VERGÜENZA AJENA
En ocasiones sentimos vergüenza por la desvergüenza que algunos exhiben públicamente sin vergüenza alguna, con cara de cemento armado, descarada sonrisa y torpes gestos, mientras pronuncian palabras inoportunas como respuesta a preguntas inexistentes que flotan en el limbo de su mente, acompañando a la única neurona perdida que hace eco en su cerebro.
Los de provincias sufrimos bochorno con los balbuceos verbales de nuestra compatriota en el estrado. Las personas serias, honradas y capaces del Partido Popular madrileño se sonrojaron con la actitud de su compañera de filas. Y los madrileños están recuperándose de la vergüenza que pasaron al ver el ridículo tan espantoso que hizo su representante en la rueda de prensa ante los medios de comunicación mundiales, para convencer al COI de que Madrid se merece los Juegos Olímpicos de 2020.
Fue penoso ver a nuestra abanderada hacer uso de los cascos de traducción cuando preguntaban en castellano los periodistas y quitárselos ante las preguntas de reporteros ingleses, pretendiendo mostrar unos conocimientos del idioma anglosajón que no tiene, como evidenció con la respuesta que dio a la pregunta formulada por un periodista inglés, ajena totalmente a la cuestión planteada por el interrogador.
Decir que Madrid tiene la mayor parte de accesos, edificios, pistas, auditorios, etc. puestos en marcha, no responde a la pregunta de si el país está en condiciones de preparar eventos deportivos de la magnitud de unos Juegos Olímpicos, con una tasa del 26 % de parados que deambulan por las calles madrileñas, de contenedor en contenedor, con la desesperación a cuestas, el estómago vacío y la indignación en el alma.
Tampoco merece disculpa la poca atención y escasa memoria de doña Ana Botella, que comenzó su respuesta afirmando que el 80% de las infraestructuras ya estaban levantadas, para terminar asegurando que el 90 % de las mismas estaban en marcha, provocando la sonrisa de propios y extraños, ante la imdiferencia de la alcaldesa.
Conseguir en un minuto aparentar un dominio inexistente del idioma inglés, no responder a las preguntas y falsear datos estadísticos sobre la realidad, merece felicitación pública por batir el record olímpico en desvergüenza, sin necesidad de pisar la pista ni competir con la sabiduría, prudencia, humildad y talento, necesarios para convencer al COI de que merecemos los Juegos Olímpicos de 2020.