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EL CALATRAVEÑO

EL CALATRAVEÑO

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Al hablar del calatraveño no me refiero al camino recorrido por el enamorado de la vaquera de la Finojosa, poetizado felizmente por Íñigo López de Mendoza, sino al patriotero don Santiago que esquilmó las arcas valencianas en connivencia con su “amiguito del alma”. Sí, el mismo que fue absuelto por un inculto jurado popular, como evidenciaba la caligrafía y faltas de ortografía de la sentencia escrita por uno de sus miembros y aprobada por la mayoría de ellos.

Déjenme decirles que españolear es diferente a españolizar, como emigrar es polo opuesto a calatravear. Emigra quien suda en paisajes alejados de su infancia; y calatravean los socios del C.C.V., “Club Calatrava Evasor”, fundado por este megalómano arquitecto valenciano, al que se han sumado grandes patrioteros de este país llevándose sus fortunas a paraísos fiscales, en un repugnante gesto de insolidaridad y aprovechamiento de servicios públicos pagados con nuestros tributos.

Urge, pues, retirar el premio Príncipe de Asturias del salón de trofeos de caza que el calatraveño tiene en la casa de Zúrich, donde este ladrillero de lujo ha trasladado su millonaria fortuna, para eludir el pago de impuestos en España.

Semejante chorizo, que ha multiplicado los presupuestos una vez aprobados los proyectos de obras, que está imputado en el caso “Palma Arena”, que se llevó un millón de euros por el anteproyecto de un palacio de la ópera que no se construyó y dos millones y medio por el Centro de Convenciones de Castellón no realizado, ha decidido meter el dinero en la mochila y abandonarnos en plena crisis, en busca de frescos aires evasivos. Pues que bendito de Dios vaya y no vuelva.

Eso sí, pedimos al Gobierno que distribuya su foto en las fronteras y le impida poner su pie sobre el asfalto que pagamos los demás, exigiéndole que devuelva el nombramiento de Embajador Honorario de la “Marca España” porque nos avergüenza su representación.

ANULACIÓN DE SENTENCIA

ANULACIÓN DE SENTENCIA

He leído con atención el texto manuscrito de 16 folios correspondiente al acta del jurado en el que se declara inocente a Francisco Camps por cinco votos contra cuatro y he quedado estupefacto con la lectura del escrito.

La escritura iletrada, la torpe caligrafía, la carencia de horizontalidad en los renglones, la dispersión de signos de puntuación, la defectuosa redacción, la ofuscación conceptual y las faltas de ortografía, evidencian un analfabetismo en los nueve miembros que firman el escrito, digna de formar parte del libro Guinness de records anticulturales.

Espantado ante lo que terminaba de leer me fui directo a la Ley del Tribunal del Jurado para informarme de los requisitos exigidos a los miembros y la forma de nombrarlos, comprobando en su Art. 2 .1 que el jurado se compone de nueve miembros y un Magistrado integrante de la Audiencia Provincial, que lo presidirá. Y su Art. 8 informa que para ser jurado se necesita, entre otras cosas, saber leer y escribir.

Bien, pues dos reflexiones:

1ª. Pedir sanción para el Magistrado presidente del Jurado por permitir que semejante bazofia literaria saliera de la reunión.

2ª. Anular la sentencia porque los miembros del jurado no cumplían el requisito de saber leer y escribir.

Pasan de 40 las faltas de ortografía. Los signos de puntuación se han tirado sobre el texto desde la ventana de la ignorancia. La redacción sonroja a los ornitorrincos. Las frases patean la gramática. Y los conceptos han puesto vertical el horizonte.

En mi larguísima vida de profesor jamás vi cosa igual, ni tanto me he horrorizado. Un profundo escalofrío ha recorrido mi médula espinal al pensar que el destino de muchas personas puede depender de nueve analfabetos funcionales apoyados por un tribunal que acepta gustosamente un acta cuyo destino es el estercolero y la anulación del juicio por incumplimiento de los requisitos exigidos a los miembros del jurado.

ÉL ES ASÍ, SEÑORES DEL JURADO

ÉL ES ASÍ, SEÑORES DEL JURADO

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Así es el pobre Paquito Camps, un hombre enamoradizo, de corazón fácil e ingenuo afecto, que se enamora tiernamente del primero que se cruza en su camino, sin pedirle credenciales de honradez, porque los sinvergüenzas no necesitan pasaportes para el amor fraterno cuando los regalos llaman a la puerta, aunque se aparente desconocer quién ha tocado al timbre.

“Te quiero un huevo” declaraba don Francisco Corleone al bigotudo sastre sin conocerlo, simplemente porque el expresidente es una persona enamoradiza, cariñosa y pródida en adjetivos entrañables. Un ligón, para entendernos, pero incapaz de ligar los trajes que ha lucido a las facturas de los mismos, porque éstas jamás son requeridas por él en las compras que realiza.

Así ha planificado su abogado la defensa de este acusado “porque él es así”, cercano, dicharachero, enemigo de documentos que acrediten pagos efectuados pero amigo, muy amigo, de recibir dádivas, primicias y regalos, a cambio de nada. Siendo, además, capaz de “contar durante toda la vida con la fidelidad” del primer desconocido que le saluda por la calle.

Él es así, señores del jurado, un hombre de letras que no sabe nada de números, aunque haya sido el máximo responsable de la economía pública valenciana.

Él es así, señores del jurado, muy tacaño y racanillo como dice su letrado, que va de gorra por la vida, sin soltar un duro para nada y menos para trajes, claro.

Él es así, señores del jurado, un millonario que sólo ha pagado con tarjeta de crédito una vez en su vida mientras esperaba en el aeropuerto camino de Bruselas.

Él es así, señores del jurado, un hombre que lleva siempre los pantalones caídos debido al peso de las monedas que lleva encima para hacer efectivos los pagos.

Él es así, señores del jurado, “amiguito del alma” de cuantos se mueven a su alrededor, aunque sea la mismísima abogada de la acusación.

Él es así, señores del jurado, un cínico profesional que negó más de tres veces conocer al bigotes, hasta que una grabación y dos fotos evidenciaron su mentira.

Él es así, señores del jurado, un prepotente sin reserva alguna que se ha enfrentado al juez y al fiscal, porque se “entusiasma” con las preguntas que le hacen.

Él es así, señores del jurado, y nadie puede creerse que se haya vendido por “tres trajes”, ya que fueron 12, más zapatos y otros enseres por valor de 14.021 euros.

Él es así, señores del jurado, un político que lleva años insultando el sentido común de todos los ciudadanos desde Finisterre hasta Gata.

Él es así, señores del jurado, un caradura de tomo y lomo al que hay que partirle la cara de una vez para reblandecérsela con una sentencia ejemplar que ayude a regenerar la vida política y aleje de nosotros el pestilente hedor que destila.