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UN REY POR LOS GARITOS

UN REY POR LOS GARITOS

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Empujado por Cánovas del Castillo, el general Martínez Campos dio en Sagunto un golpe de mano para sentar en el trono de España al hijo de la promiscua Isabel – a la sazón bisabuelo del actual rey de España -, que lució corona con el nombre de Alfonso XII desde 1874 hasta el 25 de noviembre de 1885 en que una mala tuberculosis que se llevó por delante con 27 años de edad.

Al poco de sentarse en la sillón real, el monarca inició sus aventuras amorosas con la cantante Adela Borghi, con tal empeño que Cánovas del Castillo pidió al gobernador de Madrid que pusiera a la contralto en un tren y no apartara su vista de ella hasta que dejara de verla en el horizonte.

Acompañado por la “banda de palacio”, el rey Alfonso pasaba la noche de garito en garito y de mesón en mesón, todos ellos deslucidos, donde las meretrices rebajaban precios por sus servicios, y los juegos de naipes desplumaban al personal, preocupando a los cortesanos las andanzas reales, hasta el punto de pedirle estabilizar su vida emocional con un matrimonio que sosegara al monarca.

Accedió a ello don Alfonso casándose con su prima María de las Mercedes, – esa de la  película y la copla -, pidiendo a cambio reanudar sus relaciones íntimas con la cantante Elena Sanz, que la madre Isabel concedió, dándole la coplista dos hijos no reconocidos por razones de Estado, mientras disfrazaba el lecho nupcial de fidelidad los cinco años que compartió cama con la prima, hasta que Mercedes murió.

El segundo matrimonio del rey fue con María Cristina de Habsburgo con quien tuvo dos hijas: María de las Mercedes y María Teresa, dejando en el vientre de su esposa al futuro rey Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos, que nacería cuando el suplantado por Vicente Parra ya había muerto, haciendo llorar a España entera ante las pantallas de cine.

PEINETAS POPULARES

PEINETAS POPULARES

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Cuando hablo de peinetas no me refiero al ornamento femenino para el cabello que tiene forma convexa y púas, usado por las mujeres como adorno o para asegurar el peinado, encajándolo en el moño. La peineta que traigo hoy a la bitácora hace referencia al gesto que hacen algunas personas levantando el dedo del corazón de forma obscena, como falo eréctil, manteniendo la mano cerrada y con el revés hacia fuera.

Peinetas hacen los futboleros a futbolistas y viceversa; con peinetas obsequian desde el volante los conductureros a los conductores; peinetas indignadas dedican los manifestantes a los policieros; y obscenas peinetas vuelan en las discusiones, reprimendas, broncas y desacuerdos como rúbrica final de la contienda.

Entre las peinetas más degradantes y despreciables testificadas en esta tierra de María Santísima, destacan las protagonizadas por el borbón Juan Carlos, el hombre-hombre Aznar, el salvadoreño Trillo y el charcutero Bárcenas. El primero dedicó su peineta a un grupo de personas que le abucheaban en Euskadi; el alcaldeso se la brindó a un grupo de universitarios que le piropeaban; el obrero supernumerario la ofreció al público mientras abrazaba a su amiguito; y el presunto trilero onubense, obsequió ayer con una peineta a los periodistas que le daban la bienvenida en el aeropuerto madrileño a su regreso de las agotadoras jornadas que pasó esquiando en Canadá.

Desde la época romana, la peineta representa el falo erecto, siendo considerado impúdico por San Isidoro el dedo del corazón, que fue llamado “digitum infamis” o “impudicum” por el poeta Décimo Junio Juvenal, destacando hoy tal levantamiento por su mal gusto, falta de respeto y la poca estética, como reflejo de incultura, prepotencia y cobardía.

Con tal erección digital se pretende insultar al oponente llamándole «sodomita afeminado» o “maricón”, expresando al mismo tiempo el deseo de que al receptor “le den por el culo”, otorgándole así una dimensión anal sin reparos, como insulto homófobo que pretende ofender con grosero gesto al destinatario del ultraje.

INSOMNIO REAL

INSOMNIO REAL

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Atormentado por el insomnio que le producía al rey Juan Carlos el paro juvenil, decidió el pasado jueves someterse a un tratamiento intensivo de disparoterapia para superar la traumática vigilia que padecía, poniéndose en manos de un chamán botsuanés, y hasta su choza se desplazó con un fajo de 60.000 euros en la mano para abonar los servicios del hechicero.

Superada la primera sesión de espiritismo, el monarca se retiró a descansar relajado por efecto de los líquidos, humos y vapores empleados por el brujo en adormecerlo. Pero cuando estaba a punto de caer en brazos de Morfeo, el barritazo de un elefante le hizo saltar de la cama y tomar el fusil del nigromante para defenderse de la bestia, derribándola de treinta y cuatro certeros disparos, dejándole el cuerpo como un colador.

Para celebrar la matanza, se reunió con los indígenas del poblado y bebieron agua embriagadora de un pozo encantado hasta las cuatro de la mañana, en que un maldito escalón se cruzó con el real pie izquierdo del insomne, haciéndole añicos la cadera, sin que los cuarenta millones de súbditos supieran lo sucedido.

Volando a lomos del avión cedido por un amigo multimillonario tomó tierra en su reino, exigiendo ser ingresado en una clínica privada para evitarle a la ruinosa sanidad pública un gasto innecesario, demostrando con este gesto su amor a los súbditos, la gran preocupación que sufre por la economía de su feudo, el dolor insoportable por los cruzados de brazos, la pesadumbre por la prima que tiene en riesgo y una desmedida confianza en los servicios sanitarios que disfrutan sus feudatarios.

Todo esto sucedía sin que nadie saqueara la solitaria Zarzuela el mismo día que los republicanos brindaban con esperanza por la tercera República, su ilustre esposa celebraba la fiesta de pascua a 2.395 kilómetros de distancia y sin prisa por regresar, el heredero fingía una sonrisa a la entrada de San José para tranquilizar a los siervos, su antimonárquico nieto Froilán asomaba el ojo por agujero perforado de su pie y Anasagasti pedía la abdicación del monarca.

INOCENTADA REAL

INOCENTADA REAL

En el artículo de ayer hablaba de los pobres inocentes que durante todo el año sufren novatadas de los sinvergüenzas que andan sueltos por el mundo, sin percibir que yo también formo parte del grupo de papanatas en el que don Juan Carlos, sus palmeros y ciertos periodistas, nos ha metido a todos los españoles.

A muchos nos gustaría saber por qué los medios de comunicación aplauden algo que merecería abucheo y se empeñan en hablar de las “cuentas del rey” cuando en realidad se trata de una partida presupuestaria de “asignación directa” a la Casa Real, que nada tiene que ver con los gastos que ocasiona dicha Casa ni con las cuentas del rey.

No es casualidad que el monarca haya elegido el día de los santos inocentes para decirnos cuál es su sueldo, porque tiene un envidiable sentido del humor que compensa sobradamente sus limitaciones, haciéndonos creer, como el buen ladrón, que todos son de su condición.

Después de treinta y dos años hemos sabido que ponemos en sus manos 8,4 millones de euros de los que se coge su sueldo, le da al marido de la periodista su parte, y poco más. Pero nada sabemos de los millones que suman todos los gastos de la Casa, y me temo que no lo sabremos hasta que llegue la tercera república.

Sí, porque más allá del dinero que recibe directamente el monarca, la familia real genera elevados gastos que no figuran en dicha asignación, como son los escoltas, la seguridad, el mantenimiento de los palacios (140 millones que paga Patrimonio), los viajes, el parque móvil, las visitas oficiales, etc.

Por eso, a muchos de sus vasallos nos gustaría saber con claridad y sin trampas las cuentas “reales”, para saber en qué se emplea el dinero que damos, evitando indefinibles bloques de gastos y opacidades perpetuas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber, por ejemplo, cómo ha hecho el rey para convertirse en pocos años en una de las mayores fortunas del país, con un patrimonio de 1.790 millones de euros, según las revistas Forbes y Eurobusiness, que nadie de la Casa ha desmentido.

A muchos vasallos nos gustaría saber por qué Patricia Sverlo no está en la cárcel tras escribir en su libro que el rey tenía 6.000 millones de pesetas en bancos suizos “por si acaso”.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber las conversaciones que tuvo con tres expresidiarios que le aconsejaban en sus finanzas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber los negocios que ha tenido, los que mantiene y las fuentes de sus enormes ingresos en los años de reinado.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber cuánto paga cada año a la Hacienda pública, porque eso nos acercaría a su patrimonio.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber el origen de este aparente, sólo aparente, gesto de transparencia contable después de tantos años de opacidad.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué el prometido destape financiero del rey no ha pasado de enseñarnos el tobillo derecho.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué nos ha gastado esta pesada broma el día de los santos inocentes, prometiendo decirnos lo que no ha dicho, jugando al escondite con su patrimonio y pretendiendo una burda maniobra de lavado de imagen que ofende al más torpe de los súbditos gobernados por él. ¿O no gobierna? Porque si no gobierna ¿qué hace, pues?