EL CALATRAVEÑO
Al hablar del calatraveño no me refiero al camino recorrido por el enamorado de la vaquera de la Finojosa, poetizado felizmente por Íñigo López de Mendoza, sino al patriotero don Santiago que esquilmó las arcas valencianas en connivencia con su “amiguito del alma”. Sí, el mismo que fue absuelto por un inculto jurado popular, como evidenciaba la caligrafía y faltas de ortografía de la sentencia escrita por uno de sus miembros y aprobada por la mayoría de ellos.
Déjenme decirles que españolear es diferente a españolizar, como emigrar es polo opuesto a calatravear. Emigra quien suda en paisajes alejados de su infancia; y calatravean los socios del C.C.V., “Club Calatrava Evasor”, fundado por este megalómano arquitecto valenciano, al que se han sumado grandes patrioteros de este país llevándose sus fortunas a paraísos fiscales, en un repugnante gesto de insolidaridad y aprovechamiento de servicios públicos pagados con nuestros tributos.
Urge, pues, retirar el premio Príncipe de Asturias del salón de trofeos de caza que el calatraveño tiene en la casa de Zúrich, donde este ladrillero de lujo ha trasladado su millonaria fortuna, para eludir el pago de impuestos en España.
Semejante chorizo, que ha multiplicado los presupuestos una vez aprobados los proyectos de obras, que está imputado en el caso “Palma Arena”, que se llevó un millón de euros por el anteproyecto de un palacio de la ópera que no se construyó y dos millones y medio por el Centro de Convenciones de Castellón no realizado, ha decidido meter el dinero en la mochila y abandonarnos en plena crisis, en busca de frescos aires evasivos. Pues que bendito de Dios vaya y no vuelva.
Eso sí, pedimos al Gobierno que distribuya su foto en las fronteras y le impida poner su pie sobre el asfalto que pagamos los demás, exigiéndole que devuelva el nombramiento de Embajador Honorario de la “Marca España” porque nos avergüenza su representación.