LAS MUJERES DE PEDRO
Ha molestado a los socialistas que La Sexta haya destapado la farsa del cuento que va contando el líder de los socialistas que lo aceptan como líder, en lugar de enfadarse con él por añadir un nuevo error a los ya cometidos, en este caso con tinte de comicidad, dando una pincelada de humor a la dura campaña que capitanea la aristócrata condesa de Bornos y grande de España en ambición, cinismo y descaro.
Alguien debió informarle a don Pedro del ridículo hecho por Rajoy con “su niña”, recordándole las caricaturas que provocó la metáfora, las viñetas de humor que generó la ocurrencia y la vergüenza que pasaron algunos militantes populares con tan tierna cursilada; pero no lo hicieron y el jugador del Estudiantes, en lugar de una niña ha presentado a dos mujeres en campaña.
Virtuales e inocentes protagonistas en el proceso electoral que se celebra en esta España de charanga y pandereta, surgiendo tales mujeres de la calenturienta imaginación del candidato, que vive en su onírico mundo junto a inexistentes criaturas tomadas como referencia para ilustrar sus ficticios cuentos contra los inclementes recortes populares.
A la imaginaria y cursi niña de Rajoy que vino al mundo en su debate con Zapatero, añade ahora el candidato Pedro Sánchez dos mujeres virtuales adoptadas, que va presentando por diferentes ciudades con desparpajo inmerecido para oyentes y televidentes.
Una de ellas es Juana que, como Dios, goza felizmente del don de la ubicuidad, porque está presente en dos lugares distintos al vivir simultáneamente en Alicante y Canarias, según convenga, estando además pluriempleada, pues en la Comunidad Valenciana limpia colegios y en las islas, hoteles.
La otra es una dependienta de comercio catalana llamada Valeria cuando el líder la evoca en Alcorcón, que se nacionaliza extremeña si habla de ella en Santiago, Barcelona, Durango, Calasparra o Ponferrada, convirtiéndose por arte del olvido en Verónica cuando don Pedro mitinea en tierras pacenses, trabajando la pobre mujer en ocasiones con dos contratos de cuatro horas, y en otras limpiando durante 13 horas al mes por 65 euros.
Así son las campañas electorales donde todo vale pretendiendo que valga todo, consiguiendo con ello que el pudor ruede por el suelo, la vergüenza huya despavorida, el respeto al oyente se declare en huelga y la dureza del rostro en algunos candidatos sea capaz de rayar el diamante poliédrico de la sinceridad, el honor, la honradez, el compromiso y la lealtad al público.