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ANIVERSARIO DEL PRIMER VATICACEÑO

ANIVERSARIO DEL PRIMER VATICACEÑO

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Son vaticanos y vaticanas las personas que reciben esa nacionalidad por concesión gratuita y no por nacimiento, aunque nazcan infantes en el Estado Ciudad del Vaticano sin que nadie se sorprenda de ello, porque ese pequeño territorio de 44 hectáreas está habitado por novecientos hombres y mujeres con capacidad procreadora, aunque la mayoría que en ese Estado viven hayan renunciado oficialmente al sexo.

Además de ser la única teocracia europea, regida por un Jefe de Estado que es también Sumo Pontífice con los tres poderes en su poder, el Vaticano goza de un patrimonio artístico y un legado histórico únicos en el mundo, protegidos por la soltería de los mismos guardias suizos que velan por la seguridad del Vicario de Cristo en la Tierra y sus tesoros, por si el Ángel de la Guardia se despista en algún momento.

Hace hoy ochenta y cinco años que nació oficialmente en el Vaticano el primer hijo de aquella tierra, engendrado extramuros de la fortaleza doctrinal católica cuatro meses antes, porque el Vaticano se independizó de Italia con el Pacto de Letrán, firmado el 11 de febrero de 1929, siendo romanos todos los vaticaceños nacidos hasta esa fecha.

La preocupación por la pequeña tasa de nacimientos en el mundo que tanto preocupa a la Curia, contrasta con ser el Estado que presenta el menor porcentaje de natalicios, algo que contradice su predicación.

Celibatados los cardenales, obispos, clérigos y monjas; solteros los guardias suizos por exigencia reglamentaria; y desnacionalizada la mitad de la población, solo dan trabajo a las cigüeñas parisinas los cuarenta y tres funcionarios laicos autorizados a reproducir la especie humana, que trajeron hace un año veinte vástagos vaticacenses, bautizados por el Papa en la Capilla Sixtina.

ARDE LA BULA

ARDE LA BULA

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El último día de octubre de 1517 el fraile y teólogo alemán Martín Lutero, irritado por el abuso, especulación y mentiras que suponía el tráfico de indulgencias sin base teológica ni evangélica, tomó del convento un martillo, cuatro puntas y el pliego con sus 95 tesis, marchando con decisión a clavar el papel en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittenberg, abriendo con ese gesto un debate que concluyó con la segregación Protestante, tras condenar la codicia y el paganismo de la iglesia Católica, perdiendo ésta millones de clientes en el envite.

Rubricó Lutero su firme oposición al celibato casándose con una monja y predicó la biblia en la lengua del pueblo porque el latín era desconocido por los creyentes, siendo declarado hereje y requerido por una bula papal para que se arrepintiera, quemando Lutero públicamente la bula un día de diciembre como hoy, del año 1520.

Algunas jornadas después, el 3 de enero de 1521, fue publicada la nueva prerrogativa papal Decet Romanum Pontificem rubricada por León X, excomulgando a Lutero, que se llevó a su redil millones de ovejas católicas descontentas con la iglesia vaticana y decepcionadas con sus pontífices, prelados, párrocos, abades y clérigos.

El despilfarro moral y material que campaba a sus anchas entre la curia y la jerarquía periférica, fue culpable de la quiebra, porque los honrados católicos rechazaban los negocios corruptos de los papas, los hijos de estos y sus amantes, el intercambio de novias, la compra de Estados, la venta de indulgencias y los asesinatos. Sí, también los asesinatos entre ellos.