produciéndome el sacudimiento interno que genera un suceso inevitable que a todos espera, por inesperada que sea siempre su llegada a nuestra vida. Hoy también “doblan las campanas” por los miles de jóvenes que un día seguimos los pasos de este luchador por la utopía, más allá de toda realidad.
Se ha ido el último intelectual rebelde de una generación irrepetible, que se sublevó desde la cátedra contra el abuso del sistema, las mentiras del régimen, el poder establecido y la falta de libertades, pagando por ello el alto precio de la deportación docente, junto a Tierno Galván y López Aranguren. Heroísmo socio-intelectual que consuela la soledad de Isabel Escudero, a quien abrazo hoy desde mi bitácora.
El compromiso de Agustín con la verdad le llevó a decir que no tenía más principios que la repugnancia con la mentira, apagando con su testimonio de vida los rumores que corrieron por las redacciones de periódicos, difundidos por despachos impositivos, a los que respondieron con sus donaciones muchos ciudadanos anónimos, agradecidos por entregarles, sin pedir nada a cambio, el poema “Libre te quiero”, que siempre he llevado conmigo, desde que tuve ocasión de agradecérselo personalmente.
Su mayor legado intelectual no fueron los tres premios nacionales acreditados por sus ensayos, novelas, traducciones o el himno de la Comunidad de Madrid por el que Leguina le pagó una simbólica peseta, sino el ejemplo que dio a todos de compromiso social por la liberación del pueblo, desconocido hoy en las tarimas universitarias, donde reina el silencio y la complacencia de quienes debían liderar la revolución social que exige el insolidario, depredador, injusto y mutilante sistema que nos gobierna.